Hasta Que Te Conocí - mangonadaconchile - Mechoa (2024)

Chapter 1: Volar del Nido.

Chapter Text

Guillermo o "Memo" como su mejor amigo, Andrés Guardado, y el resto de sus compañeros de equipo solían llamarlo había llevado una vida tranquila en los dos años que llevaba residiendo en la ciudad de México.

Se había dejado llevar por la idea más pendeja que a Guardado se le pudo haber ocurrido.

"¿Y si estudiamos en la UNAM? Total, no perdemos nada si lo intentamos."

"Juega."

Y así fue como un par de babosos se independizaron a los 16 y se mudaron juntos desde Guadalajara para vivir el sueño de foráneo, después de esos años ya se habían acostumbrado, pero ahora la tan pacífica rutina de Ochoa estaba a punto de cambiar con la llegada de un simpático argentino que sin duda, llegaría para quedarse.

Ochoa se encontraba en unas mesitas en el patio, terminando tarea de estadística y probabilidad mientras escuchaba música.

Su rutina de todos los días, estaba harto de ello ¿Cuánto tiempo más iba a seguir fingiendo ante su familia que pensaba estudiar ingeniería en Ciudad Universitaria? Desde pequeño él sabía lo que quería, ser arquero de la selección mexicana; sin embargo la idea de poder terminar una carrera le hacía ilusión a sus padres, y las escuelas de fútbol en México lamentablemente eran costosas, un lujo que él no podía pagarse.

— ¿Qué haces?— la voz detrás suyo lo sobresaltó haciéndolo mover su mano y por ende la línea que hacía se movió también.

Sólo bastó mirar a un lado para notar a Andrés sentándose a un lado suyo mientras en su mano llevaba una torta.

—No mames idiota, mi pinche gráfica. — soltó un suspiro con molestia.

—No sé qué le haces a la mamada, a tí ni te gusta ésta madre, lo tuyo es el fut.

—Pues sí, pero esas escuelas son muy caras y con pedos me pago la escuela y los gastos de la casa, así que no tengo de otra. — acomodó las hojas sobre la mesa para así dejarlas a un lado.

— ¿Quieres?— extendió su torta y Memo no dudó en tomarla. — ¿Sí escuchaste lo de los tres nuevos del 531?

—Nop. — respondió antes de darle una mordida a la torta.

—Si no mal recuerdo escuché que se llaman Messi, Kun y Teves.

—Pues está bien ¿No?

—Ni tanto, también escuché que los tres se van a integrar al equipo de fútbol.

—Pero si el Piojo nos había dicho que ya estábamos completos. — dijo con la boca llena.

—Dice, pero ya ves que con ese wey no se sabe. — respondió encogiéndose de hombros. —De todas formas la verdad ni sé qué le ven a la UNAM, está bien culero estudiar aquí.

—Ah ¿Pero quién fue el de la idea de dejar Guadalajara para venirse a estudiar aquí?

—No me juzgues, era un wey pendejo de 16 que no sabía lo que quería.

—Pues mira que ya pasaron dos años y así que tú digas "ay qué diferencia noto", pues la verdad no. — Guardado sólo se limitó a responder con un gesto y la característica seña de "huevos" hecha con la mano, lo cual hizo reír a Ochoa. — No entiendo cómo te enteras de todas esas cosas. — agregó sacando un pedazo de salchicha para comerlo.

—Ah pues son las ventajas de hablarle a personas de otros salones y semestres.

—Muy comunicativo entonces.

—Maso.

—Pinche extrovertido cómo me cagas. — dijo haciendo reír a Guardado.

—No eres extrovertido nada más porque no quieres, es más, vamos a saltarnos la clase a ver si así aprendes un poco de mí.

—No mames, pero tenemos probabilidad.

—Ya sé, pero ni hice las gráficas, y tú tampoco, ándale; el Chicharo y Vela también se van a saltar sus clases, así aprovechamos y nos ponemos a jugar un rato. — instó. —Para que veas que hay cosas mejores que andar de pinche matadito haciendo algo que ni siquiera te gusta. — agregó convenciendo a su amigo que de inmediato tomó todas sus cosas y ambos caminaron en dirección a las canchas.

Al llegar pudo divisar a sus dos amigos, Carlos Vela y Javier Hernández "El Chicharito", Andrés y Guillermo le pusieron ese apodo a Javier, aunque hasta la fecha seguían sin saber exactamente por qué, se quedó.

—Qué pedo Paco Memo. — saludó Vela en cuanto los vió a ambos. — ¿Otra vez no van a entrar?

— ¿Otra vez? Pero si yo siempre entro. — respondió con confusión mientras colocaba su mochila sobre las bancas.

—Pinche cerebrito. — se burló Javier.

Pero dejó de poner atención en cuanto sus ojos se fijaron en los tres sujetos que entrenaban a lo lejos con un balón y un circuito de conos; el que más llamó su atención fue el castaño de flequillo y baja estatura.

Él siempre se había sentido especialmente atraído por los hombres, la única novia que había tenido en toda su vida había sido Dulce María cuando estaba a punto de terminar la secundaria; y fue ahí que se dió cuenta que definitivamente las mujeres no eran mucho lo suyo.

—Aguas que se te cae la baba. — Andrés le dió un pequeño golpe en el brazo haciéndolo reaccionar y haciendo reír un poco a Hernández y Vela. —Esos weyes no los había visto antes ¿Son los argentinos?­— preguntó y el chicharito chifló como afirmación.

—Aunque sinceramente desde que los vi a mí no me dieron buena espina. — comentó Vela mientras hacía sus ejercicios de calentamiento. —Especialmente ese de allá. — dijo señalando sin pudor alguno al chico que segundos antes Memo había observado. —Lionel Messi. — dijo imitando un pésimo acento argentino y Ochoa lo miró con un gesto.

—Como que se cree mucho y acá... Bueno, eso creemos Layún y yo. — agregó Javier. —Che vato alzado, creo que va en quinto también.

—Bueno, yo digo que... Igual y no hay que juzgarlo ¿No? Ni lo conocemos, quizás y hasta es buena persona. — mencionó Memo sin apartar la vista del castaño de flequillo que jugaba en el circuito de conos.

—Yo digo que estás pendejo. — soltó Javier haciendo que Ochoa lo mirara. — ¿De qué lado estás? ¿Del dulce de leche o del de la cajeta?— sacudió un poco la cabeza y se fue a las bancas para tomar su botella de agua.

—Pinche comparación toda estúpida. — murmuró Ochoa viendo de nueva cuenta a Lionel.

Algo de él lo había atrapado por completo, y podía jurar que era lo lindo que se veía mientras sonreía... O quizás la forma en la que su flequillo sudoroso se pegaba a su frente, pero sea lo que sea, algo de él lo tenía como hipnotizado.

¿Será este mi ser amado?— pensó.

Chapter 2: Messi.

Summary:

Guillermo sucumbe ante la insistencia de Guardado siendo que aquello puede o no ser un efecto mariposa en su vida.

Chapter Text

— ¿Y si les hablamos?— la voz de Guardado cerca de su oído lo hizo reaccionar.

— ¿Qué?

—Vamos a hablarles, total, es mi deber como líder integrarlos a todos ¿Qué no?

—Y-yo...— titubeó pero antes de poder decir algo más, su mejor amigo lo tomó por el antebrazo para recorrer el campo hasta donde los tres sujetos estaban ya descansando y conversando.

—Chécate lo que tienes que hacer para que no piensen que estás wey. — Ochoa arqueó una ceja sin comprender y ambos se acercaron al pequeño grupo. — ¿Qué tal estás che? — preguntó Guardado acercándose a Lionel mientras movía una de sus manos.

— ¿Qué haces? ¿Por qué hablas como pendejo?— murmuró Memo detrás suyo con un gesto de confusión.

—Estoy hablando el idioma. — le respondió con seguridad.

—Sí sabés que puedo entenderte perfectamente sin necesidad de que hablés como pelotudo y con modismos que ni tú mismo entendés ¿Verdad?— preguntó el castaño haciendo a Ochoa soltar una pequeña risita.

—Lo siento. — musitó Memo en respuesta haciendo que el argentino lo mirara con una leve sonrisa dibujada en su rostro.

—Vos debes ser del equipo también ¿No?­— preguntó al rizado.

—Sí, yo... Soy el portero.

— ¿Tu nombre?

—Ah sí, Guillermo, puedes decirme Memo, casi nadie me dice por mi nombre.

—Tenés un lindo nombre.

—Gracias...

—Yo me llamo Lionel Andrés Messi... Vos podés llamarme como gustes, Guille. — extendió su mano y Ochoa algo dudoso y sintiendo la palma sudar estrechó su mano con la de Messi.

Experimentando esa cosa de la que su madre solía hablarle todo el tiempo cuando era niño:

Las "mariposas en el estómago."

—Sí hola, yo también existo ¿Sabías?— interrumpió Guardado la interacción haciendo a Ochoa y Messi carraspear un poco la garganta y separar la unión en sus manos. —No es por presumir pero yo soy el capitán del equipo.

—Qué... Genial.

—Y qué curioso, yo también me llamo Andrés, tocayaso. — palmeó con brusquedad el hombro de Messi que sobó el área algo confundido. —Y ¿En dónde vives? Maso menos para ir calculando qué tanto te vas a tardar en llegar a tu casa y que el piojo no se mame tanto con los entrenamientos.

—Es... Un lugar que se llama Condesa, creo.

— ¿Desde aquí te vas a la condesa? No chingues, qué regalo de dios, vives bien cerca.

—Sí, algo así... Aunque aún trato de entender el transporte acá.

—Tranquilo, cuando nosotros llegamos de Guadalajara nos pasaba lo mismo, pero está bien fácil, en metro llegas a cualquier lado ¿Sí o no Memo?— preguntó sin embargo los ojos cafés de Memo no dejaban de mirar anonadado la belleza en Lionel que sin duda lo había cautivado. —Sí o no Memo. — masculló codeando a su amigo.

—Este... Sí, llegas bien rápido a donde sea. — titubeó haciendo soltar una leve risita Messi.

— ¿Vos estás bien? Parecés como perdido o algo así.

—Nunca me había sentido tan bien de hecho. — el contrario apretó los labios formando una pequeña sonrisa que sin pensarlo, Ochoa correspondió.

—Y qué, ¿Por qué están aquí o qué?— una vez más Andrés siendo inoportuno a los ojos de Guillermo que sólo se limitó a soltar un poco de aire por la nariz.

—Bueno, en la escuela nos ofreció la oportunidad de conocer un poco más sobre la cultura de otros países, y desarrollar otras habilidades que servirán en un futuro.

—Ah... ¿Y por qué ustedes tres? — a Ochoa llegaba a desesperarle que su amigo fuera tan preguntón.

—No es por alardear pero nosotros tres resultamos ser de los mejores promedios de la clase.

—No lo dudo. — musitó Memo casi en un suspiro.

—Carlos y Sergio son estudiantes buenísimos, además de ser mis mejores amigos. — comentó. —Es más, estoy comenzando a creer que incluso tengo muy buena suerte como para que el destino me haya traído hasta acá. — movió los ojos de Guardado para pasarlos rápidamente por el rostro de Guillermo. —Considero que hay cosas muy interesantes por acá...— agregó mirando de nueva a cuenta a Andrés.

—No pues... Está chido.

—También conseguí un trabajo como mesero en una cafetería, eso me ayuda a mí y a mis padres a pagar mis estudios.

—Y entonces si vamos a dónde trabajas ¿Te pichas los desayunos?

—Andrés. — murmuró Guillermo como regaño mientras lo codeaba.

— ¿Pichar? — preguntó Lionel sin comprender.

—Invitar, pues.

—Oh... Pues, si vos lo querés, no tendría ningún problema, pero de preferencia vos no vayas. — Ochoa ladeó la cabeza sin comprender. —No puedo permitirme distracciones en el trabajo si no quiero que me echen. — de nueva cuenta comenzó ese estúpido sonrojo en su rostro.

—Me siento con el derecho de externar mi incomodidad, así que... Mejor los dejo. — Andrés se dió la vuelta dejando a Lionel y Memo solos.

—A veces es un poquito mamón, pero no te preocupes, es buen amigo.

— ¿Mamón?— preguntó frunciendo el ceño. —La forma en que vos y tu amigo hablan es demasiado rara, bueno, en general la forma en la que todos acá hablan es rara. Hace rato ese de allá me dijo "Che vato alzado". — dijo señalando de manera discreta a Vela quien conversaba con Javier.

—Ah... Es Carlos, igual no le hagas caso, está medio wey. — dijo haciendo un gesto restándole importancia. —Bueno, por lo que veo yo te daré la bienvenida al equipo ya que nuestro queridísimo capitán se fue a sepa la chingada donde. — murmuró viendo detrás suyo. —Así que... Espero que te agrade estar aquí. — agregó volviendo la vista al castaño.

—Con vos como compañero, ten por seguro que así será. — una vez más estrecharon las manos y Messi guiñó uno de sus ojos.

—Yo... Tengo que irme porque, tengo que volver con mis amigos y más al rato tengo clase y... Seguramente tú también, y eso.

—Entonces te veo más tarde.

—Sí...— como no queriendo se separaron del agarre y Ochoa dió unos cuántos pasos atrás antes de correr de vuelta con sus amigos.

Definitivamente ese era su ser amado.

Chapter 3: El Extraño Caso de la Leche Conasupo.

Summary:

Memo es objeto de burla entre sus amigos al caer completamente enamorado de Messi.

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— ¿No entiendo cómo pueden decir que es un "vato alzado"? — dijo haciendo comillas. —El wey fue buen pedo, muy amable.

—Ya mejor di que te gusta. — soltó Vela terminando de copiar la tarea del cuaderno de Javi y Ochoa se quedó en silencio. —Seamos honestos, la única vez que hablaste tanto de un vato fue cuando te gustó Corona, lástima que saliera medio culero.

—No sé de qué hablas, no me gusta.

—Que no llevemos tantos años de amistad como los que llevas con Guardado no significa que no te conozcamos, no inventes, hasta los ojitos te brillan cuando hablas de él. — intervino Javier.

¿En serio era tan notorio?

— ¿De qué hablan o qué?— preguntó Guardado sentándose en la misma banca que Javier, Vela y Memo después de comprar en la cafetería.

—Sobre que a Memo le gusta el pinche argentino mamón ese, "Messi". — respondió Vela haciendo comillas con los dedos.

—Ah, de ese wey, sí me di cuenta, se veía bien cabron. — respondió sin importancia y Ochoa rodó los ojos. —Por eso mejor le llegué a la chingada de ahí.

— ¿Verdad que sí?— respondió Hernández. —La neta te veías bien cagado parado enfrente de él, casi casi te tenías que poner de rodillas para hablarle ¿Sí o no? — preguntó a Guardado quién divertido se cubrió la boca para evitar escupir su yogurt con granola y asintió con el dedo. —Imagínate, para besarte va a ir cargando un banquito por todos lados. — comentó en una carcajada y Andrés no aguantó más comenzando a atragantarse.

—Qué bueno, por culero. — murmuró Memo con molestia mientras su amigo tosía.

—Es que no mames, me lo imaginé. — respondió intentando calmarse. —Y qué pinche cagado.

—Te verías exactamente igual si anduvieras con el Kaiser. — contraatacó.

— ¿Rafa? — preguntó Javier cubriendo su boca.

—No mames wey, quedamos que era secreto. — dió un golpe en el brazo de Ochoa con molestia y volvió a toser.

— ¿Te gusta el pinche Rafa?— interrogó Vela con sorpresa.

—Pero nada más poquito wey.

—No cabe duda, me rodeo de puro hom*osexual. — negó Vela.

—Nombre, y deja tú lo jotos, lo defectuosos, ya ves lo que tiene este wey. — comentó Javier refiriéndose a Memo. —Bien dicen que Diosito si castiga dos veces, aparte de mandarte como parte de la población que en México no es bien vista, te mandan con una chingadera bien rara que hace que puedas tener hijos, pinche suerte bien ojete.

—Gracias wey. — respondió con sarcasmo.

— ¿Y en verdad jamás le supieron explicar a tus papás por qué naciste así?— Ochoa negó con un movimiento de cabeza ante la duda de Carlos.

—Nunca, pero yo digo que fue culpa de la leche radioactiva de la conasupo.

—No seas mamón, eso fue en el 86, eso a tí no te tocó.

—A mí no pero a mis papás sí ¿Qué tal y desde ahí empezó todo el pedo?— sus amigos se limitaron a encogerse de hombros y asentir.

— ¿Y te gustaría tener hijos? Así que nazcan de tí y todo eso. — cuestionó Javier.

—Jamás, qué pinche horrible pasar por todo eso.

— ¿Pero no te imaginas con un pibito de Messi?— se burló Vela. — ¿Es que te imaginas a Memito panzón?— chilló haciendo un puchero para mirar a Hernández.

—Bien tierno el vato. — respondió el de ojos oscuros. —Así todo quejosito y mal humorado con su pancita. — el rizado lo miró con el ceño fruncido. —Ándale, así, justo así, con su pinche jetota de todos los días.

— ¿Ya terminaste?— se cruzó de brazos con molestia.

—Nop.

Y mientras Vela, Javier, Memo y Andrés conversaban en una parte de la preparatoria, en otra parte muy alejada, Lionel también conversaba con su mejor amigo, Sergio Agüero.

—Vos te flechaste del rulitos ¿Verdad?— preguntó el más alto haciendo que Messi lo mirara.

— ¿De Guille?— el contrario asintió. —Bueno, debo confesar que me pareció algo lindo, pero sólo eso.

— ¿Vos te crees que soy boludo? Por favor, la única vez que te le lanzaste a alguien de esa manera fue a Ronaldo y sabemos que no terminó del todo bien ¿Cuándo vas a aceptar lo que sos? Te gustan los hombres y ya está, no tiene nada de malo, dejá de fingir que salís con Antonela únicamente para complacer a tus viejos.

—Es que vos no entendés lo difícil que es... No es como que un día puedo llegar a mi casa y decirles a mis viejos "Mirenme, soy menudo trolo."

—Yo sólo digo que, si seguís así te vas a perder la oportunidad de salir con el rulitos.

—De cualquier forma sería perder el tiempo, ni siquiera es mutuo.

— ¿Qué decís? El pibito te miraba como si fueras la octava maravilla del mundo, sos tremendo ciego no cabe duda. — comentó entre risa provocando una sonrisa en el más bajo. —Date la oportunidad y descúbrelo por vos, pedíle su número al terminar el entrenamiento, tal vez sos correspondido.

Y por supuesto que eso iba a hacer.

—Vamos a hacer una tanda de penales para terminar ¿De acuerdo?­— ordenó el entrenador y todos asintieron. — ¿Estás listo Ochoa?­— el rizado levantó el pulgar como respuesta mientras masticaba chicle.

La realidad es que ni siquiera le había puesto atención a Herrera, sólo por inercia levantó el pulgar.

Todo el entrenamiento no había parado de mirar a Messi y la manera tan increíble en la que jugaba.

"Juega como un pinche animal ¿Qué pedo?"— se le había acercado Guardado a mitad del entrenamiento para decirle, y sinceramente no podía estar más de acuerdo, entre más horas pasaban, lo que sentía por el argentino solamente iba incrementando.

—De acuerdo, primero Rafa, después Vela, Hernández, Tevez, Guardado, Layún, Agüero, Herrera, Dos Santos y por ultimo Messi. — indicó el Piojo y todos se formaron para comenzar.

Logrando atajar algunos y otros no, hasta que al fin llegó el turno de Messi.

A veces odiaba lo idiota que podía ser cuando estaba enamorado; ni siquiera escuchó el silbatazo, simplemente cuando se dió cuenta sintió el golpe del balón directo en su rostro.

—Qué vergazo. — soltó Andrés sin pudor y se cubrió la boca.

—Guardado, esa boquita. — regañó Herrera.

—Perdón. — todos se acercaron para revisar a Memo que se encontraba en el suelo y con ambas manos apoyadas en su rostro.

— ¿Estás bien?­— escuchó la voz de Javier y solamente asintió.

—Te mamaste. — murmuró Vela mientras veía a Lionel y negó. —Ven, te ayudo. — al fin Memo se quitó ambas manos del rostro y tomó la mano de Carlos que lo ayudó a levantarse del suelo.

—Qué mala manera de terminar el entrenamiento. — dijo el Piojo acercándose a Memo y lo tomó del rostro para mirar la gravedad del golpe. —Deberias ir a la enfermería porque como que sí se vió medio feo. — Guillermo apretó los labios y asintió.

Herrera sólo le palmeó el hombro y se dió la vuelta, así solía ser, despreocupado y valemadrista.

—Sos groso. — murmuró Kun a Messi con sarcasmo mientras negaba y se limitaron a seguir al resto del equipo que caminó a las bancas para sentarse.

— ¿Seguro que no te duele? Es que si se vió medio violento. — interrogó Guardado mientras con el dedo anular tocaba el pómulo de su amigo.

—Está bien, no es la primera vez que me dan un balonazo, y también fue mi culpa. — respondió apartándose un poco en cuando sintió una leve punzada.

—Yo los distraigo, y vos hablás con él. — susurró Sergio haciendo que Lionel lo mirara.

Una vez su amigo captó la atención del equipo, Messi se acercó a Ochoa.

—Hola. —musitó el más bajo sentándose junto a Memo. —Lo lamento, te juro que no fue mi intención.

—Sí, no te preocupes, no pasa nada. — después de unos segundos de silencio al fin Lionel decidió hablar.

—Sabés yo... Estuve pensando en algo desde hace rato que no he podido sacar de mi cabeza.

— ¿Qué cosa?— interrogó el rizado mientras apoyaba ambas manos sobre la banca.

—Me gustaría...— pero cuando al fin estaba listo para hablar, Andrés interrumpió.

—Disculpen lo inoportuno, pero, estaba hablando con el resto del equipo para organizar una pequeña reunión para integrar a los nuevos y que se sientan parte del equipo ¿Qué dices? Tus otros dos amiguitos ya aceptaron, sólo faltas tú. — Lionel miró a Ochoa para después mirar a Guardado.

—Sí... ¿Por qué no?

Tal vez algún día Andrés dejaría de ser tan inoportuno.

Sólo tal vez.

Chapter 4: Entre el Amar, y el Querer

Summary:

Guillermo y sus amigos asisten a una fiesta donde la situación está a punto de salir de las manos de Ochoa.

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De todos los que formaban parte del equipo, el único que contaba con la disponibilidad y la soledad de una gran casa, era Javier; así que eso solamente significaba una cosa:

Una pedota bien bastarda en su casa.

Aunque para infortunio de todos, era el que más lejos vivía.

— ¿Estás nervioso?— preguntó Guardado caminando al lado de su mejor amigo por las calles.

—Nop, ¿Por qué?

—Te chingaste un paquete de chicles en el puro camino de la casa al metro.

—Me gustan mucho. — respondió intentando restarle importancia.

—Ay sí wey, como si no te conociera.

—De todas formas ¿Por qué estaría nervioso?

—Tú dime.

—Estás wey.

Cuando estuvieron frente a la casa, Memo comenzó a mover de forma nerviosa las manos.

—Sólo quiero decirte que... Como es tu primera "peda", y como soy tu mejor amigo, me siento con el deber de protegerte y decirte que debes de tomar ciertas precauciones.

— ¿Precauciones? — preguntó sin entender.

Guardado palmeó uno de los bolsillos internos de su chamarra como buscando algo.

—Toma, acuérdate que sin gorrito no hay fiesta. — dijo lanzándole un condón a Ochoa.

— ¿De qué hablas?— intentó hacerse el tonto mientras poco a poco sentía el rostro arder.

— ¿A quién quieres engañar? ¿A mí? No mames, te conozco desde que jugábamos fut en la primaria con un pinche envase de Pau Pau relleno de papel, a mí no me haces wey, te gusta el "che". — dijo haciendo un pésimo acento argentino. —Nomás te le quedabas viendo como pendejo y ni estabas poniendo atención, por eso te metió semejante chingadazo con el balón; pero no hay pedo, tú date, hoy puede ser tu noche.

—No mames, lo conocimos hace bien poquito. — comentó con pena, aunque en el fondo la idea no le parecía tan mala.

— ¿Y? Un palo es un palo, tampoco te dije "cásate con él y tengan hijos", total, sólo se vive una vez.

—Eres un pendejo. — respondió con una sonrisa y el contrario alborotó sus rizos.

—Me amas cabrón. — dijo chasqueando la lengua haciendo que el otro riera. —Eso sí, sé responsable porque no queremos sorpresitas eh, que todavía ni salimos de la prepa. — señaló para al fin tocar la puerta.

Después de unos segundos, esta fue abierta por el chícharo, al fondo de la casa vieron a algunos del equipo, entre ellos a Layún.

—Ay perrito, ¿Hoy tú también coronas?— preguntó Guardado y Hernández miró detrás suyo.

—Eres un pendejo, cállate. — masculló haciéndose a un lado para que Ochoa y Guardado pudieran entrar. — ¿Y a qué te refieres con que si yo también?— Ochoa comenzó a sentirse de nueva cuenta avergonzado y Javi lo miró. —No mames.

—No, no es lo que estás pensando. — negó rápidamente.

— ¿Estás pensando en chingarte al Messi?

—No, no, no. — negó con ambas manos mientras sentía como sus orejas se ponían calientes.

—Qué joto wey, pero ni te emociones, que todavía no llega.

Eso de cierta forma había desilusionado a Memo, pues ahora los sentimientos que tenía por Messi solamente iban incrementando más y más.

Sobre todo cuando éste le había pedido su número y redes sociales en días anteriores, y no habían parado de conversar, incluso entre clases; aunque todo era como un simple secreto.

25/11

Guille

No sabes cómo ansío que sea la fiesta para poder verte

Lio

Vamos a pasarla muy bien, te lo prometo.

Guille

Te creeré entonces, nos vemos mañana en casa de Javi, tqm

Leído: 9:30 pm

Quizás consideró un poco bastante atrevido ese último mensaje ya que Lionel no respondió; y eso lo angustiaba.

¿Y si decidía no ir gracias a ello?

¿Y si tal vez lo había incomodado y lo poco que había construido se desmoronaba?

Pero después de todo, esos pensamientos terminaron en cuanto vieron a Lionel en compañía de Kun entrando a la casa.

—Ah mira, sí llegaron. — Guardado se acercó a ambos, sin embargo los ojos de Messi viajaron a los de Ochoa, para después regalarle una pequeña sonrisa y un mínimo saludo con la mano.

Todo entre ellos seguía igual que siempre.

—Fue toda una travesía, el "metro" es... Raro. — comentó Sergio.

—Pero llegaron ¿Vinieron como les dije?

—Sí, sólo tomamos un camión que nos llevó al metro, nos subimos a esa cosa y nos detuvimos en la estación que tenía la imágen de lo que parecía un perrito, caminamos unas cuantas calles ¡Y listo!— exclamó Lionel con orgullo haciendo que Ochoa sonriera un poco con ternura.

—Me alegra que estés aquí. — Messi leyó los labios del rizado.

—Me alegra estar acá... Con vos. — leyó Memo ahora en los labios de Lionel.

—Paso, paso. — intervino Javi interrumpiendo el momento mientras sostenía varios vasos. — ¿Quieren?—Hernández ofreció los vasos a Memo, Andrés, Lionel y Sergio.

— ¿Qué es esto?­— preguntó Lionel olfateando en cuanto tomó uno de estos.

—Tú tómatelo, la primera vez sabe bien culero, ya los demás ni lo sientes. — instó Chicharito antes de darle un sorbo al vaso.

—No le hagas caso, sabe bien culero. — negó Vela con un gesto.

—Ay sí, el pinche fresa apretado. — atacó Javier.

— ¿Entonces me lo tomo o no?

—Sí. — se apresuró Javier.

—No. — miró con confusión a Carlos y a Hernández sin saber qué hacer para después mirar a Memo.

— ¿Vos qué decís?— Memo se encogió de hombros.

—Date.

— ¿Eso qué significa?

—Que sí, chinga. — intervino Guardado.

Messi miró de nueva cuenta el contenido del vaso antes de cerrar los ojos y tomar un poco.

Sin saber que hacer aquello, sería su completa perdición.

¿Por qué el Chicharito pensó que era buena idea darles aguas locas?

Conforme las horas pasaban, y sin darse cuenta, más gente comenzaba a llegar a la casa de Javi; y el alcohol en el sistema de Messi ya comenzaba a hacer efecto.

—Si vos no se lo decís lo voy a hacer yo, maricón de mierda. — murmuró Agüero mientras ambos observaban a Memo y Guardado conversando del otro lado de la sala.

— ¿Será prudente?

—Total ¿Qué puede pasar?— lo impulsó golpeándolo por el hombro y el castaño se decidió.

Con una de sus manos alborotó su flequillo y decidido caminó a Memo una vez que éste se encontraba solo.

—Necesito hablar con vos en privado. — gritó debido al sonido de la música.

— ¿Qué?

—Vení. — tomó a Memo de la mano y sin que alguien se percatara de ello, lo llevó al segundo piso de la casa.

— ¿Qué hacemos aquí?­— preguntó Ochoa con confusión en cuanto se adentraron en una de las habitaciones de la casa y Messi cerró la puerta.

—Quería decirte que sos el pibito más lindo que he visto. — balbuceó con voz graciosa.

—Ah... ¿Sí?— Messi asintió con un movimiento exagerado de cabeza, haciendo reír al rizado.

— ¿Querés que chapemos?— Memo frunció el ceño y ladeó la cabeza.

— ¿Qué es chap...?— pero antes de que Ochoa pudiera terminar su oración, Messi lo tomó del cuello de la camisa para acercarlo a él y poder besarlo.

La única vez que había besado a un hombre había sido a su ex compañero de primer semestre de preparatoria.

Jesús Corona.

La diferencia era que los besos de Corona solían ser simples... Incluso parecían forzados, como si sólo lo hubiera hecho para obtener algo más de Ochoa.

En cambio ahora podía sentir a la perfección y por primera vez el cómo era un beso con deseo.

Como si el argentino hubiera querido hacerlo desde la primera vez que se vieron hace una semana.

—Así que eso es chapar. — murmuró con poco aliento en cuanto se separaron.

—Y tal vez vos querés hacer algo más.

— ¿Como qué?

—Vení a descubrirlo.

A veces los amigos de Memo solían decir que una de dos: O era muy inocente, o de plano era muy pendejo.

En este momento sólo lo había confirmado.

— ¿Descubrir qué?­— Messi sonrió un poco y negó con la cabeza.

— ¿Vos alguna vez has escuchado a Soda Stereo?

— ¿Qué?— preguntó sin comprender exactamente a dónde quería llegar con eso.

—Una eternidad esperé este instante... Y no lo dejaré, deslizar en recuerdos quietos. — musitó la primera estrofa de la canción mientras poco a poco volvía a acercarse al rizado.

A pesar de que Lionel fuera más bajo que Ochoa, éste se sentía intimidado por la presencia del cuerpo de Messi muy cerca del suyo.

—Come de mí... Come de mi carne. — susurró cerca del oído de Ochoa mientras sentía cada pelo de su cuerpo erizarse.

Esto era por mucho lo más lejos que había llegado con un hombre; era, por así decirse, su primera vez...

—Entre caníbales...— el aliento caliente y con olor a alcohol barato golpeó en su cuello para trepar hasta sus fosas nasales. —El dolor es veneno, nene... Y no lo sentirás, hasta el fin, mientras te muevas lento... Y jadeés el nombre.

Y si Guillermo había caído rendido ante todo lo anterior, aquello definitivamente había terminado de matarlo.

Sin pensarlo dos veces ambos se encaminaron a la cama para recostarse en esta y comenzar a besarse.

Subiendo poco a poco la intensidad y pasión en cada uno de los besos que eran dejados en los labios, cuello y poco a poco el pecho desnudo del contrario en cuanto comenzaron a despojare de la ropa.

En la planta baja de la casa comenzaba a escucharse "El amar y el querer" de José José.

Memo no podía creer que estaba a punto de tener su primera vez con esa canción de fondo, pero sobre todo; no podía creer que estaba a punto de hacerlo con un simple flechazo de prepa.

Chapter 5: Souvenir

Summary:

Donde Guillermo pasa a ser una pagina mas en el libro de Messi, Andrés y Carlos están preocupados por su amigo.

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Al despertar sintió un dolor inusual aquejando su cuerpo, era algo que definitivamente no había sentido nunca; acompañado de un ligero dolor en las caderas.

Pudo divisar al castaño dándole la espalda a la cama, con la mirada puesta en absolutamente nada.

— ¿Lio?— preguntó parpadeando un poco mientras cuidadosamente se sentaba en la cama.

—Despertaste. — respondió con seriedad mientras se sentaba al borde de la cama cerca de él. — ¿Cómo te sentís?— preguntó pasando con calidez el dorso de su mano por la mejilla de Ochoa.

—Estoy bien, sólo algo adolorido... Pero todo bien. — Lionel medio sonrió y se acercó a dejar un pequeño beso sobre la frente del rizado.

—Tus amigos aún duermen en la planta baja.

—Deben estar pedísimos. — respondió con una sonrisa.

—Yo siento que la cabeza me va a explotar, pero de eso, nada más. — comentó haciendo reír un poco a Ochoa. —Tengo que irme. — soltó levantándose de la cama. —Mis padres deben estar preocupados y no sé si recordás pero trabajo.

—Lo entiendo. — Messi asintió en repuesta, pero antes de salir, se giró dudoso a mirar de nueva cuenta a Memo.

—Sólo una cosa más... ¿Vos podés guardar el secreto?— preguntó temeroso mientras observaba al más alto. —Sería vergonzoso que los demás se enteraran y eso...

—Ah... Sí, no te preocupes, nadie tiene por qué enterarse de esto, será sólo entre tú y yo.

—Gracias Guille y... Te veo luego. — con algo de prisa y sin mirar atrás, Messi recogió un par de cosas sobre el buró para salir de la habitación, cerrando con cuidado la puerta.

Luego de algunos minutos para tomar conciencia sobre lo que había pasado entre él y el argentino, se vistió y bajó a la sala; encontrándose con un montón de gente casi toda dormida.

—Andrés. — movió al chico de cabello alborotado recostado boca abajo en el sillón. —Ya tenemos que irnos.

—No estés chingando. — murmuró adormilado para voltear hacia otro lado.

— ¿Qué te piensas curar la cruda en casa de este wey? No mames ya vamos.

—Qué bien chingas Memo, ni porque te dieron tu acomodada de tripas dejas de molestar.

—Eres un marrano. — su amigo soltó una pequeña risa contra el sillón antes de estirarse. —Además no sé de qué hablas.

—Ajá sí wey, y curiosamente te me desapareces a media fiesta y no vuelvo a ver al checito, por favor si no nací ayer.

—Sólo salimos a hablar.

— ¿Y estaban hablando mientras te tenía con una almohada metida en la boca?

—Ya cállate mamón, no fue así.

—Está bien, te creo, pero ya cállate y déjame dormir. — murmuró abrazando el cojín del sillón para acurrucarse en él.

A pesar de que Guardado no lo estuviera viendo, Memo le mentó la madre para después girarse y encaminarse a la cocina; encontrándose en ésta a Carlos luciendo más muerto que vivo mientras tomaba agua.

—Creí que ya te habías ido. — dijo Ochoa tomando un vaso de vidrio para servirse un poco de agua también.

Vela negó.

—Me siento de la verga. — murmuró cerrando los ojos mientras tiraba la cabeza hacia atrás. —Pobre Javi, su casa quedó hecha un pinche puerquero.

—De pendejo le doy permiso a Andrés de que un día hagan una reunión en nuestro depa.

—Con pedos y caben ustedes dos, qué vamos a andar haciendo una peda.

—Ya quisieras pinche envidioso. — dió un leve empujón a Vela haciéndolo reír.

Un pequeño silencio se formó mientras Carlos jugaba con su vaso sobre la barra de la cocina.

—Estuve hablando con el Kun. — comentó de pronto levantando la vista del vaso para ponerla en Memo.

—Pues está bien ¿No? ¿Se hicieron amigos?

—Amigos mis huevos... Sólo quiero decirte que tengas mucho cuidado con Lionel.

— ¿De qué hablas?— preguntó después de darle un sorbo a su agua.

—La neta no me da nada de confianza.

— ¿Por qué?

—Ayer que Sergio ya andaba medio pasado de copas me confesó que Lionel en Argentina solía pretender ser alguien que no era, y pues la verdad me saqué mucho de pedo porque no entendí exactamente a qué se refería.

— ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?

—Eres mi amigo Memo, y la verdad no estaría chido que ese wey se aprovechara de tí y... Pase ya sabes, algo que no.

— ¿Algo que no?— con una mirada señaló el abdomen de su amigo y levantó ambas cejas.

—Sabes de qué hablo.

—Ah... Sobre eso, pues no, no está ni remotamente cerca, sólo somos amigos.

—Ponte vergas pinche Memo, no vayas a salir con una cosa así un día de estos. — por dentro Ochoa sintió algo de nerviosismo y miró hacia otro lado.

—Espérame, olvidé mi teléfono arriba. — dijo de pronto dejando el vaso a un lado sobre la barra y caminó escaleras arriba a la habitación donde había tenido relaciones con Lionel.

Algo dentro de él le obligó a hacer lo que estaba haciendo, sin embargo por más que el rizado buscó por toda la habitación jamás encontró el condón que según él había usado con Lionel... Probablemente el castaño se había encargado de recoger y tirar toda evidencia de ellos estando juntos.

Los días en el mes de Noviembre solamente siguieron pasando; y a pesar de que Messi le dió un "Te veo luego" a Guillermo eso no pasó, buscaba hacer absolutamente de todo con tal de evitarlo, tanto por mensaje como en persona.

Lionel se sentía abrumado por sus propios prejuicios y pensamientos, se sentía mal con él mismo, era la primera vez que mantenía relaciones sexuales con un hombre y eso lo hacía sentir extraño.

— ¿Y qué tal la joda con el pibito de ricitos? — preguntó Agüero haciendo a Lionel salir de sus pensamientos. —De pronto te perdí la pista y ya no supe nada de vos, te has perdido todos estos días, imposible encontrarte.

—No me quejo, fue buena noche. — respondió intentando sonar sin importancia.

— ¿Fue sólo buena o algo más?

— ¿Si te lo digo prometés no decir nada?

—Lo juro. — levantó una de sus manos colocándola en su corazón.

Era su mejor amigo... No le iba a ocultar algo así.

—Quizás tuvimos algo más que un simple chape.

—Me estás jodiendo. —entreabrió la boca soltando un sonido incrédulo y Messi siseó.

— ¿Podés bajar la voz?

—Loco, esto es buenísimo... Mirá mirá, "Argentino común vino a México a conquistar pibitos", mirá lo bueno que es, si se lo contás a Anto seguro no te cree.

—No quiero contarle a Anto, qué vergüenza que mi mejor amiga crea que soy un boludo.

—Es que eso sos, pelotudo ¿Llevamos aquí menos de un mes y vos ya jodiste a lo internacional? Qué envidia che.

—Cerrá el orto ya ¿Querés?— murmuró con molestia y soltó aire. — ¿Qué estará pensando Maradona de mí?

—Pues además de que sos el trolo más grande del mundo, no creo que mucho la verdad. — se burló Kun.

—Agh, sos un idiota.

—Vos preguntaste y yo respondí. — se encogió de hombros recibiendo un golpe por parte de Messi.

El celular del más bajo vibró, sabía que era él, pero aún así decidió ver la notificación.

12:05 pm

Guille

Si usaste protección ¿Verdad?

Leyó aquel mensaje y tragó saliva.

Sinceramente él no recordaba mucho sobre esa noche, y prefería dejarlo así, en el olvido; así que no se inmutó en responderle al de rizos, volviendo a ignorarlo como en días anteriores.

Por otro lado, Memo se encontraba sentado donde siempre mientras masticaba algo de chicle para calmar sus nervios, esperando la respuesta por parte de Lionel.

Encendió por tercera vez su teléfono y entró una vez más al perfil de Instagram del castaño llevándose una sorpresa.

—No mames... ¿Lo puso privado?— preguntó para sí mismo volviendo a cargar el perfil, pero en este ya no aparecía absolutamente nada. —Puta madre. — murmuró con desilusión.

No comprendía exactamente qué es lo que pudo haber hecho mal, había prometido no decir nada y lo había cumplido hasta ahora...

¿Por qué Lionel no lo había buscado entonces?

—Ya deja de ver esa madre, te vas a quedar ciego. — Andrés arrebató el celular de Ochoa y éste alcanzó a apagarlo. —No sé qué le ves a esta madre y no sé qué te traigas pero ¿Ya vas a decirme qué pasó?— interrogó sacudiendo el teléfono frente a Memo quien lo arrebató de vuelta.

—No pasó nada, estoy bien.

—Llevas estando bien pinche raro desde la fiesta, y no has estado chingue y chingue con nada relacionado a Messi ¿Seguro que estás bien?

—Ya te dije que sí, chinga. — masculló con molestia para levantarse de golpe. —Es más, ese pendejo ya ni siquiera me interesa, ya fue. — soltó con un pequeño nudo que se formaba en su garganta. —Así que ya ni vuelvas a mencionarlo. —Guardado lo miró con confusión.

— ¿A dónde vas?

—A mear, pinche preguntón. — murmuró con desagrado mientras arrebataba su mochila de la banca para colgarla en su hombro.

—Pinche genio bien culero wey.

Después de dos meses, los pequeños malestares que comenzaron a hacerse presentes en Ochoa le hicieron darse cuenta que a lo mejor nunca hubo dicho condón.

Y que Vela tenía razón con lo que le había dicho.

Chapter 6: Gol a Puerta Propia.

Summary:

El extraño comportamiento en Guillermo descoloca a Guardado, un mal partido y una noticia inesperada les cambia la vida a los adolescentes.

Chapter Text

Los días de noviembre terminaron, haciendo paso a los de diciembre y enero.

Algo estaba mal en Memo, pero simplemente se negaba a aceptarlo.

Fatiga, un humor peor al que solía tener, calambres, el aumento en sus ganas de orinar.

Pero lo que en realidad lo hizo querer salir de la duda fue el asco y náuseas que le provocaron las tortas que solía comer con sus amigos saliendo de la escuela.

Esa fue la gota que derramó el vaso.

- ¿Qué no puedes hacer del baño o qué? No mames, ya son 7:30 se nos va a hacer bien tarde, acuérdate que tenemos que entrenar para antes del juego con los pinches idiotas de prepa 9, esos weyes se sienten intocables nomás porque les piden más aciertos para entrar y nos los tenemos que chingar. - escuchó a Guardado del otro lado de la puerta.

-Ya voy...- apenas musitó perceptiblemente mientras sus ojos cristalinos no dejaban de detallar las rayas en la prueba de embarazo.

Como si hacer aquello fuera a lograr que ese resultado desapareciera como por arte de magia.

Intentó tranquilizarse y tomar un poco de aire antes de guardar la prueba y salir del baño.

Encontrándose con su mejor amigo parado frente a él.

- ¿Estás segurísimo que quieres jugar? Le podemos decir a Talavera que juegue por tí y si te necesitamos ya pedimos cambio, es que si te ves bien pálido, ya no hay que volver a comer tacos de los de 3x10. - mencionó Andrés mirando a su amigo.

-Estoy bien, ya vámonos o se nos va a hacer tarde. - sin más tomó el bolso sobre el sillón y ambos salieron del pequeño departamento que compartían para dirigirse a la escuela.

El camión y el metro fueron en completo silencio mientras Guillermo seguía procesando todo.

Un bebé, ¿Justo ahora?

Y tenía que ser del tipo que solamente lo quería para un acostón y nada más, ni siquiera se había tomado la molestia de mirarlo alguna vez después de eso; sólo fingió que nada había pasado entre ellos.

Al llegar al campo donde se llevaría a cabo el partido, se encontró a Lionel hablando y jugueteando con Agüero y algunos compañeros más del equipo.

Su corazón estaba roto... ¿Sería buena idea contarle sobre la noticia de hoy en la mañana?

-Chale wey, te aplicaron la de "Secreto de amor". - murmuró Carlos acercándose detrás de Memo para rodearlo con uno de sus brazos.

-Y ni eso, ni delante de la gente ni a solas. - agregó Javier.

-Eres secreto de amor. - cantó Vela con voz aguda moviendo la cabeza.

-Secreto. - siguió Hernández.

-Eres secreto de amor.

-Delante de le gente no me mires, no suspires, no me llames, aunque me...

-Bueno, ya ¿No?- interrumpió con molestia separándose del agarre de Vela mientras sentía su labio inferior temblar. -Son unos culeros. - musitó con voz quebrada lanzando sus guantes sobre la banca y caminó a los vestidores.

-Eres una mierda. - negó Carlos zapeando a Javi.

-Tú empezaste. - contraatacó.

-Los dos son unos pendejos. - negó Guardado antes de seguir a su amigo.

Entró en silencio solamente para encontrarse a Guillermo llorando sentado sobre una banca, con el rostro hundido en ambas manos.

-Sabes que son un par de idiotas, no les hagas caso. - Andrés se sentó a su lado para acercar a Memo hacia él. -Hablan mucha mamada, pero te quieren, en serio... Aunque no más que yo, Paquito. - revolvió el cabello rizado de Ochoa haciéndolo soltar una pequeña risita en su llanto antes de sorber la nariz. - ¿Cómo te sientes?

-Bien... Fue algo momentáneo y estúpido, pero todo está bien. - aquello no convenció del todo a Guardado, sin embargo no quiso ser más intrusivo con sus típicas preguntas; por ésta única ocasión decidió no comportarse como siempre hacía.

El equipo contrario llegó y en las gradas comenzó a hacerse presente la gente, la mamá de Miguel apoyaba al equipo con un cartelito hecho por ella.

-Rifada tu suegra. - codeó Andrés a Hernández.

- ¿Qué te digo? La mejor. - bromeó de vuelta.

Y por otro lado Memo masticaba chicle para disipar las náuseas que no se habían ido del todo, mientras a lo lejos observaba a Lionel... Messi lo había dejado de ver hace tanto tiempo.

El partido estaba a punto de empezar, el famoso "Cara o cruz" para decidir quién escogía portería, llevándose los Coyotes de la prepa 6 la ventaja.

Uno, dos, tres disparos al arco había logrado milagrosamente atajar Ochoa, era indiscutible la manera tan buena en la que jugaban las águilas de prepa 9, no había duda de ello.

2-2, un empate reñido, y lo que Guardado buscaba a toda costa era evitar los tiempos extra yendose en empate, sabía que era el punto débil del equipo porque se desesperaban.

Y Memo en este momento ya lo estaba.

Pero todo se fue en declive en el minuto 88 cuando Miguel Layún consideró buena idea jalar de forma brusca a alguien del equipo contrario dentro del área.

Después de 88 minutos con un descanso de 15 minutos, Memo comenzaba a sentirse incapaz de poder seguir de pie 2 minutos más y los minutos de compensación que faltaban.

El árbitro hizo sonar su silbato para después sacar una tarjeta amarilla.

- ¿Qué pedo? ¿Por qué?- Layún levantó ambas manos mientras el capitán del equipo contrario ayudaba a Pizarro a levantarse.

-Lo jalaste, yo vi. - señaló el árbitro.

-Claro que no, el wey se tiró solito.

-Hasta crees, pinche mugroso. - atacó Guido.

- ¿Qué me dijiste?­­ - Miguel se acercó peligrosamente a Pizarro y André intervino.

-No quieras pasarte con uno de nosotros. - amenazó empujando a Layún por el pecho.

-Y ustedes no se quieran pasar de lanza con uno de nosotros. - Guardado se acercó para quedar frente a frente con el capitán de prepa 9.

-A ver, si no se calman les voy a dar tarjeta roja a los dos y se me van a la banca ¿Entendieron?­- interrumpió el árbitro haciendo que ambos capitanes lo miraran. -Para que aquí muera, vamos a darle la oportunidad de un penalti a las águilas.

- ¿Es neta que un penal? Qué mamada. - se quejó Miguel.

-Ya cállate. - masculló Javier.

-Sin llorar, si son tan buenos seguramente podrán con un simple penal. - se burló André.

-Nomás porque hay árbitro, pero afuera te puedo romper tu madre.

-Miguel Arturo, ya. - intentó calmar Hernández tomándolo del brazo para jalarlo.

Memo veía el pleito desde la portería; se sentía cansado, y a decir verdad cansado era poco.

Un dolor punzante aquejó su costado izquierdo y pudo sentir como la parte baja de su abdomen dolía.

"No puedo hacer esto". - pensó. "No lo puedo perder justo aquí."

Todo estaba listo, André Gignac, el número 10 estaba listo para llevar acabo ese penal desde los once pasos, Ochoa sentía la malicia en el castaño, y sabía que atajar su penal sería arriesgado... Para él y el bebé.

Fue ahí que escuchó el silbato y sin mayor esfuerzo intentó lanzarse, sin embargo no lo suficiente para detenerlo, marcando de esa forma el gol final, y el que le daría la ventaja a las Águilas de prepa 9.

Escuchó el bullicio por parte de sus contrincantes y porra mientras por el lado de su equipo escuchó las mentadas de madre; con ayuda del poste se puso de pie, sintiendo ambas piernas temblar y colocó una de sus manos sobre su vientre mientras soltaba un poco de aire.

Algunos de sus compañeros de equipo se acercaron a él.

-No mames Guillermo, tenías un sólo pinche trabajo ¿Por qué no atajaste ese penal?- pero a pesar de tener a la mayoría de su equipo gritándole y reclamándole casi al oído, él solamente concentró su vista borrosa en Lionel, quien cuchicheaba cosas en el oído de uno de los jugadores del equipo contrario.

André Gignac.

- ¿Nos estás escuchando cabron?- preguntó Vela mientras chasqueaba sus dedos frente al rizado y de inmediato giró la vista justo en dirección a donde Ochoa observaba.

Logrando que Giovanni, Javier, Andrés y Miguel observaran al mismo lugar que los otros dos.

-Tenía que ser ese hijo de la chingada. - escuchó murmurar al chicharito. - ¿Quieres que le parta su madre?

-Podrías hacerlo sin pedos, es más, hasta de un zape lo tumbas. - dijo Carlos con burla refiriéndose a su estatura.

Fue ahí que comenzó a sentir el estómago revuelto, y aunque podía mentir diciendo que era por estrés él sabía perfectamente que eso sería solamente engañarse.

Comenzó a sentir esa salivación excesiva y el cambio en su ritmo cardiaco, aquello que llevaba semanas ocurriéndole todas las mañanas; así que simplemente alcanzó a correr a una parte alejada de la cancha para poder devolver el estómago.

Se sentía un asco siempre que eso ocurría, y era inevitable, suponía que esto seguiría ocurriéndole al menos por los próximos dos o tres meses, así que tendría que acostumbrarse a sentirse así.

- ¿Qué pedo? ¿Estás bien?- escuchó la voz preocupada de su mejor amigo y solamente soltó un poco de aire ante de escupir un poco para darse la vuelta. -Mamaste. - dijo Guardado haciendo una mueca mientras acomodaba la banda sobre el cabello de Ochoa. -Sólo con que no sea lo que estoy pensando, todo bien. - sintió ese escalofrío repentino que recorrió su espina dorsal.

Guardado no era tonto, no por nada eran mejores amigos.

-Dime qué estás pensando y yo te digo si sí es. - musitó para terminar con ese horrible silencio, frotó su brazo y miro a su amigo.

-No mames. - Ochoa decidió desviar la mirada hacia otro lado con claras intenciones de evitar el llanto. -Dime que no es cierto. - pero el silencio por parte del arquero fue suficiente para que Andrés cubriera su boca con sorpresa. -Verga. - murmuró apartando su mano de su boca para frotar con cuidado la espalda de Guillermo. - ¿O sea que Messi metió gol a portería propia?- preguntó logrando levantar un poco el ánimo del de cabello rizado que asintió.

-Si así es como podría decirse... Sí, creo que sí. - jugó con los guantes que sostenía en sus manos.

-Y ahora pinche Memo... ¿Qué vas a hacer?

-No sé. - murmuró sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas mientras su labio inferior comenzaba a temblar. Decidió morderlo para disipar las ganas de llorar.

Fue entonces que sintió uno de los brazos de Guardado rodear su cuello para acercarlo a él y frotar su cabello.

-No llores... Porque es raro y no sé qué decirte. - dijo en voz baja y el rizado sorbió su nariz. -Y el pendejo de seguro no lo sabe ¿Verdad?- Ochoa negó en respuesta. -Ay mamón, pero te dije que sin gorrito no había fiesta ¿Ves por qué me debes hacer caso siempre?- preguntó separándose de Memo para limpiar sus ojos. - ¿Por eso te pusiste así cuando se andaba cuchicheando con el pendejo del André no sé qué?

-Podría decirse.

-Que se vayan a la verga los dos, no lo necesitas.

La realidad es que sí lo necesitaba... No quería ser papá soltero, no él.

Chapter 7: De Entre Malos Entendidos y Malas Decisiones

Summary:

Para Ochoa sus compañeros de equipo mas que amigos, eran como una familia para él desde que se había mudado con Andrés.

Chapter Text

El marcador final había sido 2-3 favor a las águilas de la Escuela Nacional Preparatoria número 9.

—Pobre rulitos, lo van a destrozar. — mencionó Sergio viendo a sus compañeros acercarse a Memo que se encontraba recargado en la portería.

Messi se limitó a detallar el rostro cansado de Memo... Él aún lo miraba, pero siempre cuidaba de hacerlo cuando el más alto no lo veía.

Un pequeño golpe en su hombro lo hizo apartar la vista de Memo.

—Ahora entiendo por qué su equipo lloraba tanto por un penal. — habló Gignac haciendo que Lionel y Sergio se miraran. —Claro, teniendo a alguien tan malo como ese pelos de nido en la portería, cualquiera tendría miedo de un penal en contra. — bromeó mirando a Pizarro y los dos rieron.

Si bien Lionel era pequeño, cuando se enojaba podía resultar un tanto amenazador.

Tierno a veces, sí.

Pero amenazador.

Frunció el ceño ligeramente mientras intentaba relajar sus puños y soltar algo de aire, dando unos pasos cerca de Gignac y compañía.

—Si vos lo único a lo que veniste fue a joder, dejáme decirte que te equivocaste de persona, animal. — se acercó a musitar de forma amenazante a André.

Y ese había sido el motivo por el que Ochoa se había sentido tan mal...

Un mal entendido.

— ¿Y cómo le vas a decir a tu familia?— preguntó Guardado mientras caminaban hacia los vestidores, el campo ya estaba prácticamente vacío y ya quedaba poca gente en las gradas.

—No lo haré, eso es obvio.

—No mames ¿Entonces qué piensas? ¿Llegar a la cena navideña de tu abuelita con tu panzota o en su defecto con un chiquillo cargando en brazos para decirles "sorpresa"?

—Para empezar, ya saqué cálculos... Debo tener a lo mucho unas seis o siete semanas, el bebé tal vez nazca en agosto... Eso me da la ventaja, puedo evitar la noche mexicana en casa de mi papá Polo y ya chingué, como si nada.

— ¿Ese es tu plan?

—Obviamente tengo aún siete meses para buscar a alguien que quiera adoptarlo.

— ¿Adoptarlo?

—O en su defecto estaba... No sé, pensando en un aborto. — contó apenado haciendo que Andrés frenara su caminata para mirarlo algo impactado por la confesión. —No seré papá soltero... No quiero hacer esto solo.

—Pero no estás solo, me tienes a mí, tienes al chicharito, a Vela...

—No es lo mismo Andrés, lo sabes.

Llegaron en silencio a los vestidores solamente para encontrarse con algunos de sus compañeros de equipo.

— ¿Qué hacen aquí?— preguntó Memo intentando ocultar que había estado llorando.

—Esperándote para hablar. — respondió Carlos.

—Si me quieren mentar mi madre por lo del penalti, la neta sí, estoy bien pendejo, eso yo solito puedo decírmelo.

—No sea menso Memo, no es por eso, el pinche juego es lo de menos. — dijo Javi.

—Es sobre tí. — apuntó Miguel.

— ¿Sobre mí?— Teves le indicó una de las bancas y Ochoa se sentó.

—Llevas bien raro desde hace semanas, y la verdad es que nadie quería decir nada por lo mismo de tu pinche humor todo raro.

—No queríamos como hacerte sentir mal o algo así. — añadió Giovanni al comentario de Herrera.

—No, pero, yo estoy bien. — mintió inútilmente mientras Guardado lo miraba de forma acusatoria y negó.

—Ya diles, Paco... Ellos no te van a decir nada; pero eso sí pinche Teves, promete que nada va a salir de aquí. — señaló Guardado como una amenaza y el argentino asintió.

—Lo prometo.

Guillermo tomó una pequeña bocanada de aire a la par que se sentía observado por todos sus amigos y compañeros de equipo.

Sabía y conocía a la perfección la lealtad de todos y cada uno de sus compañeros... Lo apreciaban en serio.

—Hazlo. — instó Andrés dándole una pequeña palmadita en el hombro para darle ánimos.

—Estoy esperando un bebé... De Lionel. — Vela soltó aire por la nariz de forma violenta mientras se cubría el rostro, algunos entreabrieron la boca y Javier abrió los ojos con asombro.

—Yo sabía. — musitó Carlos una vez se quitó las manos del rostro. —Por eso siempre te cuidamos Memo, eres como nuestra mamá ¿Sí o no chicha?— el más bajo asintió en respuesta. —Y ve nada más, te descuidamos tantito en la peda y el argentino ese ya te colonizó las entrañas.

— ¡Carlos, no seas vulgar!— masculló Teves.

— ¿Qué? Es la verdad. — se encogió de hombros mientras fruncía el ceño. —Yo te lo dije wey, y no me quisiste creer, los dos son un par de pendejos. — Layún, Dos Santos y Javier asintieron.

Andrés quiso asentir de acuerdo también, pero sabía que era mal momento.

—No se suponía que tendrían que llamarme pendejo a mí.

—Le dijimos pendejo a él y también a tí, no mames, consiguió lo que quería, te dejó panzón y aparte te salió mujeriego. — numeró Vela. — ¿Y todavía después de eso aún le andas llorando?

—Es que en verdad si debes ser muy pendejo. — intervino Hernández y Vela asintió.

—Viste bien clarito como terminando el partido se le lanzó bien descarado al pinche Giña... Gicac, o sepa la chingada como se pronuncia, y a tí ni un mensajito después de que tuvieron su acostón, obviamente ahí dejó bien en claro sus prioridades.

—Tampoco seas culero. — murmuró Chicharito al ver el desánimo de su compañero de rizos.

—Pues a ver si así ya agarra el pedo. — contraatacó Carlos.

—No le hagas caso Memo, Vela nomás anda enojado porque pues queríamos evitar que ese wey se aprovechará de tí... Pero pues ya qué, ya pasó y ya no podemos hacer nada.

—No es cierto... Claro que aún se puede hacer algo. — mencionó con la mirada perdida. —Saliendo de la escuela voy a ir a recoger unos análisis de sangre que me hice antier, quería sacarme la espinita pero al final de cuentas no aguanté la duda y me hice la de orina en la mañana; voy a hablar con el doctor para practicarme lo antes posible un aborto.

Ochoa se portaba reacio ante la idea de ser sólo él con el bebé, y si podía evitarse toda aquella situación lo haría sin pensarlo.

Aunque Guardado le había insistido en acompañarlo, el rizado se negó, yendo solo a aquella clínica.

—Aquí están sus análisis jóven Ochoa. — el doctor frente a él extendió el sobre.

Solamente para abrirlo y observar lo que desde ésta mañana ya sabía.

—Por su edad y gravedad de su padecimiento, temo informarle que debemos ser más cuidadosos con los monitoreos sobre su embarazo que como sería con un embarazo normal.

—Lo voy a abortar. — habló no muy seguro y el hombre frente a él negó.

—Lo siento, pero no podemos realizarle el procedimiento, al menos no aquí.

— ¿Qué? ¿Por qué? Se supone que es legal.

—Y lo es, simplemente que las semanas con las que cuenta, su edad, su género y su condición son un factor de riesgo para la intervención.

—Eso es una pinche mentira, no puedo tener más de 12 semanas.

—Lo siento mucho, pero yo le recomendaría que comience ya con su control prenatal, que, como le decía, tendrá que ser más riguroso que con un embarazo normal.

A pesar de ser prácticamente legal el aborto en Ciudad de México, había algunas clínicas que intentaban persuadirte o hacer todo lo posible con tal de no "deshacerte" del bebé.

Y definitivamente él no podía pagarse un aborto en una clínica privada; ni un aborto ni mucho menos el mantener a un bebé.

Ochoa se sentía perdido mientras caminaba por las calles de Ciudad de México, se sentía sin rumbo, él jamás había querido un bebé, y mucho menos ahora que aún era joven y soñaba con ser portero.

— ¿Y ahora?— preguntó a su vientre mientras se sentaba en la banquita de un parque. — ¿Qué se supone que voy a hacer contigo?— como si el embrión en su vientre le fuera a dar una respuesta a su pregunta. —No te preocupes... Prometo que voy a cuidarte al menos los meses de vida que tengas que pasar aquí adentro, y también prometo buscarte una familia que te quiera mucho y pueda darte lo que sinceramente en mi vida podría darte, neta perdón. — musitó con voz entrecortada al par que por sus mejillas corrían algunas lágrimas.

Ahora eran Memo y su bebé contra todo, al menos por los próximos siete meses.

Chapter 8: Gringa al Pastor

Summary:

Donde Andrés le cumple un antojo de madrugada a Ochoa, y una nueva noticia les mueve la vida.

Chapter Text

Habían pasado semanas en realidad duras.

Al menos duras para Memo quien, tuvo que abandonar la idea de seguir entrenando, al menos por los meses restantes de su embarazo.

Sabía que después de dar a luz volvería, seguía en pie la idea de no quedarse con el bebé.

Y no porque lo odiara, simplemente no le agradaba la idea de ser padre soltero, jamás; pero aunque lo negara, ya estaba comenzando a acostumbrarse.

De lo único que pudo sacar ventaja a todo esto era de sus amigos.

— ¿Quieres que te cargue tu mochila?— preguntaba chicha.

—Si quieres en hora libre te invito unos mollequiles, si no tienes ascos, ya ves que tienes antojos de cosas bien culeras. — decía Guardado.

—Vete a dormir un rato, yo ahí a ver que invento para que no te regañen. — decía Vela.

Y ahora un Guillermo de 11 semanas de gestación se paseaba como alma en pena de un lado a otro por el pequeño departamento que compartía con Andrés.

Sólo tenía una cosa en mente.

Antojos.

— ¿En serio es muy necesario que despertemos a Andrés a esta hora?— preguntó al aire, pero en realidad estaba hablando con su vientre muy poco notorio. —No puedes esperarte a... No sé ¿Mañana en la mañana?— el chillido en sus tripas indicó un "No" en respuestas. —Bueno, pero si se enoja vas a ver. — murmuró con el ceño fruncido y de inmediato reaccionó a lo que dijo. —No puede ser, ya hasta estoy hablando como mi mamá. — se colocó ambas manos en el rostro para frotarse lentamente los ojos y soltar aire.

Abrió despreocupadamente la puerta de la habitación de su mejor amigo y se acercó a mover su hombro.

—Despierta. — musitó alargando la a, recibiendo como respuesta un pequeño suspiro por parte de Andrés. —Tengo hambre.

—Hay una maruchan de habanero en la alacena. — murmuró volteando el rostro al otro lado.

—No quiero una puta maruchan, quiero comida.

—Con eso aguantamos una semana en lo que nuestros jefes nos depositaban lo del mes, para mí es comida.

—No seas pendejo. — golpeó su hombro para moverlo y Guardado soltó un quejido.

Volteó de mala gana y miro el reloj para después mirar a Ochoa.

— ¿Qué quieres?

—Una gringa al pastor, con un chingo de cebolla. — Andrés frunció ligeramente el ceño, observándose aún adormilado.

— ¿Una qué? ¿Escuché bien?— Memo asintió en respuesta. —No mames ¿Por qué yo tengo que andarme chutando todo esto?— preguntó Guardado observando a Memo parado a su lado.

—Porque Messi es un pendejo y tú un excelente amigo.

—Chinga tu madre wey. — murmuró frotando su rostro con ambas manos y se sentó sobre la cama. — ¿Dónde chingados voy a conseguirte una pinche gringa al pastor a las 3:00 de la mañana?

—A dos calles hay una taquería que cierra a las 3:30, si te apuras ahuevo la consigues.

— ¿Y por qué no vas tú?

—Es que me duele la espalda.

—Pinche exagerado.

—A ver, carga a un chamaco adentro de tí por tres meses a ver si aguantas.

—Fue uno de los tantos goles que no pudiste atajar.

—Pendejo. — masculló con molestia haciendo reír a Guardado.

— ¿Si voy por tu pinche gringa vas a dejar de estar chingando?

—Sí.

—Conste.

Al volver con lo pedido, Ochoa no hizo más que sentarse a comer completamente feliz y Andrés volvió a la cama.

Únicamente para terminar despertando media hora después debido a las arcadas por parte de su amigo.

— ¿Es neta que me hiciste caminar dos calles, a las 3:00 de la mañana y esperarme 10 minutos para una pinche gringa que ibas a terminar guacareando? — preguntó indignado mientras observaba medio adormilado a su amigo hincado frente al retrete. —Qué poca madre. — sacudió un poco su cabeza y se acercó a sobar la espalda de Memo.

Una rutina sin duda usual para el de pelo rizado.

Acompañada claro, de la rutina escolar.

— ¿De qué tienes ganas hoy para desayunar?­— preguntó Guardado mientras jugaba con un balón en sus manos.

Memo pensó unos segundos y después habló.

—Una torta de chilaquiles.

Andrés hizo un ligero gesto de asco.

— ¿Una torta de chilaquiles?— Memo asintió con una pequeña sonrisa que se formaba al apretar los labios. —Hasta ahora y por mucho, es la chingadera más asquerosa que me has pedido en semanas.

—No hables mamadas, si saben bien ricas. — mencionó Vela frunciendo el ceño.

—Mejor una tortita ahogada.

—Qué perro asco wey.

—No le sabes. — apoyó Javier a Guardado.

— ¿Se van a seguir peleando o me vas a traer mi torta? Tenemos hambre. — se quejó Guillermo captando la atención de sus amigos.

—Voy y vengo. — Guardado dejó el balón a un lado de Memo para darse la vuelta y comprar lo pedido por su amigo.

Caminó por el patio rumbo a la cafetería, y para su desgracia en el camino se encontró al susudicho y su amigo, pidió su torta y un agua; y nomás de puro chisme se quedó a escuchar la conversación entre Kun y Lio.

Este último hacia demasiados ademanes y Guardado sabía que eso siempre significaba chisme.

—Es nuestra oportunidad. — decía Agüero.

—Kun, aún no lo sé.

—¿Cómo que no lo sabés? Lionel, estamos a punto de vivir el sueño ¿Y vos venís y me decís que no lo sabes? ¿Por qué lo pensás tanto? ¿Acaso es por...?

—No. — Messi le colocó una mano en la boca a Kun. —Vos no te atrevás a llamarlo, por favor.

—Es que me parece tan tonto, vos te escuchabas seguro cuando le dijiste a Scaloni que aceptabas irte a una escuela de fútbol siempre y cuando fuera en Argentina.

—Sí pero ya no lo sé. — Guardado dejó el chisme al escuchar aquello, ahora todo iba a ser un caos para Memo cuando se enterara... Pero tenía que decírselo.

Al volver simplemente encontró a sus amigos hablando.

—No quiero pensar en eso, cállate. — Memo apretó los ojos y giró el rostro.

—Perdón, sí, tienes razón, aún falta mucho para eso. — respondió Vela.

A ojos de sus amigos, algo en Andrés parecía diferente cuando regresó de la cafetería y le entregó a Memo su torta de chilaquiles; como si supiera algo... Algo al parecer grave.

—Gracias. — exclamó Guillermo con felicidad antes de comenzar a comer.

—Con que no la vayas a vomitar como me hiciste con la gringa del otro día, me doy por bien servido. — se burló frotando el cabello rizado de Ochoa quien se encogió con una pequeña sonrisa.

La sonrisa de Andrés poco a poco se desvaneció y compartió una rápida mirada con Javi y Vela antes de hablar.

— Y... ¿No has escuchado lo que dicen por ahí?— preguntó Andrés al aire evitando el contacto visual con Memo.

— ¿De qué?— preguntó con la boca llena mientras degustaba su torta.

—Escuché que Lionel se regresa a Argentina.

Oh oh.

—Dicen que una caca grande lo vió jugar y querían llevárselo a una escuela de fut; pero él dijo que en Argentina o nada, así que va a volver a su país. — musitó lamiendo ligeramente sus labios antes de mirar a su amigo.

—Pues, bien por él ¿No?— respondió mirando su torta mientras masticaba.

Esas horribles ganas de llorar formándose en su interior, odiaba sus hormonas.

— ¿No piensas hablar con él para contarle sobre el bebé?— preguntó chicharito sentándose a su lado y Memo negó con la cabeza.

— ¿Para qué? Aparte ni me lo voy a quedar, ese wey no merece saberlo.

—No te hagas Memo, si estás bien endiosado con el bebé aunque te esfuerces en negarlo.

—Y hasta nosotros también, ya lo vemos como a uno más de nuestro grupito. — mencionó Guardado haciendo soltar una pequeña sonrisa a Ochoa.

—Está bien, la neta no le digas al mierda, que sea su karma. — dijo Vela de brazos cruzados y Memo lo miró mal.

—Pues si mi bebé no es un karma, culero. — renegó estirando el pie para dar una patada en la pierna de Carlos.

—No me refiero a eso, sino más bien que el verdadero karma será que no tenga la dicha de disfrutar de su bebé ni nada de eso.

—Pues como la mayoría de papás en México ¿No? Lo normal. — Chicharito se encogió de hombros mientras le daba un trago a su botella de agua. —Entonces así que tú digas "Karma, karma" pues la neta no creo. Es más, si lo vemos de esta forma, eres como una mamita luchona. — el semblante de Guillermo cambió drásticamente para mirar a otro lado.

— ¿No te habían dicho que calladito te veías más bonito?— preguntó Andrés con obvia molestia.

—Nunca ¿Por qué?

—Pues siempre hay una primera vez, baboso. — apretó la botella de agua haciendo que Javier se mojara.

Mientras en la cabeza de Memo comenzaba a formarse el pequeño dilema:

¿Decirle o no?

Chapter 9: Una Ultima... y Nos vamos.

Summary:

Donde la vida de Messi puede o no cambiar, pero aquello solo depende de responder un mensaje.

Chapter Text

Así como los días de diciembre, enero y febrero pasaron para Guillermo, también pasaron para Lionel.

Con la diferencia que para él pasaban más ligeros, pero sólo físicamente.

Mentalmente todo en Messi era un desastre.

— ¿Vos no lo notás diferente?— preguntó sentando en la banca.

— ¿A quién?

—A Guille. — musitó. —De repente algo en su rostro es distinto y mágicamente abandona las prácticas... ¿No te parece extraño?

—Bueno, un poco tal vez pero, escuchaste que le dijo al entrenador que quería enfocarse la recta final de la prepa, que iba mal en algunas materias y no las quería descuidar.

—No sé vos, pero yo no le creo. — respondió sacudiendo un poco la cabeza. — ¿Crees que esté saliendo con alguien?

—Si es así pues bien por él ¿No?

— ¿Bien por él? ¿Vos de qué lado estás pelotudo?— atacó molesto.

—Sólo digo que todo lo que ha pasado con el rulitos ha sido tu culpa. Te lo jodés y después tus prejuicios de mierda no te dejan en paz para que vos le pidás una cita ¿Qué boludez es esa?

Agüero sólo decía la verdad, Lionel lo único que había hecho desde aquel acostón con Memo había sido únicamente desviar el tema, él en el fondo sabía perfectamente quién era y sus preferencias.

Pero su miedo y cero aceptación podían más.

—Necesito hablar con ellos. — soltó Lionel sin más mientras a lo lejos observaba a Javier, Carlos y Andrés jugando y tonteando por el campo de futbol.

—Vos debés de tomar en cuenta que una vez que pongas un pie de ese lado de la cancha, te van a cagar a palos.

—Tomaré el riesgo. — respondió Lionel tomando un poco de aire antes de comenzar a caminar hacia el pequeño grupito de tres.

Quienes en cuanto vieron las claras intenciones de Messi por acercarse dejaron de hablar y jugar.

—Hola. — saludó el argentino después de carraspear un poco su garganta.

— ¿Qué chingados quieres wey?— preguntó Vela en un mal tono.

—Bueno, yo sólo quería saber si todo iba bien con Memo, se salió del equipo sin más.

—Mira, bien chingón ¿Te lo chingas y ya después bien salsas meses después preguntas por él? Qué poca madre la tuya, checito. — intervino Javier parándose justo enfrente de Messi.

Siendo evidente la diferencia de estatura.

—Escucha, lo que haya pasado entre Guille y yo no es de tu interés, sólo quiero saber si él está bien.

—Pues si quieres saber cómo está, pregúntale tú, pinche chaparro. — empujó ligeramente el pecho de Lionel con su dedo índice. — ¿O vas a rajar por pinche miedoso?

—Mi amigo es mucho para tí wey, que no fuiste ni capaz de aceptar que te lo diste en una fiesta. — completó Andrés haciendo que Lionel lo mirara.

La obvia molestia y el ceño fruncido comenzaron a formarse en el rostro del castaño.

—Ya después de eso no dijo nada, el puto nada más se dió la vuelta y se fue. — contó Andrés mientras mantenía la vista en la pantalla y movía el stick del control de Xbox.

—Pues qué te digo Paquito, la neta si eres mucho para él. — concluyó Carlos desde la mesa mientras terminaba el diseño de sus planos de proyecto parcial.

— ¿Te anda de la pipí o por qué andas de allá para acá?— preguntó Javi observando a Memo caminar de un lado a otro por la sala mientras él estaba sentado en el suelo.

— ¿Tienes náuseas? ¿Quieres que te pase las vitaminas?— Ochoa negó ante la pregunta de Andrés.

—Oigan cabrones ¿No deberían estar haciendo el ensayo de latín?— interrogó Vela.

—No estés chingando, nos distraes. — respondió Javier apretando los botones mientras jugaba FIFA 14.

Disimuladamente Guillermo desapareció de le escena para caminar a su habitación y cerrar la puerta.

Miró a su alrededor sintiéndose un poco confundido y algo mareado, tomando asiento en la cama como prevención.

—De acuerdo, ahora no sé qué hacer. Resulta que Lionel pregunta por mí... Y mi bienestar...— musitó antes de soltar un suspiro y escabullir sus dedos hacia la zona de su abdomen. —Crees que debería... ¿Hablar con él? Ya sabes, tal vez decirle que va a... ¿Ser papá?— hablar con su vientre y hacerle preguntas inconscientemente se había vuelto en un pasatiempo. — ¿Por qué chingados te hago éstas preguntas? Me siento bien pendejo haciendo esto. — soltó aire con pesar y miró su teléfono sobre la mesita de noche. —De acuerdo... Ten huevos Francisco Guillermo Ochoa Magaña, le vas a mandar un mensaje y le vas a pedir que se vean, así, simple y sin rodeos. — tomó un poco de aire para convencerse y con algo de duda tomó el teléfono para desbloquearlo.

No sabía exactamente cómo comenzar, o si quiera como empezar una conversación así.

—Nel, que chingue su madre, si se va a pelar mínimo que me de pensión. — musitó para sí mismo una vez seguro y comenzó a escribir.

Por otra parte, Lionel se encontraba trabajando, en tan sólo unos días dejaría de necesitar del milagro televisa o tv azteca; había aceptado la propuesta de Scaloni después de las visorias que había tenido en entrenamientos y el último juego donde había sido el participe del empate, estaba a menos de una semana para regresar a Argentina y cumplir lo que por años estuvo soñando, hasta que la repentina vibración de su teléfono en el bolso de su delantal lo detuvo.

Haciéndolo sacar el celular de ahí para encenderlo y ver la notificación.

La notificación que por mucho estaba por cambiar su vida.

—Che. — musitó Lionel haciendo una seña a Rodrigo quien terminó de atender la mesa para caminar a su mejor amigo.

— ¿Qué pasa?— preguntó Kun y como respuesta recibió la pantalla de Messi justo en una conversación de WhatsApp de un número no registrado.

5:36 pm.

Desconocido.

Soy Memo ¿Te acuerdas de mí?

Sé que te vas, sólo déjame hablar contigo una última vez.

La única red social que no podía poner privada era WhatsApp, y tampoco fue tan malo para bloquearlo.

—Ya pasaron 3 meses ¿No crees que sería bueno dejar de ser pecho frío unos segundos para hablar con el rulitos?

—Me porté como un boludo... Ni siquiera merezco que Memito vuelva a hablarme. — respondió resignado al tiempo que apagaba el teléfono.

La culpa no dejaba de perseguirlo, todos los días se recordaba la horrible persona que había sido por dejar a Ochoa así sin más.

Incluso su mejor amiga Antonela se encargaba de recordárselo cada que hablaban por video llamada.

—En verdad Leo que sos tremendo gil, pelotudo, qué digo pelotudo, sos tremendo boludo y...

—Anto, Anto, ya ¿Podés parar por favor?

—Eso y más merecés Lionel Andrés, ¿Cómo fuí a parar con un amigo tan pelotudo como vos?

—Espero que te cague a piñas, sos mi amigo pero sinceramente merecías que Guardado te reventara a palos. — interrumpió Sergio el recuerdo de Lionel.

—Tenés razón, no pienso discutirlo. — respondió encogiéndose un poco de hombros.

—Entonces ¿Vos qué te pensás hacer?— preguntó Agüero sin quitar la vista de Lionel.

—Gille me gusta... El pibe jamás me dejó de gustar, pero tengo miedo.

—Andá, dejá de ser un maricón y volvé a hablar con él, le pedís que sea tu media naranja y ya está; o por el contrario te cita, te re caga y te pide que no te le volvás a acercar ni a él ni a sus amigo.

—Sinceramente preferiría la primera.

—Si no le respondés entonces no podrá ser, pibito.

Messi apretó los labios y desbloqueó el teléfono para entrar a la conversación y comenzar a escribirle a Memo.

La cita se concretó para el día siguiente después de clases, en las canchas de fútbol.

Sí o sí, Messi sabría que en menos de lo que imaginaba se convertiría en padre.

Ahora el problema era ¿Cómo iba a tomarlo?

Chapter 10: Familia.

Summary:

Donde Ochoa le cuenta toda la verdad a Messi.

Chapter Text

—Te juro que es de no creer la pendejada que vas a hacer Guillermo. — Guardado negó con la cabeza mientras caminaba de un lado a otro.

—Tengo 18, no mames no me trates como si fueras mi mamá.

— ¿Te das cuenta que no te estás exponiendo sólo a tí sino al sobrino de todo el equipo?

—No estoy haciendo nada más que lo que debería hacer, exigirle a ese wey que pague por lo que hizo o qué ¿Crees que este tamalito está aquí sólo por mí?— preguntó colocando una de sus manos sobre su vientre.

—Pues no wey, obviamente no.

—Sólo digo que si mínimo se va a largar, pues que le sufra poquito.

Y es que al principio Memo no pensaba de esa forma, él creía que entre más lejos se mantuviera Lionel de su vida y la del bebé sería mejor; sin embargo Vela cuál diablito en su hombro no había parado de decirle:

"¿Sí sabías que el cabron tiene la obligación de darte una pensión alimenticia para el bebé, verdad? Chingatelo, chingatelo".

Y era justo lo que haría.

—Mínimo déjame ir contigo por si se quiere poner pendejo romperle la madre, te juro por dios que le traigo unas ganas.

—Andrés, no. Esto es entre ese wey y yo, nada más.

—Pero Memo...

—Ya te dije que no, y sígueme chingando y no te dejo ser padrino.

—Pero...— Guillermo lo miró severo y Guardado rodó los ojos.

—Puta madre, está bien, pero si te la hace de pedo...

—Reviéntalo, no lo dudes pero ni poquito; el chicha, tú y Carlos tienen mi permiso ¿Contento?

—Sí. — respondió con emoción en la mirada y Memo negó con una sonrisa.

Por fin era momento de ir hacia el lugar acordado con Lionel para darle la tan esperada noticia...

—De acuerdo bebé, necesito que cooperes y me dejes hablar con el estúpido y lamentable padre que escogí para tí. — habló posando una de sus manos sobre su pequeño abdomen mientras con la otra observaba la hora en su celular.

Masticaba el chicle en su boca con desesperación mientras el movimiento en su pierna se intensificaba al tiempo que veía a Lionel acercándose a él.

"Puta madre, puta madre". — pensó.

Tenerlo de nueva cuenta tan cerca lo hizo sentirse igual de nervioso que la primera vez... Y seguramente su "hijo" se sentía feliz porque su otro "padre" estuviera ahí.

—Hola. — saludó Lionel y Ochoa se levantó de la banca. — ¿Vos no tenés calor con eso puesto?— preguntó señalando la sudadera que Memo portaba y éste negó.

—Es por algo en específico... Era por eso que quería hablar contigo.

—Te escucho, pero, antes de eso yo quería...— Ochoa no lo dejó terminar, interrumpió al argentino en cuanto sacó una hoja de la bolsa delantera de la sudadera y la extendió hacia Lionel.

—Te cité porque el que tiene que hablar soy yo. — respondió firme y movió el papel frente a Leo.

Messi tomó la hoja para abrirla observando que se trataba de un análisis de sangre de Guillermo.

Tenía su nombre, fecha de realización de hacía un mes atrás aproximadamente y las palabras:

Detección de Gonadotropina Corionica

Resultado: Positivo.

Levantó la vista de la hoja para ponerla en el rizado que se limpiaba los ojos con la manga de la sudadera.

— ¿Vos tenés cáncer?— preguntó en un hilo de voz y Ochoa inmediatamente frunció el ceño y se limpió la nariz.

— ¿Qué?

—Vos saliste positivo a la Gonadotropina...

—Ajá. — respondió con obviedad.

—Eso sólo puede significar que tenés cáncer.

—Soy cáncer de signo, pero no, no es eso.

—Qué extraño... Sólo una vez en mi vida he visto esto positivo, y fue de mi mamá cuando estaba embarazada de mi hermanita María Sol. — respondió confundido mientras detallaba de nueva cuenta la hoja.

—Entonces, si acabo de decirte que no tengo cáncer, sólo queda una respuesta... ¿No lo crees?— preguntó con voz suave haciendo que de nueva cuenta Lionel lo mirara, ésta vez estaba asustado, incluso Memo podría asegurar que estaba pálido.

—Entonces vos...— murmuró observando al ex arquero. —No...

—Es un pedo demasiado extenso, pero también traje esto y esto por si no me creías. — descolgó una de las azas de la mochila para abrirla y rebuscar en su interior.

De ella sacó la prueba de orina y una ecografía, la última que se había hecho, con su nombre y semanas exactas del bebé.

—Ni siquiera tuvimos tiempo de que pudiéramos hablar de esto, lo de nosotros fue muy fugaz y muy raro... Sinceramente no busco que te quedes conmigo o lo que sea, haz tu vida en Argentina y todo eso; lo que sí necesito es apoyo económico, a menos que quieras que te meta una pinche demandota que...— simplemente Guillermo dejó de hablar cuando sintió a Messi abrazándolo. —... qué pedo. — murmuró confundido mientras fruncía el ceño. — ¿Estás bien?

—No. — respondió Lionel apretando a Memo entre sus brazos. —La situación es re irreal.

—Dímelo a mí. — habló Memo con una pequeña risa. —Literalmente una chingadera está creciendo dentro de mí y es raro.

—No lo llamés así. — murmuró con molestia.

— ¿Cómo? ¿Chingadera?— Messi asintió. —Espera... ¿Entonces lo quieres?

—Supongo que sí...

—Pensé que te ibas a ir por cigarros.

— ¿Cigarros?

—Bueno, es un decir. Así decimos aquí cuando un wey se entera que su novia está embarazada y la abandona.

—Mi padre siempre me enseñó que tenía que hacerme responsable de mis actos, al parecer fue lo único bueno que aprendí de él.

—Ya hasta estaba buscando abogados por si te ponías pendejo. — Leo rió apartándose de Memo y negó.

—No cabe duda que me sigue pareciendo fascinante la manera en la que te expresas.

— ¿Y usaste esa misma labia con Gignac o nada más conmigo?— preguntó Ochoa con desánimo mientras volvía a sentarse en la banca.

— ¿Quién es Gignac?

—No te hagas wey... ¿Ya te olvidaste del pinche morro fresón al que le susurraste cosas en el oído cuando jugamos contra los de prepa 9?— Leo musitó un "Oh" como respuesta antes de sentarse a un lado de Memo.

—Para empezar no sé a qué te referís... Y en segunda no sé qué es "labia". — repitió haciendo comillas con los dedos.

—De seguro a ese wey también le bajaste el sol, la luna y las estrellas; por lo menos él no puede quedar panzón. — musitó mirando hacia otro lado mientras de forma nerviosa jugaba con un anillo que sostenía en la mano.

—Sé que fui un tremendo hijo de puta al haberte evitado... Guille, tuve miedo, lo que hicimos fue nuevo para mí.

— ¿Y crees que para mí no?— reclamó con molestia. —Me arriesgué por tí y mira... Todo se fue a la verga.

—No te voy a dejar solo... ¿Lo sabés?— con algo de duda acercó una de sus manos para tomar de la mano a Ochoa.

—Pues es lo mínimo que puedes hacer. — con brusquedad Memo retiró sus manos del agarre de Lionel. —De perdido.

—Entiendo que vos me odiés rulitos... Me lo merezco, pero por favor no me alejés de él... ¿Querés?

—Yo no voy a alejarte, tú solito vas a hacerlo cuando vuelvas a Argentina.

— ¿Vos te pensás que después de esto voy a volver a Argentina?

— ¿Ah no?

—Guille, lo querás o no hay un bebito de por medio... Y para bien o mal tuyo, lo más importante que tengo en el mundo es mi familia... Vos y lo que está aquí adentro. — señaló el vientre nada notorio de Ochoa debido a la sudadera. —Son mi familia ¿No crees?

—Yo no lo soy... Nada más él. — respondió con un nudo en la garganta.

Memo no daba su brazo a torcer tan fácilmente, el orgullo era algo que lo caracterizaba.

—Así que sigue chambeando para que el bebé tenga por lo menos una vida decente, yo me encargo de lo demás. — agregó poniéndose de pie para así poder volver con sus amigos.

Pero esa palabra no podía salir de su cabeza.

Familia.

Chapter 11: Extraños Días de Abril.

Summary:

Un partido y una pelea pueden traer consecuencias al embarazo de Guillermo.

Chapter Text

Los días y semanas siguieron corriendo en el calendario, naturalmente también los meses.

Marzo, abril.

Guillermo contaba ya con 17 semanas de gestación, y tal como había prometido Lionel, no había dejado ni un sólo día a Ochoa.

Y por supuesto tampoco a su bebé.

La noticia aún no terminaba de ser digerida por el argentino, y mucho menos por su mejor amiga.

—Es que en verdad boludo, aún sigo sin poder creerlo ¿Leche radioactiva?— preguntó Antonela.

—Bueno, dice que no lo sabe con seguridad, esa digamos que es sólo una suposición.

— ¿Pero va todo bien con Guillermo y el bebé?

—Sí, todo va bien, recién lo acompañé a un ultrasonido.

— ¿Y?

—Boluda, fue increíble ¿Vos imaginás lo bonito que suena un corazón miniatura?— soltó con emoción haciendo sonreír a Antonela.

—Y pensar que estuviste evitándolo por meses ¿Ves lo bonita que es la vida cuando no te portás como un idiota? Ya tenés una familia ahora, Lio.

Familia.

Guillermo aún se rehusaba a llamar de esa forma a las dos personas que lo acompañaban en su día a día, y claro que era comprensible; en él aún estaba presente el dolor del rechazo por parte del argentino... Aún dolía.

Aunque aquel pensamiento estaba a punto de cambiar durante el partido del siguiente día contra los broncos de prepa 1.

Guillermo se encontraba en los vestidores analizando por milésima vez su físico, le parecía curioso cómo cosas como éstas eran posibles, justo cuando chicharito decidió aparecer para interrumpirlo.

—Wey, pareces de esos cachorritos panzones. — chilló Javi viendo a Memo.

Este rápidamente levantó la vista de su vientre y algo avergonzado bajó su sudadera.

—Chinga tu madre.

—Todo enojadito y todo panzón.

—Bueno verga, ya, ya sé que estoy panzón, todos los putos días desde hace como 4 semanas Vela, Layún, Andrés y tú están mame y mame con lo mismo ¡Ya!— gritó con molestia pero en el fondo quería llorar.

Le frustraba odiar todo de él, todo estaba cambiando con su físico en las últimas semanas y sus amigos no paraba de recordárselo.

Él sabía perfectamente que no lo hacían con intensión, simplemente eran medio bruscos demostrando su cariño.

Y aunque intentara reprimirlo, deseaba con todas sus fuerzas que Lionel estuviera ahí, le gustaba sentirse halagado por el castaño de flequillo, lo hacía sentir seguro.

—Vos lucís como una estrella, mi rulitos. — y Memo no tenía más remedio que morder el interior de su mejilla para intentar evitar el sonrojo y las ganas que tenía de lanzarse a Lionel siempre que le decía aquello.

Y más ahora que las hormonas del embarazo estaban haciendo de las suyas con su libido.

—Perdón Memito, sabes que no lo hacemos por chingar. — Hernández se acercó al de rizos y palmeó su hombro. —Sólo se nos hace curioso, eso es todo.

—Pues sí ojetes, pero no tienen que estármelo recordando cada que pueden.

—Es puro pedo, vente, ya vamos a las canchas para que te sientes un rato en las bancas ¿No te duelen las patas o algo?

—Sí, pero sólo poquito.

—Vente. — ambos salieron de los vestidores para caminar en dirección a las canchas.

El equipo se encontraba calentando, y por supuesto que ahí estaría él.

Lionel, que en cuanto vió a Memo sentarse en la banca, no dudó en correr hacia él.

—Hola Guille.

—Hola.

— ¿Vos y bebito vinieron a apoyarme?

—Ni te emociones, estamos aquí para ver a sus tíos, no te sientas. — Ochoa observó un mínimo gesto de tristeza formándose en el rostro de Lionel y suspiró. —Estoy jugando checito, seguro el inge estaría feliz de verte jugar.

— ¿El inge?— preguntó Messi frunciendo el ceño.

—Es un apodo que le puse ¿No te gusta?

—Sinceramente no.

—Pues ni pedo, porque así le voy a decir.

—No cabe duda que cada día me gusta más la forma en la que te expresás.

"Maldito bastardo, sabes lo que haces". — eso y una mentada de madre metal fue lo que Memo pensó, sin embargo, de su boca salió un simple:

—Córrele, ya vete a calentar porque en verdad necesitamos ganar este partido, tenemos la fe puesta en tí.

Bastaron unos minutos para que el juego comenzara; a pesar de que Guillermo ya no pudiera jugar, aún amaba estar en la banca apoyando a sus amigos mientras lo daban todo en la cancha.

Para su mala suerte todo empezó a valer madre a partir del minuto 63, cuando toda la porra de la prepa 6 soltó un pequeño "Uh" al unísono en cuanto vieron la patada que el número 4 de los broncos de prepa 1 le había dado a Lionel.

El defensa del equipo contrario, David Luiz, llevaba viendo con malicia al argentino y eso Memo ya lo había notado; esa patada había sido con alevosía y ventaja.

—Ay no. — murmuró viendo como Lionel caía al suelo mientras encogía la rodilla.

— ¿Qué pedo arbitro? Esa fue una puta falta. — exclamó Miguel, tenía que ser por supuesto el menos pedero del equipo junto con Javi.

Y justo en ese momento que nadie estaba viendo, Luiz extendió la mano a Messi para después quitarla y reírse de él.

Para su mala suerte, Ochoa si lo vió.

—Hijo de tu puta madre. — como si fuera puro impulso, Guillermo frunció el ceño y se levantó del asiento, apretando ambos puños y caminando hasta el jugador de prepa 1 para empujarlo.

— ¿Qué te pasa pendejo?— preguntó el de uniforme azul marino y cabello rizado.

— ¿Que qué me pasa? ¿Crees que no vi la culerada que hiciste? Qué poca madre la tuya.

—Qué te metes, pinche gato. — Memo empujó de nueva cuenta a David, ésta vez con más intensidad.

La tensión por darse en la madre era demasiado notoria, y creciente.

— ¡Andrés!— exclamó el Herrera haciendo una señal para que Guardado quitara a Guillermo de la cancha.

—Suéltame. — exigió Ochoa y Guardado lo dejó una vez estaban apartados.

—Bueno Memo, ¿De verdad que tú estás pendejo o qué te pasa?

— ¿Por qué?

—Sabes que tu embarazo es de alto riesgo cabrón, no mames Guillermo, me cae de madre que tú no terminas de entender que no puedes andar haciendo esa clase de chingaderas. — regañó Guardado con molestia y Memo observó por encima del hombro de Andrés a Messi en el suelo mientras se retorcía del dolor y ya varios tanto del equipo como del rival se acercaban a él.

—Me vale verga. — respondió mirando a Andrés antes de pasar por su lado y caminar de prisa hasta Luiz.

Sin pensarlo dos veces, el rizado tocó el hombro del de uniforme, y cuando éste volteó, lo empujó con la fuerza suficiente para tirarlo al suelo.

—Valiste madre. — habló el de piel apiñonada poniéndose de pie, estaba tan cerca de Guillermo, pero aún con todo, Ochoa no temía de él.

—Hey, hey, quieto pendejo. — intervino Javi entre Memo y David.

Retrocedió de vuelta a las bancas a Guillermo y Andrés apareció.

—Si le tocas un pelo, no nada más te estás ganando un boleto para que te rompa la madre yo, sino todo el equipo. — Guardado miró a sus compañeros de equipo que estaba tras suyo. — ¿Te quedó claro?

—Pues dile al pinche mugroso ese que no se vuelva a poner al pedo, además de metiche también es putito defendiendo a su mayate.

—Mamaste. — masculló Andrés con una pequeña sonrisita antes de dar un puñetazo al número 4.

Y sólo eso bastó para que la pelea entre los Coyotes y los broncos comenzara.

—De verdad que tú estás mega cabrón, cada día me sorprende más lo pendejo que puedes llegar a ser. — Chicharito renegó sacudiendo un poco la cabeza.

Todo en el partido del jueves por la tarde estaba siendo un desastre, todo estaba mal, y justo en ese momento un dolor agudo y punzante apareció en la zona baja del abdomen de Memo.

Y él sabía que eso sólo podía significar problemas.

El rizado soltó un pequeño quejido al tiempo que se llevaba una mano a la zona baja del ombligo y se sentaba en la banca.

—Guillermo, wey ¿Qué tienes?— preguntó Javi hinchándose un poco a la altura del rostro de Ochoa.

—No sé, me dolió de repente. — respondió entre un pequeño quejido.

—No digas mamadas...

—Háblale a alguien o algo... Llévame a la enfermería o no sé.

—Verga, verga, verga. — repitió una y otra vez con miedo mientras miraba a su alrededor. —Tranquilo wey, tú respira, no pasa nada ¿Okey? Vamos a pedir ayuda. — miró detrás suyo antes de soltar un fuerte chiflido. — ¡Carlos, wey!— hizo una seña al moreno que sin dudarlo corrió hacia ellos.

— ¿Qué pasó?

—Se siente mal.

— ¿Cómo que mal?— preguntó Vela mirando a Memo.

—Me duele el abdomen, es como un cólico pero cabrón.

—No mames, no me digas eso.

—Voy a pedir ayuda, tú quédate con él. — Carlos asintió mientras Javier corría en busca de ayuda.

El dolor intenso en la parte baja del abdomen del rizado, la bulla por la pelea entre Luiz y Andrés, y el montón de gente que se acercaba a revisar a Lionel no ayudaban en nada al estado en el que Ochoa se encontraba.

Guillermo tenía miedo.

Chapter 12: Secretos.

Summary:

Donde la hermana de Messi puede implicar un riesgo en la vida de Guillermo y su bebé.

Chapter Text

En el pequeño radio en la enfermería sonaba Sin tí de Los Panchos en un volumen apenas audible.

Una mujer adulta terminaba de examinar a Guillermo y ahora ambos se encontraban frente a frente, sentados en el escritorio del pequeño consultorio.

—La frecuencia cardiaca es la correcta para las semanas del feto, no hubo ruptura prematura de membranas, sangrado; ni daño en el saco amniótico, todo está en perfecto estado, Guillermo.

—Gracias a dios. — murmuró soltando un poco de aire.

—No sé si en un chequeo previo te lo habían dicho, pero lamento decirte que por tu condición, el embarazo tiene que ser de mucho más cuidado que uno normal. — el rizado asintió. —Esta fue sólo una pequeña advertencia por parte de tu bebé, debes ser más cuidadoso con esto Guillermo.

—Lo sé, y en serio lo siento, solamente me dejé llevar por mi estúpido impulso.

—Creo que estás disculpándote con la persona incorrecta, con quien deberías hacerlo es con él. — apuntó el vientre con una rápida mirada. —Deberás tener reposo absoluto de por lo menos dos días, ha sido demasiado esfuerzo y emociones encontradas para tí y tu bebé, no queremos que algo malo ocurra.

—En serio juro que lo voy a cuidar con mi vida, mis amigos incluso me hacen burla y me dicen "Mamá gallina". — mencionó haciendo comillas haciendo reír a la doctora.

—Sus razones deben tener. — respondió haciendo sonreír a Memo. —Sólo haz lo que te pedí, aliméntate bien y toma las vitaminas que te envió tu médico, no hay nada de que preocuparse, tanto tú como el bebé están bien así que eso sería todo.

—Gracias y... ¿De pura casualidad sabe algo sobre Lionel Andrés? Supe que también vino a enfermería.

—Lionel Andrés Messi del 531 matutino; sí, está a dos consultorios de este.

—Gracias por la información.

—Oye, no olvides lo que te acabo de decir.

—Reposo de por lo menos dos días, lo entiendo.

Guillermo salió del consultorio solamente para ser recibido con alguien abalanzándose a él en un abrazo.

—Eres un pinche peleonero pendejo, por favor no vuelvas a hacer eso. — escuchó decir a Andrés cerca de su oído y Ochoa soltó una pequeña risita para después separarse de él.

— ¿Qué le pasó a tu ojo?— preguntó el rizado observando el moretón en el ojo de Guardado.

—Unos pedillos.

—Lo bueno es que el peleonero pendejo soy yo.

—Los estaba defendiendo, agradece que no te partieron la madre.

—Eso que ni qué.

— ¿Todo bien con el sobrino?

—Sí, todo bien, sólo me mandaron reposo y esas mamadas.

—No sé a qué pinche santo le tengas que rezar para agradecerle que tu escuincle está bien, neta que te pasas bien de pendejo.

—Gracias wey. — respondió con simpleza y un movimiento de cabeza antes de comenzar a caminar.

—Oye, oye ¿A dónde vas? Ya vámonos a la chingada de aquí.

—Necesito ver si Lionel está bien.

— ¿Es neta que vas a ir a ver a ese pendejo?

—Lo queramos o no, Lionel es el papá de este bebé, así que tengo que asegurarme que esté bien.

—Cómo te mama la mala vida.

—Espérame aquí, no me tardo. — mencionó antes de seguir su camino rumbo a la habitación de puerta entreabierta.

Y ahí pudo confirmar que dentro se encontraba Lionel.

—Toc toc. — dijo Ochoa asomándose por la puerta de la enfermería.

—Hola rulitos. — saludó Leo con media sonrisa mientras seguía sentado en la camilla.

— ¿Cómo estás?— preguntó Memo entrando al lugar.

—Bueno, me dijeron que tengo un esguince de tobillo en primer grado, tal vez sanará en una o dos semanas. — respondió con pesar mientras mostraba su pie vendado. —Me dieron una incapacidad así que no podré venir a la escuela para verlos a vos y al bebé.

— ¿Es eso? O seguramente vas a pelarte a Argentina para abandonarnos. — bromeó sentándose con cuidado a un lado de Messi.

— ¿Después de todo aún pensás que los voy a dejar?

—Eres impredecible Lionel Andrés, nunca se sabe.

—No podría separarme de mi hijo y de vos, ni un sólo minuto.

—De mí ya lo hiciste una vez... ¿Te acuerdas?— musitó con un poco de rencor en la voz.

—Guille...

—Lo sé, la cagué, perdón no era el momento. — negó soltando un poco de aire por sus fosas nasales.

Formando un silencio incómodo, silencio que Lionel decidió romper.

—Alguien me dijo que vos te peleaste con el defensa de los broncos. — musitó quitando la vista de su pie para ponerla en Memo que de inmediato miró a otro lado y frotó su brazo.

—Sí, algo hay de eso.

—Pero todo bien con vos y el bebé ¿Verdad?— preguntó y Memo asintió.

—Él está bien, seguramente feliz y orgulloso de su papá por el juego de hoy.

—Papá. — repitió dejando una pequeña sonrisa. —Aún me parecé un poco irreal eso de ser papá... Jamás creí que eso fuera a pasarme.

—Ni yo, está bien pinche loco. — respondió haciendo sonreír un poco a Lionel.

— ¿Y no has sentido si se mueve?— preguntó mirando el vientre del rizado.

—Pues la última vez me dijeron que a lo mejor era muy pronto para eso, pero uno nunca sabe, un día de estos podría ser, quizás sea igual de impredecible que tú. — Lionel sonrió un poco provocando lo mismo en Memo.

— ¿Vos creés que pueda tocar? Muero por hacerlo, pero me gustaría tener tu permiso. — pidió sorprendiendo de cierta forma a Ochoa.

Hasta ahora no había dejado que absolutamente nadie tocara su vientre, sólo él podía hacerlo.

Y que de la boca de Messi salieran esas palabras, lo hacía sentir un poco extraño.

—Sí... Por supuesto. — respondió en un pequeño hilo de voz al tiempo que tomaba la mano de Lionel para acercarla a su abdomen. —Esto es raro.

— ¿Por?

—Eres el primero en tocarlo.

—Pues me alegra decir que me siento dichoso por ello. — respondió haciendo reír a Memo. —Hola hijo... Espero que te encontrés bien ahí adentro, espero pronto vos podás darnos alguna señal de vida a mí y a Memo, no sabés lo mucho que lo necesito... Te quiero.

"Así que así de bonito se siente tener una familia..."— pensó el rizado mientras observaba al castaño hablar con su vientre.

Una mínima sonrisita se había escapado de sus labios, Lionel lo miró.

—Me gusta cuando te ves así.

— ¿Cómo?

—Con los ojitos brillosos, parecés un cachorrito.

— ¿Me dijiste perro?

—Bueno, ¿Es normal que los mexicanos no se dejen querer o sólo es algo que pasa con vos?

—Creo que más bien es culpa de este niño de aquí.

—Vos no culpés a mi hijo.

—Literalmente todos mis cambios giran en torno a él, así que básicamente sí, es su culpa.

Y así terminó el jueves, llegó el viernes y más pronto de lo que imaginaban había dado paso al sábado.

Ni Guillermo ni Lionel podían ir a la escuela, la diferencia era que Ochoa sólo tomaría un pequeño reposo de días, quizás consideró tomarse un par de días más libres debido al dolor de espalda que no dejaba de molestarlo.

Y para Lio el mejor remedio, era hacer videollamada con el rizado.

— ¿Me escuchás?

—Algo, la neta se traba bien culero, ya contrata otro internet.

— ¿Y cómo sabés que no es el tuyo?— preguntó Lionel arqueando una ceja y Guillermo apretó los labios. —Eso pensé rulitos. — el rizado formó en sus labios una media sonrisa mientras posaba una de sus manos sobre su vientre. —No sabés lo mucho que extraño a ambos.

—No mames, no han pasado más de dos días desde que nos vimos.

—Dos días sin ustedes para mí son un montón.

—Qué exagerado eres.

—No es exageración, sólo que estaba comenzando a acostumbrarme a ustedes.

Todas esas palabras lindas y actitud de Messi poco usual en una familia mexicana promedio a veces hacía sentir raro a Memo.

Y Messi lo sabía, así que siempre que ese silencio incómodo ocurría, prefería cambiar el tema con tal de ver feliz a su Guille.

—Mirá, estaba aburrido y encontré un plumón así que hice esto. — Lionel mostró los dedos de su pie que estaban adornados con caritas felices. —Este sos vos, este es el bebé y el pequeñito soy yo, por obvias razones, claro. — volvió de nueva cuenta la cámara a su rostro y Memo rió al tiempo que negaba con la cabeza.

— ¿Sueles ser así de pendejo todo el tiempo?

—Si se trata de hacerte reír, soy capaz de comportarme como el más bobo del mundo, extraño poder ver tu sonrisa de frente así que no tengo más remedio que hacerlo a la distancia.

—Estoy seguro que el bebé te extraña.

— ¿Y vos?— preguntó Lionel con la esperanza de escuchar decir de los labios de Memo que también lo extrañaba.

Sin embargo eso no pudo ser posible, ya que la vista de Ochoa se enfocó en otro punto mientras fruncía el ceño.

— ¿Quién está atrás de tí?

— ¿Atrás de mí?— ladeó un poco la cabeza y giró la vista sólo para encontrarse con María Sol escondida en el marco de la puerta. —La puta madre. — musitó haciendo que la castaña se sobresaltara y desapareciera de la puerta de la habitación. —Rulitos, tengo algo importante que hacer ahora ¿De acuerdo? Hablaré con vos más tarde. — sin dejarlo decir más, colgó rápidamente la llamada y dejó el celular a un lado.

Ahora María Sol implicaba un riesgo, para él, Memo y su bebé.

Chapter 13: Revelaciones.

Summary:

El secreto de Messi sale a la luz ante sus padres.

Chapter Text

— ¡María Soledad Messi Cuccittini, vení para acá!— se abalanzó hasta la menor a quien logró tirar sobre el sillón.

— ¡Si me volvés a llamar por mi nombre completo te aseguro que haré que te arrepientas, pulga!— exclamó furiosa mientras forcejeaba. — ¡Soltáme de una, pulga!— exigió la menor mientras pataleaba.

—No hasta que me digas lo que escuchaste.

—Si me soltás te lo diré pero déjame ya. — exigió haciendo que su hermano mayor la dejara.

— ¡Habla!

—Lo escuché todo, vos tenés un novio bastante extraño y que por razones retorcidas espera un bebé ¿Es eso o me equivoco?

—La puta madre. — soltó con molestia mientras se llevaba ambas manos al rostro.

—Tenés que contarle al Rodri para pedirle ayuda con mis papás, a Matías no porque es semejante boludo y de mucha ayuda no va a ser.

—Soledad. — la niña levantó ambas cejas y Lionel rodó los ojos. —Sol.

— ¿Decíme hermanito?

—No le puedo contar a Rodri sobre esto, y mucho menos a mis papás.

— ¿Vos te pensás llevar a la tumba que tenés un hijo?

—Haré lo que sea necesario, pero por ahora ellos no lo deben saber, Sol. — el sonido de la chapa de la puerta principal siendo abierta interrumpió la conversación.

— ¿Qué hacén, pulguitas?— preguntó Rodrigo mirando a Lionel y María. —Están muy callados y eso me preocupa, sobre todo de vos, Soledad. — Messi y Sol se miraron para después mirar a Rodrigo. —Esto no me gusta.

— ¿Sabés que vos sos como nuestro segundo padre verdad Rodri?— musitó Sol jugando con su cabello.

—Ajá.

—Y antes de que Leo dé el paso de hablar con los viejos, tené que practicar con vos. — Messi frunció el ceño para mirar a Sol.

— ¿Qué hacés?— masculló molesto hacia su hermana.

— ¿Qué hiciste pulga?— preguntó Rodrigo dejando sus cosas sobre el sillón. —Te rompés el tobillo en mil pedazos, ¿Que podría ser peor ahora para el futbolista estrella de la casa?

—Ni lo imaginás hermano, si yo fuera tú me sentaba. — cada palabra salida de la boca de María hacía sentir más y más miedo a Lionel.

—Andrés...— llamó Rodrigo con severidad y Lionel tomó un poco de aire.

— ¿Vos qué te pensás que dirían mis viejos si se enteran que voy a ser... Papá?— el mayor de los hermanos Messi abrió los ojos en par y rápidamente miró a la pequeña María Sol que con una sonrisa forzada y un asentimiento de cabeza, respaldó lo que Lionel le había dicho.

— ¿Que hiciste qué Lionel Andrés? ¿Vos no te conocés los forros? ¿Qué acaso tenés 5 años?

—No pensé que lo fuera a necesitar de esa manera con él, boludo.

— ¿Él?— de nueva cuenta María Sol asintió y Rodrigo llevó ambas manos a su cabeza mientras caminaba de un lado a otro. — ¿Vos me estás rompiendo las bolas?

—Ojalá Rodri, pero lo que Leo te acaba de decir no es más que la verdad.

—Ay Andrés, ay Andrés. — repitió mientras deslizaba una de sus manos hasta su boca para cubrirla y sentarse frente a su hermano.

La noticia desconcertó de sobremanera a Rodrigo, jamás pensó que Lionel fuera capaz de hacer algo así, de Matías lo esperaba de cierta forma ¿Pero de Lionel? ¿El hijo favorito por excelencia, el más estudioso y el futuro campeón del mundo según su padre?

—Sé que para vos parecé una locura, para mí lo fue cuando me enteré hace unos meses, pero mirá que no estoy de joda. — Lionel desbloqueó su teléfono sólo para mostrarle algunas fotos que le había tomado desprevenido a Guillermo.

En una mordía despreocupadamente su tortita de tamal mientras su mano libre reposaba en su vientre, en la siguiente sonreía mientras cubría su boca y las últimas dos eran de él percatándose que Lionel le estaba tomando fotos.

En una de ellas tenía el ceño fruncido mientras hacía "huevos" con una de sus manos.

—Vaya pibe con el que fuiste a dar, Andrés. — negó Rodrigo al tiempo que devolvía el teléfono a Messi. — ¿Vos y ese boludo son pareja?

—Bue... En realidad lo conocí porque jugamos para el mismo equipo en el cole, todo fue rápido gracias a una fiesta ¿Te podés creer que le canten una de soda para poder...?

—Ya, no quiero oír más, entre más hablás peor se pone el asunto. —interrumpió Rodrigo moviendo ambas manos al tiempo que cerraba los ojos.

—Yo quiero ver a mi cuñado. — intervino Sol acercándose a Messi con intención de ver el teléfono.

—Soledad, ese minito de ahí no es nada tuyo, sólo el bebé que carga y nada más.

— ¿Cómo le podés decir eso a Sol?

—Decime entonces ¿Son pareja o algo?

—Uhm... No.

—Ahí lo tenés entonces, pelotudo. — negó soltando un poco de aire. —Mis papás te van a re cagar a palos, Lionel. Vos ni siquiera has sacado el cole completo y además tenés un futuro prometedor en el fútbol justo en tus manos.

—Y aún lo puedo lograr...

— ¿Y pensás que con un hijo de por medio lo vas a lograr? Lionel, poné los pies en la tierra, boludo, va a ser re imposible. Y lo será el doble ahora que los que te daban la plata y apoyo no lo harán más cuando se enteren.

—Si no tengo la plata ¿Al menos aún puedo contar con vos?— preguntó sintiendo el llanto venir. —Veré como lo arreglo, pero...

—Lio, Lio, Lio. — interrumpió el mayor. —No podría dejarte así nada más por más boludo que seas, che... Después de todo soy tu hermano mayor. — se acercó a abrazar a Messi para frotar su cabello. —Pero tenés que aprender que cada acción tiene consecuencias... Y mis viejos lo deben de saber, no lo podés ocultar por mucho después de todo, ese bebé no merece ser un secreto ¿O sí?

Y entonces eso es lo que pasaría, su hijo tendría que dejar de ser un secreto para la familia esa misma noche.

— ¿Qué hacés despierto tan tarde corazón? Vos debés estar reposando, lo dijo el doctor. — preguntó con preocupación la madre de Messi al tiempo que se sentaba junto a su hijo.

—Mi Leo, mi estrella, el futuro del fútbol en argentina, debés reposar para volver lo más pronto posible al futbol.

—Boludo, entre más hablan, más siento que le van a cagar todo a Leo. — musitó María observando a Rodrigo que asintió.

—Amm, tenemos que hablar.

— ¿Sobre? ¿Es que acaso vos decidiste retomar la oferta para volver a Argentina y comenzar con el fútbol?

—Claro, ahora todo tiene sentido, tremendo hijo de...

— ¡Soledad!— masculló Rodrigo como un regaño.

—Perdón Rodri.

—No, para nada, de hecho quiero hablarles del motivo por el cual decidí no aceptar.

—Bue, ya era hora Lio, a tu padre y a mí nos tenías con la duda desde hace semanas.

Rodrigo pasó casualmente por la sala mientras Lionel sacaba su teléfono para buscar algo en su galería.

— ¿Qué hacés?— preguntó su padre, y su duda fue resuelta en cuanto Messi le mostró la pantalla del celular. — ¿Por qué me mostrás a un pibe haciendo una seña?— preguntó y Lionel ladeó la cabeza antes de quitar el celular para mirarlo.

—Ahg, tremendo pelotudo que soy. — movió un par de fotos más a la izquierda.

La foto del último ultrasonido al que había acompañado a Guillermo fue la que ésta vez mostró a sus padres.

—¿Qué es esto Andrés?— preguntó su madre entrecerrando un poco sus ojos.

—Mi hijo...

— ¿Un hijo? ¿Tuyo? Esto tiene que ser una broma. — la risita en la mujer desapareció al ver la inexpresividad en el rostro de su hijo mientras negaba.

—Y el pibe de la seña es el que lo está... Esperando. — dijo mirando a otro lado al tiempo que lamía sus labios. —Me gustan los hombres. — confesó al fin con voz temblorosa.

Su madre lo miró confundida, y su padre... Bueno.

— ¿Quién sos y que le hiciste a mi Leo?— al fin habló el hombre.

—Siempre he sido así papá.

—No... No tú Lionel.

—Perdón...

—¡No te quiero volver a ver jamás en mi vida, no quiero que me expliques nada, no me interesa saber nada de vos, ni mucho menos de la aberración que va a nacer y el monstruo con el que salís! ¡Te desconozco!

—No lo podés echar a la calle. — irrumpió Rodrigo en la discusión.

—Claro que puedo Rodrigo Messi y no voy a dudar en hacerlo. Menudo trolo fue a parir tu madre, viste. — miró a su hijo mayor para volver de nuevo a Lionel. —No quiero que volvás a pisar esta casa Lionel Andrés.

—Papá...

—Ahorráte el llanto eh, y vete si no querés que sea yo mismo quien te eche.

—Ustedes de verdad que son un caso, Lionel tené un tobillo hecho mierda ¿Y aún así pensán en echarlo?

— ¿Acaso vos te pensás que a tu hermano le importó lo que la familia iba a pensar de la aberración que hizo?— al fin habló Celia, la madre de Messi.

—Ten por seguro que si mi abuelo Antonio y mi abuela Celia se enteraran, le ofrecerían mucho más apoyo que el que ustedes le están dando.

—Vos no estés tan seguro, Rodrigo. — señaló Jorge. —Y vos. — apuntó a Lionel. —No te quiero ver aquí Lionel Andrés... Esta noche vos ya no dormís aquí, así que comenzá a buscar donde pasar la noche; decíle a De Paul o a... La cosa con la que estás saliendo. — Lionel lo miró con molestia al tiempo que negaba y se dió la vuelta para caminar hasta su habitación.

—Podrán ser muy mis padres, pero ninguno de los dos se salva de decirles que son un par de giles. — la pequeña Sol de 12 años observaba toda la pelea de detrás del sillón de la sala.

Rodrigo fue hasta ella para llevarla a su habitación y después fue hasta la habitación de Messi.

—Lionel...— el joven de cabellos castaños terminó de llenar el bolso de deporte con algunas prendas para guardar su cargador y teléfono también.

—Comienzo a creer que todo lo malo que está ocurriendo me lo merezco. — musitó frunciendo un poco su ceño sin dejar caer una sola lágrima.

—Oye... ¿Qué decís Lionel? Nadie merece que le pasen cosas malas. — Rodrigo se acercó hasta él pero Lionel impidió que su hermano pudiera tocarlo.

—Si supieras la basura que fui con Guille antes de saber sobre el embarazo, créeme que no pensarías lo mismo, Rodri. — se limitó a responder antes de levantarse de la cama intentando no lastimarse más el tobillo. —Cuida a María, y despedíme del Mati. — Rodrigo lo miró al tiempo que negaba y antes de que Lionel pudiera dar un paso, lo tomó de la muñeca.

—Dejá que por lo menos te acerque a donde irás.

—No quiero que te metás en problemas por mi culpa.

—Sos mi hermanito, y no te pienso dejar solo ¿Oíste? Andá, no seas terco y dejáme llevarte.

Pero aún con todo, Lionel no dejaba de creer que todo esto se lo merecía.

Chapter 14: ¿Clásico? Insultarte.

Summary:

Una noche de clásico nacional y una nueva vida tocan a la puerta de la casa de Andrés y Guillermo.

Chapter Text

Guillermo tarareaba suavemente una canción de cuna mientras acariciaba su vientre con cuidado, tomó su teléfono y lo encendió para ver la hora por milésima vez.

—Ya es bien tarde y tu papá no contesta. — murmuró a su vientre y desbloqueó el teléfono para abrir la conversación en el chat de Messi.

8:40 pm.

Cacas

Todo está bien?? Me colgaste de pronto

Llama.

— ¿Crees que deba preocuparme? ¿Crees que tu papá nos abandonó?— preguntó con algo de incertidumbre y sintió ese horrible miedo invadiéndolo. —No mi amor... No nos abandonó, y si lo hizo pues que se vaya a la verga. — intentó convencerse para dejar de pensar en esa pequeña posibilidad.

Sin duda ese siempre fue su mayor miedo, ser abandonado, no sabría que hacer él solo con un hijo.

Pero aquellos pensamientos fueron interrumpidos por el insistente toquido en la puerta principal del departamento.

—De seguro han de ser tus tíos. — se dijo levantándose con cuidado de la cama y arrastró los pies hasta fuera de la habitación.

La puerta aún estaba siendo tocada y se percató que Andrés estaba en la cocina.

—Andrés, están tocando la puerta. — habló lo suficientemente fuerte pero Guardado pareció ignorarlo. — ¿Andrés?— llamó de nueva cuenta a Guardado.

—Y si con otro pasas el rato, vamo' a ser feli', vamo' a ser feli' felices los cuatro, yo te acepto el trato. — tarareó con los audífonos puestos y Memo se acercó a jalar de ellos para quitárselos.

— ¡José Andrés!— gritó haciendo que Andrés se asustara.

—Puta madre... Me sacaste un pedo, idiota. — soltó con frustración mientras apretaba los ojos y se recargaba en la barra.

—Están tocando la pinche puerta.

—Pues ve y ábrela. — obvió.

—Sí, puto baboso, deja la abro así como estoy, pinche idiota. — hizo mención a la simple playera que usaba y dejaba expuesto su vientre.

—Qué geniecito te cargas últimamente, pinche sobrino se la voy a hacer de pedo cuando nazca. — murmuró con un gesto de molestia para así colgar los audífonos sobre su hombro y Memo se adentró a la cocina para buscar algo que comer.

Andrés rodó los ojos y se acercó a abrir la puerta.

—Ay Memo, mira qué lindo de tu parte, ya recoges perras con cuernos de la calle.— Guardado se recargó en el marco de la puerta mientras observaba a Javier y Vela portar sus playeras rojiblancas.

—Cada día como que te piensas más tus pinches chistes culeros, ¿No?— preguntó Vela y Andrés cerró los ojitos y asintió dejándolos entrar.

— ¿Qué hay hoy o por qué los Gonzalos vienen de gala?— preguntó cerrando la puerta.

—Clásico Nacional. — respondieron Vela, Chicha y Memo al unísono.

—Pero si clásico es que siempre les ganen, ¿No?

—Tú cállate el hocico, tú no tienes derecho a opinión. — atacó Hernández.

— ¿Por qué?

—Porque es el clásico América vs Chivas y tú le vas al Atlas.

—El enemigo de mi enemigo es mi amigo. — respondió Guardado abrazando a Memo y Ochoa sonrió.

—Pues a tu amigo nos lo vamos a coger. — dijo Carlos.

—Ya se te adelantaron chavo. — respondió Guardado mirándole el vientre a Memo.

—Pendejo, sabes qué es lo que quise decir.

Memo fue al baño también para ponerse su playera azulcrema, cuando escuchó que la puerta fue tocada una vez más, haciendo que todos se miraran entre sí.

—¿Trajeron más gente?— preguntó Guardado y Javi y Vela negaron. —Qué raro.— Andrés se acercó a abrir la puerta mientras todo era silencio. —Memo, wey. — fue lo primero que salió de su boca al ver a Lionel frente a él con un bolso en mano y los ojos un poquito hinchados.

— ¿Qué?— gritó desde el baño.

— ¿Qué verga hace este pendejo aquí?— señaló sin prudencia alguna a lo que Messi frunció el ceño y los chismosos de Javi y Vela se asomaron para ver.

Por el tono de voz y manera de referir, de inmediato supo y estaba seguro que Andrés hablaba de Lionel.

Haciéndolo salir rápidamente del baño para ir a la puerta y encontrarse con el argentino.

— ¿Lionel?

—Hola Guille. — por su voz, Memo supo que había llorado.

— ¿Qué chingados haces aquí?

—Larga historia pero, en pocas palabras me corrieron de mi casa.

—Ah mira, qué huevos, y como claramente la casa es hotel, puedes venir. — intervino Andrés. — ¿Por qué no fuiste con alguno de los otros dos checitos?

—Me pareció prudente estar con mi familia.

—Ah mira. — respondió Javi sarcástico al tiempo que se cruzaba de brazos y lo miraba desde dentro del departamento. —Ahora sí te pareció prudente ¿No? Ramero.

—Javier, no te pases. — regañó Guillermo haciendo que Hernández lo mirara. — ¿Creen que se puedan retirar?— preguntó Ochoa y Javier y Vela se miraron. —No creo que sea muy apropiado tener visitas en este momento.

—Pero es el clásico. — respondió Javier entre dientes.

Ochoa les señaló la puerta con la mirada y ambos amigos se resignaron.

— ¿Vamos a las alitas a verlo?— propuso Vela.

—Va. — aceptó Hernández de inmediato y se despidieron de Guardado para así salir.

—Cámara Paco Memo.— Vela le chocó el puño y antes de irse miraron mal a Messi.

—Pásate, checito. — invitó Guardado con un ademán de mano.

Se sentaron en el sillón de la sala, sólo con el silencio incómodo.

—Desembucha. — habló Guardado cruzando sus piernas y ambos brazos.

—Des... ¿Qué?

—Que hables. — corrigió Guillermo.

—Oh... Bueno, mis viejos ya saben que Guillermo y yo vamos a tener un hijo.

— ¿Les dijiste?— preguntó Guillermo con tono de sorpresa.

—En realidad yo no quería, pero mi hermanita María Sol escuchó toda la conversación, si no lo decía yo, ella iba a terminar de cagar todo.

—Si estás aquí es porque claramente las cosas no salieron bien. — intervino Guardado y Lionel asintió apenado.

—Mis papás ni siquiera sabían que me gustaban los hombres, así que sí, evidentemente salió todo como la mierda.

—Me sorprende que si hayas tenido huevos de decirle a tu familia que empanzonaste a un cabron... Que por cierto, es demasiado inusual de oír.

—Me dijeron que no querían volver a saber nada de mí... Ni de mi hijo, aunque en realidad ni siquiera lo llamaron así, fueron tan crueles, jamás pensé que pudiera salir algo así de ellos.

—Pues la neta si me siento medio mal por tí. — habló Andrés haciendo que Lionel lo mirara. —Pero si te vas a quedar aquí, vamos a establecer dos reglas, básicas. — señaló haciendo una seña con sus dedos.

—Adelante.

—Vas a pagar renta, al sobrino se la paso porque pues... Es eso, mi sobrino. Y la segunda, vas a dormir en el sillón, este requisito es de ahuevo, ni te molestes en preguntar por qué.

"No coman pan enfrente de los pobres."

Eso fue a lo que se quiso referir Guardado con el segundo requisito, pero obviamente no iba a dejar a relucir su soltería y que Rafita ni lo pelaba.

—Y que te quede claro que esto lo hago por dos cosas; la primera es porque para bien o para mal eres el papá de la bendi y sí o sí tienes que apoyar a Memo, y la segunda, es porque estás semi cojo. Si por mi fuera, te mandaría a chingar a tu madre ¿Entendiste?— Lionel no hizo más que asentir. —Y... Al chile yo los dejo, me incomoda un chingo estar con ustedes, me siento bien mal tercio. — hizo un escalofrío fingido y se levantó del sillón.

—Guardado es un pibe re piola ¿No?

—Puedes dejar de fingir, ya se fue. — un pequeño puchero se formó en los labios de Lionel al escuchar aquellas palabras por parte de Memo.

El argentino solamente se abalanzó con cuidado a los brazos de Ochoa que sin dudarlo correspondió.

—No sabés lo mucho que los necesité Guille. — musitó al fin dejando salir todo el llanto que se llevaba guardando. —Todo parecía sacado de una digna película de horror.

—Ya estás aquí con nosotros, con tu... Familia. — soltó algo dudoso al tiempo que hacía un gesto extrañado.

— ¿Vos lo decís en serio?— preguntó Lionel de inmediato con los ojitos llorosos mientras se separaba del abrazo para tomar a Memo de ambas manos.

—Mhm, muy en serio.

—Gracias. — repitió infinidad de veces al tiempo que volvía abrazar a Memo.

El tono de voz... Ese tono de voz tan sincero y tan humano por parte de Lionel le apachurró el corazón.

—Me parecé tan estúpido y tan loco que un bebé haya llegado para cambiarme la vida, Guille aún no me lo creo. — musitó separándose lentamente de Memo para colocar una de sus manos sobre el vientre de este.

—Es raro. — se limitó a responder algo incrédulo del momento tan lindo que estaba viviendo.

—Quiero que vos sepás que aún a pesar de todo, yo te re amo... Como no lo imaginás, Mate. — susurró con suavidad al tiempo que acariciaba con cuidado el vientre del rizado.

— ¿Mate?— preguntó Memo algo confundido al tiempo que ladeaba la cabeza.

—Tengo una corazonada, tal vez vos pensés que es estúpido pero... En el fondo presiento que acá adentro hay un varoncito... Y me gustaría que, no sé, tal vez podá llamarse Mateo... Mateo Messi Ochoa ¿Qué opinás?

— ¿Y si es niña?

—Bueno, vos le podés elegir el nombre si querés.

—Lucciana... Me gustaría Lucciana Messi si fuera niña.

—Suena precioso, Guille.

—Perfecto diría yo. — apretó un poco sus labios dejando ver una media sonrisa antes de mirar de nueva cuenta el vientre de Memo.

—Hola Mate o Lucci... Ojalá pronto podamos saber que sos y también espero que pronto te movás... Quiero sentirte bebito, por favor. — pidió casi en una súplica para hacer algo que Guillermo jamás pensó vivir.

Y mucho menos al lado de quién seguía siendo su crush de prepa por más que quisiera resistirse.

Lionel dejó un casto y suave beso sobre el vientre de Ochoa y al separarse regaló una pequeña sonrisa.

—Te quiero... Pulguita.

Pulguita.

Llegando el lunes por la mañana Lionel ya sabía que se quedaría completamente solo en casa, Guillermo se sentía con mejor ánimo para volver a clases y no se sentía aún lo suficientemente capaz de poder quedarse a solas en la misma casa que Messi.

— ¡Cámara Andrés, se nos va a hacer tarde! — exclamó Memo desde la puerta.

—No encuentro mi puta memoria, adelántate. — pero eso no era más que una mentira por parte de Guardado para que Guillermo saliera de casa.

Logrando su cometido.

—Va, te espero abajo.

Una vez se aseguró que Memo salió del departamento, caminó a la sala sólo para encontrarse con Messi.

—Aprovechando que estamos solos, tengo algo más que agregar a la conversación del sábado; ese día ya no quise decirte esto porque pues, Memo estaba presente y ayer se veían muy cansados para hacer mi show.

—Adelante, podés hablar.

—Considero que Guillermo es lo suficientemente grande como para tomar sus propias decisiones, pero quiero que te quede algo bien claro, si te atreves a abandonarlo; esta vez no me voy a tentar el corazón y te voy a romper la madre, ya he tenido bastantes consideraciones, y yo no soy el único del equipo que piensa en hacerte daño si tú lo dañas a él ¿Te quedó claro?

— ¿Son así de agresivos acá?

—Una pregunta no se contesta con otra, a menos que sea un pendejo; y en efecto, así somos aquí si te metes con uno de nuestros amigos, así que al tiro o te termino de chingar tu patita.

Esta vez Lionel pensaba hacer las cosas bien, no se iba a permitir por nada del mundo perder a la poca familia que le quedaba en el mundo.

Memo y su bebé.

Chapter 15: Tortas y Pasteles.

Summary:

Solo Memo y Lionel viviendo un momento en familia.

Chapter Text

Con la llegada de Mayo y los 6 meses de embarazo de Memo, llegaron nuevas cosas.

Mateo al fin decidió moverse, y ahora Lionel y Guillermo sabían que se trataba de un él.

De un niño.

Pero Messi aún guardaba la esperanza de poder darle la niña a Memo en unos años más.

Cada día que pasaba, estaba seguro de no quererse separar nunca de Ochoa, y Memo... Bueno, él aún se ponía difícil con el tema, pero sus buenos besos le robaba al argentino, no iba a desaprovechar semejante oportunidad.

Todo con la nueva familia iba relativamente bien, exceptuando el pronto abandono de estudios por parte de Memo y Lionel apenas terminara el semestre.

No estaban para nada listos de decirle adiós... Pero sin apoyo, no había nada más que pudieran hacer.

Ahora era un sábado de mayo por la noche, Guardado había salido de fiesta como usualmente hacía, y aunque Memo no lo quisiera, estaría completamente a solas con Messi.

— ¡Es niña, es niña!— un pequeño niño pelirrojo se burlaba de Guillermo de tan sólo 9 años.

Seguido de un montón de niños más que se burlaban de él.

— ¡Ya cállense!

—Nada más las mujeres pueden quedar panzonas.

El recuerdo de su secreto siendo contado por toda la escuela primaria regresó de golpe a su memoria.

— ¡Eres niña, eres niña!— decían todos al unísono.

El que más se burlaba era ese niño, Saúl.

—Ni tan niña, porque una niña no te puede dar en tu madre, pendejo. — apretó los ojos con fuerza al tiempo que se rodaba en la cama y se encogía.

Una pesadilla, de eso se trataba.

—Memo, rulitos...— una tenue voz se hizo presente haciéndolo abrir poco a poco los ojos mientras sentía sus sienes punzar. —Memo, ardés en fiebre. — escuchó decir a Lionel al tiempo que lo vislumbraba.

— ¿Qué pedo? ¿Qué haces aquí?- preguntó un tanto confundido al tiempo que sentía a Messi sentado a su lado en el borde de la cama.

—Escuché ruido y vine a verte. — sintió la mano tibia de Messi tocando su frente. —Guillermo por dios, tenés la cara roja. — ahora ambas manos lo tomaron por las mejillas. —Esto es grave.

—Con un trapito húmedo en la frente se me quita.

—Yo no lo creo.

—No hagas tanto pedo, es sólo una pinche fiebre pedorra. — Lionel se negó ante ello y salió del cuarto en busca de un termómetro para poder restregarle en la cara a Memo que no siempre podía tener la razón.

Obligó al rizado a tomarse la temperatura a mitad de la noche, al terminar Lionel retiró el termómetro de su boca.

—Memito, tenés 38.2 grados...

— ¿Y eso es malo?

—Es malo si un bebé depende de vos, bonito.

Bonito.

Ya no sabía si las mejillas rojas eran por la fiebre o el cumplido... Le gustaba.

—Mañana en cuanto salga el primer rayo de sol te voy a llevar al médico... No podés estar así Guille, no quiero que algo te pase ni a vos ni a mi bebé.

Y antes de que Memo pudiera negarse, las palabras de la doctora en la enfermería hace un mes llegaron de golpe.

"Esta fue sólo una advertencia por parte de tu bebé, debes ser más cuidadoso con esto Guillermo."

—Sí, tienes razón... No me opondré, iremos. — Messi se quedó toda la madrugada vigilando a Memo en espera de que la fiebre bajara, para su mala suerte eso no ocurrio.

No quedaba más remedio que esperar al día siguiente para ir al médico...

—Pues ya te revisé y por lo que veo no tienes infección de algún tipo. — comentó la doctora. —Muchas veces cuando se trata de un primer embarazo, el organismo lo toma como un ente extraño que busca eliminar.

— ¿Eliminar?— preguntó Memo un poco asustado mientras inconscientemente "protegía" su vientre con ambas manos.

—No, descuida, no le va a pasar nada; sólo que gracias a eso se manifiesta el alta de temperatura. — el rizado soltó un suspiro un poco aliviado y Messi escabulló una de sus manos hacia la pierna de Memo para acariciarla y darle tranquilidad. —No te preocupes, no hay nada que un poquito de reposo y tiempo en familia no ayude.

Y sin importar nada, eso sería lo que Lionel haría, pasar tiempo con su familia, y más ahora aprovechando que Guardado no estaría en casa...

—La verdad quedé bien ciscado desde que me dió covid hace un año, así que por si las dudas, me voy a quedar en la casa del chicha unos días, no vayan a andar de pinches cochinos marranos, impuros, puercos...

—Si wey, ya entendimos el punto, ya cállate a la verga. — interrumpió Memo completamente sonrojado y Lionel rió por ello.

Memo negó con una sonrisa recordando al mejor amigo tan pendejo que tenía y miró su vientre.

—Hola tamalito. — musitó picando su vientre. — ¿Tú también te sientes malito o por qué no te has movido tanto hoy?— preguntó acariciando con la palma de la mano aquella curva en su abdomen.

Lionel por supuesto buscaba cada que tenía oportunidad capturar aquellos momentos para la posteridad, así que se encontraba grabando con su teléfono a Ochoa mientras este platicaba con su vientre.

—Ya me estás grabando ¿Verdad?— preguntó Ochoa mirando hacia la cámara.

— ¿Podés sonreír? Te ves divino con las mejillas rojas mientras acariciás al Mati. — el contrario lo miró con mala cara antes de acomodarse en la cama.

—Si me vuelves a pedir que sonría, además de que te voy a meter un vergazo voy a tirar tu teléfono ¿Te quedó claro?— preguntó con un evidente mal humor haciendo que Leo borrara su sonrisa de inmediato.

Lentamente bajó su teléfono hasta el bolso de su pantalón para guardarlo y levantó ambas manos en señal de rendición.

—Tampoco seas mamón.

—Mejor decíme cómo te sentís... ¿Querés algo? ¿El bebé está bien? ¿Vos estás bien?

—Es la tercera vez que te digo que estoy bien ¿Cuántas veces más te lo voy a tener que repetir?

—Perdón, a veces soy muy paranoico.

—Sí, ya me di cuenta. — murmuró antes de sorber su nariz y se cubrió con las sábanas. —Aunque pensándolo bien, y aprovechando que anda tan servicial, sí, sí quiero algo.

—Decíme entonces rulitos ¿Qué necesitás?

—Una torta.

— ¿Una torta?

—Sí, de 4 quesos... Como las que me hacía mi papá cuando estaba chiquito.

— ¿Dónde voy a conseguir eso?

—No sé, pero ve ya o tu hijo y yo vamos a morir de hambre. — pidio y con algo de confusión, Lionel salió de casa.

Únicamente para entrar por la puerta media hora después con una carita de felicidad por poder consentir a Memo y a su bebé.

—Mirá, no tenían 4 quesos pero sí 3 leches ¿Te sirve?— preguntó con inocencia mientras sostenía el pastel entre sus manos.

El rizado estaba en un dilema entre golpearlo por tonto o soltar un chillido de ternura por su inocencia; la diferencia cultural aún era demasiado notoria.

Soltó un poco de aire acompañada de una risita y negó, Lionel ladeó la cabeza sin comprender a qué se debía la risa en su amado.

—No es... No era eso a lo que me refería.

— ¿Ah no?— preguntó con desánimo mientras colocaba el pastel sobre el buró. — ¿Entonces?

—Esto que me trajiste se llama pastel aquí en México. La torta, lo que te pedí, es un pan que aquí conocemos como bolillo o también telera; le ponemos un chingo de pendejadas como aguacate, jamón, milanesa, cebolla, chile, jitomate. — numeró.

—Ah... ¿Cómo un sándwich?

—Sí... Más o menos ¿Creo?

—Si vos me hubieras explicado eso desde antes no hubiera pasado el ridículo en la pastelería.

— ¿Por qué? ¿Te dijeron algo?

—La señora me vió raro y se quería reír.

—Y con justa razón... Torta de cuatro quesos, eres un menso.

—Y vos sos perfecto. — musitó gateando sobre el colchón hasta estar cerca de Ochoa para comenzar a besarlo.

—Quítate, ¿Qué tal que tengo algo y te enfermo?— susurró separándolo lentamente de él para observar sus ojos brillosos.

—Por un beso tuyo no me importaría enfermarme de la cosa más terrible, vos valés la pena. — murmuró cerca de los labios contrarios para acercarse de nueva cuenta y poder besarlo.

— ¿Quieres que te recuerde que por eso estoy así?— preguntó con una ceja arqueada a la par que colocaba una mano sobre su vientre ahora más notorio. —Y así que tú digas "Uy qué grato se siente", pues la verdad no.

—Vos no vas a pensar lo mismo cuando lo tengamos con nosotros.

—Tienes razón, va a ser peor.

—No pensés en eso Guille... Sólo esperemos.

Una espera para la que sólo faltaban 3 meses.

Chapter 16: Mi Mayor Anhelo.

Summary:

Donde Lionel es muy ingenuo y Carlos y Javier un poco mas abusados.
Una propuesta y una platica.

Chapter Text

Cuando Guillermo estaba del todo recuperado, volvió a la escuela, con sólo un mes para concluir sus estudios y no volver más al igual que Lio... Él sólo quería estar bien, y quería que Mateo también lo estuviera.

Y Lionel, estaba a punto de dar un paso importante en su vida.

—La verdad es que pinche Layún se me hizo bien guapo desde que me defendió del vato del poli que me barrió bien puercamente.— contó Javier sentado en unas bancas con Vela. —Pinche vato así todo pedero, alto, sudado, guapo...— Carlos contuvo la risa y apretó los labios al ver la ilusión en la mirada de su amigo. — ¿Qué? ¿Por qué me ves así?

—No, por nada, sólo que me deja anonadado lo puto que puedes llegar a ser algunas veces.

—Chinga tu madre, todavía que te lo cuento porque te tengo confianza. — Vela rió ante la mala mirada por parte de Chicha.

Misma sonrisa que desapareció al ver a Lionel acercarse a ellos.

—Ya le cayó cagada al pastel. — soltó con un ligero tono de molestia.

— ¿Pastel?— preguntó Messi sin comprender.

—Nada, checito ¿Qué se te ofrece?

—Necesitaba hablar con ustedes.

—Ajá ¿Sobre?

—Sé que todos los encuentros que hemos tenido en los últimos meses han resultado un tanto... Desastrosos.

— ¿Y por qué será tú?— preguntó Vela con sarcasmo.

—Algo que debes de saber es que aquí en México somos bien pinches rencorosos. — comentó Javier haciendo que Carlos asintiera.

—Soy consciente de todo el aprecio que siente el equipo por Memo, quiero hacer las cosas bien con Guille esta vez; y ya que ustedes son sus mejores amigos y los únicos que no me han amenazado con cagarme a palos... Necesito de su ayuda.

— ¿Ayuda exactamente para qué?— preguntó Javier.

—Quiero pedirle a Guille que sea mi pareja. — Carlos y Javier se miraron algo asombrados para volver la vista a Messi que les regaló una tímida sonrisa.

Por supuesto que lo iban a ayudar, un poquito de diversión no hacía daño.

—Pero por supuesto que te podemos ayudar con eso, es más, tengo una idea bien cabrona que sé que le va a mamar y ahuevo te dice que sí. — Vela lo miró no muy convencido y Chicharito lo codeó por lo bajo.

—Ah sí, claro checito, te ayudamos. — asintió Carlos siguiéndole el juego.

— ¿Lo decís en serio?— Javier chifló en afirmación y Lionel sonrió.

—Hoy mismo sales de la prepa con novio, chingo a mi madre si no.

Y Kun no estaba del todo de acuerdo con que su mejor amigo pidiera ayuda para algo tan importante a Carlos y Javier.

—Vos le pedís ayuda a los más ineptos de ese grupo, Lionel; seguramente te quieren hacer quedar como un boludo enfrente del rulitos.

—Pues me dijeron que era una forma muy común de hacerlo acá en México, y nadie se ve más mexicano que ellos.

—Ay Lionel, sos re inocente por no llamarte de otra forma.

—Andá, ayudáme a colorear de ese lado. — Agüero rodó los ojos pero al final de todo accedió a ayudar con la tonta idea de Hernández y Vela.

A la que por supuesto también se sumaron Guardado y Giovanni.

Estaba casi todo listo.

—Entonces haz de cuenta que vi ropita así bien chida, pero nombre, le vi la etiqueta y dije "Nhe, ¿Pa' que?"— contó Memo mientras se terminaba su sincronizada.

— ¿Cómo que para qué? Baboso, pues pal' Matty. — respondió Guardado con obviedad.

—Pues sí, pero es que si está bien perra cara.

—Wey, ese día de la fiesta no llevabas ni para unos putos condones, y ni porque te regalé uno fuiste capaz de ponértelo, ya ni la chingas.

—Bueno ¿Ya no?— frunció el ceño provocando risa en Andrés.

La vibración de su teléfono en el bolso de su pantalón interrumpió, haciéndolo sacar para ver la notificación.

12:50 pm.

Chicha

We, cáele a canchas con el Memo

Ya tenemos todo jeje 😈

Guardado sonrió y apagó el teléfono.

— ¿No traes ganas así como de caminar?— preguntó Andrés al tiempo que se estiraba.

—No, me duelen las patas.

—Ándale perro huevo, vamos.

—No estés chingando, no soporto la puta espalda y los pies ¿Y aparte quieres que vaya a caminar? Pues ni que fuera peregrino, déjame descansar. — valiéndole absoluta madre lo que Guillermo le dijo, Andrés se puso de pie y tironeó a Memo de ambas manos para ayudarlo a levantarse.

—Ándale.

— ¿Por qué tanta pinche insistencia?

—Ots, es un secreto.

— ¿A dónde vamos?— preguntó siguiendo a su mejor amigo.

—Tú espérate, te vamos a dar una sorpresa.

—Pero si cumplo años hasta dentro de 2 meses.

—No seas baboso, no es esa clase de sorpresa.

— ¿Entonces?

—Ya vas a ver.

Caminaron hasta llegar al lugar indicado, Memo seguía sin entender qué era exactamente lo que estaban tramando sus amigos.

Tal vez se preocupó un poco en cuanto vió a Javier, Carlos, Dos Santos y a Lionel juntos en el mismo lugar.

Guardado dejó a Memo y Lionel frente a frente para él poder ir hacia sus amigos.

— ¿Qué es todo esto, Messi?— preguntó el rizado mirando a Lionel frente a él con una cartulina doblada y detrás suyo a Chicha, Vela, Gio y Andrés con una sonrisa que a su parecer era maliciosa. — ¿Me debo preocupar?

—Para nada Guille, Hernández me dijo que para vos sería especial algo como esto.

Arqueó una ceja y ese característico cartel con letras de diferentes colores, corazones, y la tonadita de música de banda se hicieron presentes.

Al fondo sus amigos estaban aguantándose las ganas de reír mientras Messi sostenía el cartel con la frase "¿Quieres ser mi novio?" y otras frases como "Te amo panzón" y "Eres el dueño de mis quincenas."

—Vos y el bebé son lo más precioso que tengo en el mundo... Sólo necesitaba esto para dar el último paso. — Guillermo comenzó a sentirse apenado en cuanto algunas personas de la universidad se detenían a ver el espectáculo.

"No mames". — pensó.

— ¿No podemos hablar esto en privado?— Lionel algo confundido por la reacción de Memo, asintió y cerró el cartel.

Guillermo por otro lado le arrebató el celular a Carlos, pausó la música para después ahuyentar a sus amigos y así ambos caminaron a un área más tranquila y donde sólo pudieran estar Lionel, Mateo y él.

— ¿Por qué chingados hiciste eso?

—Ya te dije, Javi me dijo que te iba a encantar.

—Ay ese pendejo, me lo voy a putear.

—Pero decíme... ¿Te gustó?

—O sea, si está padre, pero es que nunca nadie había hecho algo parecido, y aparte un chingo de gente nos estaba viendo.

—Para mí en ese momento sólo éramos Mateo, vos y yo. — Memo sonrió un poco para bajar la vista a su vientre y acariciarlo. —Guille... Quiero que sepás que estoy dispuesto a hacer las cosas bien por vos y Mate, te lo prometo, no pienso dejarlos nunca, quiero estar en cada logro de ambos... Y que ambos podán estar en cada uno de los míos.

—Aún me cuesta todo esto, Lio...

—Lo sé, sé que resultá difícil, sólo te pido una única oportunidad y ten por seguro que no la voy a echar a perder... Quiero comenzar de cero con vos mi rulitos... Dejáme hacerlo.

—Creo que... Pues sí, no pierdo nada con intentarlo... He visto lo mucho que te has esmerado desde que supiste sobre esto, e incluso te arriesgaste a que te corrieran de tu casa. — Lionel desvió la mirada ante aquello.

Aún con lo hijos de puta que habían sido sus padres aquella noche, todo eso le seguía rompiendo el alma al argentino.

—Podemos hacerlo funcionar esta vez...— musitó recuperando la vista de Messi en su rostro y lo tomó de ambas manos.

Depositó aquellas suavemente sobre su abdomen y acarició los dorsos con sus pulgares.

Lionel por fin había dado el paso.

Y Memo al fin había cedido.

— ¿Podés creer que papá y yo ya somos novios?— preguntó con ilusión y el bebé pateó en respuesta. —Y tal vez algún día podamos ser esposos.

—Cht, cht, cht calmado, no llevamos ni 5 minutos de novios ¿Y ya estás pensando en boda?

—Hemos empezado todo al revés, primero tuvimos un hijo y luego fuimos novios ¿Qué más importa el orden y el tiempo?

El tiempo, aquel que será el mejor aliado de ambos... De su familia.

Chapter 17: Abuelita.

Summary:

La situación sobre el futuro lleva atormentando ligeramente la vida de Guillermo y Messi.
Una videollamada los hace despejarse de esa idea al menos por unos minutos.

Chapter Text

El primer mes de novios entre Lionel y Memo resultaba maravilloso, como de película gringa de amor... Todo un sueño.

Por supuesto, cuando Carlos y Javier no le recomendaban a Lionel hacer pendejadas que según ellos iban a ser buenas para Memo.

Parecía que el argentino no comprendía que esos dos cabrones no eran de fiar.

—Chécate, vas a llegar, vas a tomar vuelo, y le vas a acomodar una nalgada. — dijo Chicha mientras Lionel veía a lo lejos a Memo conversar con Andrés.

— ¿No crees que eso a Memo vaya a molestarle?

—Al contrario checito, aquí es una manera muy común de demostrar el amor entre parejas. — insistió.

—Ya cuando le acomodes la nalgada, le vas a decir "Buen día culón". Vas a ver el besote que te va a dar. — agregó Vela.

Seguramente que si Kun hubiera estado ahí, lo hubiera detenido de hacer semejante estupidez para decirle:

"¿De verdad que vos no entendés verdad, pelotudo?"

Pero para suerte de Hernández y Vela, eso no pasaría, al menos hoy.

Y como buen inocente que era, hizo caso a lo aconsejado, acercándose al de por sí enojón Guillermo quien ahora lo era el doble, para darle una buena nalgada.

—Buenos días... Culón. — saludó con una amplia sonrisa y Memo lo único que hizo fue darle una cachetada.

Pero lo de Messi parecía ir de error en error, problema que tenía recientemente gracias a que Guillermo aún no terminaba de comprender que tenía un novio argentino... Y un poquito menso, así que debía ser demasiado específico la mayor parte del tiempo.

— ¿Me das una cachetada?— Lionel había leído que el lívido solía aumentar en esos meses específicos del embarazo.

Pero jamás creyó que Memo fuera de esos.

— ¿Perdón?— preguntó en caso de haber oído mal.

—Que me des una cachetada.

— ¿Vos estás seguro mi rulitos?

—Si no me das una cachetada, te voy a soltar un madrazo.

—Como gustes. — intentó ser ligero cuando repentinamente estampó la palma de su mano contra la mejilla de su novio. — ¿Así o más fuerte? ¿También querés que te diga cosas sucias?

— ¿Qué te pasa pendejo?— exclamó en un grito que hizo pegar un pequeño salto a Lionel. —No mames, me refería al dulce ¡Un dulce! Son unas chingaderas planas de colores que están en la alacena.

—Ah... ¿Vos hablás de esto?— preguntó caminando a la cocina para mostrarle empaque.

— ¡Sí!

—Bueno, yo no tengo la culpa de que acá le pongan nombres tan raros a las cosas.

Y ahora Guillermo había dejado recientemente la escuela, con 7 meses de gestación ya era básicamente imposible continuar con los estudios.

Y Lionel trabajaba día y noche para que las personas que más amaba tuvieran lo necesario...

—Hola mi bonito. — saludó Lionel entrando a la habitación. —No sabés lo mucho que los extrañé.

—Nosotros también, un montón, hubieras visto al Mate, de seguro cuando sea grande va a ser futbolista... Al menos él si va a poder cumplir lo que nosotros ya no... ¿Verdad?— musitó evitando no sonar triste.

— ¿Por qué lo decís?

—Pues porque pateó mucho. — dijo como lo más obvio del mundo.

—No, lindo, me refiero a que, ¿Por qué pensás que no lo podemos lograr?

—Si cuando no teníamos hijos no pudimos hacerlo ¿Qué te hace creer que justo ahora que nuestro Mate nace en menos de 2 meses se va a poder?

—Aún podés ser el arquero de la selección mexicana y yo el delantero de la selección de argentina... No todo está perdido.

—No lo creo.

—Sólo imaginá lo precioso que sería que Mateo y vos pudieran verme en los palcos mientras juego...

—O a tí y a Mateo viéndome a mí. — Lionel sonrió por aquella imagen mental para acercarse al rizado y dejar un corto beso en sus labios.

—Mateo será re lindo. — murmuró colocando una de sus manos sobre el vientre de Ochoa para frotarlo con cuidado. —Precioso. — musitó con una sonrisa que achinaba un poco sus ojos.

—Con que no sea igual de pequeñito que tú, con eso me basta. — Messi quitó la vista del vientre para ponerla sobre el rostro de Ochoa quien se encogió de hombros. —Sólo digo que, no quiero que también le digan pulga.

—Es mi puguita ¿Qué decís?

—Es de los dos, pinche egoísta, que yo lo llevo cargando.

—Entonces espero que tenga los bellos rulitos que vos tenés. — musitó con suavidad haciendo estremecer a Memo.

— ¿Qué tramas Lionel Andrés?

—Nada, me encanta alagarte.

—Ajá sí.

—Lo digo en serio... Me fascina.

— ¿Y lo haces con doble propósito acaso?

—Podría ser.

"Benditas hormonas del embarazo". — agradecía ampliamente Messi.

—Supongo que entonces puedo ser de ayuda.

Lionel se sentó sobre la cama y con cuidado Ochoa se sentó a horcajadas sobre él, Messi recorrió los costados de Memo hasta llegar a la poca cintura que aún conservaba el rizado para poder apretarla ligeramente.

Él aún lo deseaba desde aquella fiesta donde habían procreado a Mateo.

Y sería mentir si Memo dijera que no pensaba lo mismo del argentino.

Que no pensaba todas las noches en volver a hacer el amor una vez más con él.

Poco a poco Lionel jugueteó sus dedos bajándolos hasta el borde inferior de la playera de Memo para así poder quitársela. Sintió ese suave roce de la piel canela de Guillermo en las yemas de sus dedos; y esos recuerdos, esos recuerdos y el deseo que sintió por el rizado en aquella fiesta volvieron de golpe llenándolo de oxitocina.

—Sos bello mi rulitos...— musitó al tiempo que Ochoa rodeaba sus manos en la parte trasera del cuello de Messi. —Y sos mío. — susurró cerca del cuello de Memo antes de comenzar a besarlo.

—Sí chiquito, lo soy. — respondió estirando inconscientemente el cuello, dejando más espacio para que Leo pudiera depositar sus dulces besos en él.

La mano de Messi no podía dejar de detallar aquella suave piel morena, y la mano de Ochoa no podía dejar de apretar el cuello de la camisa de Lio.

—Prometo cuidarlos a ambos, voy a hacer las cosas bien por ustedes ¿Lo sabés?— Memo sonrió colocando dos dedos sobre los labios de Lionel y ambos se miraron.

—Ahora me toca a mí cuidar de tí. — musito Ochoa mientras con cuidado comenzaba a desabotonar la camisa del uniforme de trabajo de Lionel.

El argentino sólo pensaba en el deseo que sentía por Ochoa... Las ganas de poder tenerlo bajo él una vez más.

En la cama no era tímido ni a palos.

— ¿Ese es un teléfono?— habló Guillermo al escuchar un sonido.

— ¿Un qué?— preguntó Lionel.

—Creo que es mi teléfono. — musitó en medio del beso.

—No Guille, estamos en medio de algo importante. — jadeó.

—Sí bonito, pero esto también puede ser importante.

—Como vos digas. — Memo soltó un poco de aire y giró su vista a un costado de la cama, haciendo que su calentura bajara en automático.

—Es mi mamá.

— ¿Qué?

—Puta madre, es mi mamá. — con desesperación observó la video llamada reflejándose en la pantalla del celular, tomó su playera para colocársela y tomó el teléfono para poder contestar.

— ¡Hola mi niño precioso! — saludó la mujer con una sonrisa mientras hacía un ademán de mano.

—Hola mamá. — intentó responder relajado mientras observaba a Lionel de reojo que se encontraba con ambas manos sobre su boca.

—Qué guapo te ves mi niño, nunca te había visto con unas chapotas como las que tienes.

—Ah sí, es que... Ya ves que aquí el clima está bien feo y... Hace calor. — mintió al tiempo que se tocaba el rostro. —Pero... ¿Qué pasó? ¿Todo bien?

—Claro que sí mi niño ¿Qué acaso crees que necesitan haber malas noticias para llamarle a mi chiquito el más consentido?

—No, no es eso, nomás se me hizo raro.

—Quería saber cómo estabas, qué tal va todo en la escuela.

"Sí... ¿Cómo te explico?". — pensó.

—Este... Todo bien, ya ves que Guardado es bien bueno para eso de mate y luego me ayuda.

—Ay ese Andresito, no cabe duda que es el mejor amigo que pudiste haber encontrado en la vida.

—Sí, es bien chido. — su madre lo miró unos segundos y Memo sintió esos estúpidos nervios invadiéndolo.

Le daba miedo que le dijera lo mismo que sus amigos le llevaban diciendo desde hacía mucho tiempo:

—Míralo quién te viera todo contentote. — bromeaba Javi.

—Bien dicen las abuelitas que el embarazo hasta te cambia la mirada, te brillan los ojitos y toda la onda. — le decía Carlos.

—Ya sé, Lio me dijo exactamente lo mismo en la mañana.

—No pues si con razón lo traías de un ala Paquin.

—Oye, esa playerita no te la había yo visto Memo ¿Es nueva?— al fin habló su madre haciéndolo salir de su recuerdo.

—Este... Sí ma, es nueva.

—A ver, enséñamela, se te ha de ver bien chula.

Verga.

—No ma ¿Para qué?

— ¿Cómo que para qué Francisco Guillermo? Quiero ver cómo te queda.

El pánico era el único sentimiento dentro de él ¿Cómo chingados le iba a enseñar la "bonita playera" sin que su madre viera su vientre de embarazado?

—Oye ma, aquí el internet está bien feo y como que se está cortando. — mintió vagamente.

—Pues yo te veo normal.

—Pero yo a tí no... Cghhh no te oigo ma, ¿Qué te parece si te marco mañana?

—Ni se te ocurra colgarme Guillermo.

—Salúdame a todos, nos vemos, adiós. — colgó la llamada y soltó aire. —No mames. — musitó posando una de sus manos sobre su vientre. —Por poquito tu abuelita Naty nos cacha hijo. — dejó una suave caricia y sintió al bebé moverse dentro suyo.

No quería ni siquiera imaginar en el día que tuviera que llegar a la cena navideña de cada año en casa de su abuelita con un bebé en brazos.

Chapter 18: Cumpleaños y Bienvenidas.

Summary:

Pingüinos, deseos, tamborcitos, un taxista y la platica sobre la leche radiactiva solo son el comienzo de una larga travesía.

Chapter Text

Durante el cumpleaños número 18 de Lionel, tanto él como Guillermo estaban pasando una etapa un poco dura, las propinas y el salario de mesero de Lionel no les permitía darse ciertos lujos.

Fue el primer y único cumpleaños que la pulga no tuvo un pastel ni una fiesta enorme.

Pero tenía una familia, unos pingüinos y unas velitas.

Él no le pedía nada más a la vida.

—Feliz cumpleaños a tí...— musitó Guillermo con alegría antes de sonreír y dejar un pequeño aplauso.

— ¿Esto de acá es una especie de alfajor?— preguntó con una ceja arqueada para después mirar a Memo.

—Se llama pingüino.

—Ah... Mirá, qué curioso nombre. — Memo encendió la velita puesta en el pastelito y Lionel lo miró con aquellos ojitos brillosos y enamorados.

—Ahora cierra los ojos y pide un deseo.

—No tengo nada más que pedir Guille, te tengo a vos, a Mateo, a mis amigos... Tengo un hogar.

—Sí, sí, lo sé, pero así lo marca la sagrada tradición. — bromeó. —Ándale, pide un deseo. — Lionel cedió ante la insistencia de Ochoa y cerró los ojos.

"Deseo que Memito y Mateo se queden a mi lado toda la vida... Y también ser delantero en la selección de argentina."— sonrió por esto último y sopló la vela.

—Mordida, mordida. — mencionó Memo mientras aplaudía.

Dió una mordida al panquesito y el resto lo entregó a Guillermo.

—Vení. — tomó a Ochoa de la mano para atraerlo hacia él.

—Si yo fuera tú ni lo intentaba, te voy a chingar esas piernotas que te cargas y ya ni pa' jugar fut. — a Messi le importó poco aquello y aún así jaló a Memo hacia su regazo para sentarlo suavemente sobre él.

—Vos no te preocupés por eso, me sirve de ejercicio. — frotó cuidadosamente su nariz con la de Memo antes de dar un casto beso en sus labios.

Ambas manos puestas sobre el vientre de Memo, todo estaba bien... Los tres estaban juntos.

Y sólo tres semanas después llegó el cumpleaños de Guillermo, una pequeña reunión íntima entre sus mejores amigos y por supuesto Mateo.

— ¡Feliz cumpleaños querido Memo, feliz cumpleaños a tí!— Javi sonó una vez más el espanta suegras y Miguel se lo quitó para sisear.

—Perdón amor.

—Uh que te gobierna tu ruco. — contestó Vela de manera burlona.

—Vete a la verga, a mí nada más me gobierna mi poderosísima UNAM.

—Eres un pinche guarro. — negó Guardado con disgusto.

—Ya acepta que eres un mandilón amor ¿Qué tiene?— Layún rodeo el cuello de Chicha y dejó un beso sobre su cabeza que hizo a Hernández cerrar los ojos.

—Pinches jotos todos wey, me dan asco. — interrumpió Memo el momento.

—Exclamó el panzón. — se burló Giovanni.

—Sí, sí, chinga tu madre.

—Ya mejor pide un deseo, sóplale a tus velitas y cállate un rato. — Ochoa rodó los ojos ante lo dicho por Andrés.

"Desearía que Leo pudiera estar en este momento con nosotros, o sea sí, pero también quiero ser un portero bien chingón, paro."— apretó de a poco los ojos y sopló suavemente.

— ¡Bravo!— exclamó Javier chiflando con ambos dedos en su boca.

— ¡Que le muerda, que le muerda! — exclamaron todos al unísono y Memo negó.

—Ya los conozco como son de mierdillas, y este año no me la aplican.

Y por más que insistieron, este fue el primer año que no le hicieron la culerada.

—Yo te dije de mamada que te ibas a ver tierno así panzón, y mírate, ya mero nace Mate. — habló Vela mientras comía pastel.

—Me salaste. — Carlos rió.

—Y todo por eso merezco ser el padrino.

—Estás pendejo. — intervino Javier. —Ese debo ser yo, procrearon a la criatura en mi casa y en la cama de mis papás, tuve que cambiar y lavar las sábanas.

—Pues los dos están pendejos, ya está decidido desde el día uno que el padrino va a ser Andrés.

—Pido seguns. — dijo Chicharito rápidamente.

—Ta' madre. — se quejó Carlos resignado.

—Cuál seguns ni qué nada, este y ya.

—Así dijo mi abuelita y deberías de ver el putero de tíos que tengo. — Hernández levantó ambas cejas recibiendo un pequeño golpe en el pecho por parte de Guillermo.

La puerta del departamento se abrió dejando ver a Messi, con una carita de cansancio... Que se iluminó al ver a Guillermo.

—Hola... Nadie me aviso que habría reunión.

— ¿No le dijiste?— murmuró Miguel. —Qué culero.

—Estoy jugando, si me dijo pero creí que sería más temprano.

— ¿Qué nos vas a correr?

—Luego luego pedero, cálmate. — Javier frotó su brazo y Layún asintió.

—Hola mi rulitos, los extrañé. — saludó tomando a Memo por la cintura para acercarlo a él y darle un corto beso.

—No digas tus cosas, si viven juntos. — respondió Vela en lugar de Memo que sólo lo miró mal.

—Cállate pinche metiche. — Lionel rió por lo que el rizado dijo.

—Mirá mi amor, te compré esto, feliz cumpleaños. — besó la frente de Memo, moviendo un poco sus rulitos rebeldes.

De su mochila sacó una bolsa ruidosa que entregó a Memo.

—Ay... Una bolsita de tamborcitos. — musitó con un pequeño puchero para mirar la bolsa de los dulces picositos y luego a Lionel.

—Eso sí, tenés prohibido comerte todos hoy.

—Qué mamada ¿Por qué no?

—Porque te podé hacer daño.

—Si ya sabes que el niño es chillón ¿Pa' que le pegas?— dijo Javier.

— ¿Qué?

—O sea que si ya sabes que el Memo es un pinche tragón ¿Para qué le traes eso de regalo? Es obvio que se lo va a mamar todo él solito. — respondió Vela. —Míralo. — señaló y al voltear, la bolsa ya estaba abierta y Memo masticaba.

—Nomas me comí uno pinche chismoso. — habló con la boca llena.

—Te atarragaste 4 en el hocico al mismo tiempo, no digas mamadas si yo te vi.

—Pinche metiche.

—Bueno, creo que tal vez si fue una mala idea, dame eso. — Messi intentó tomar la bolsa pero Memo la apretó contra su pecho.

—No. — Ochoa negó con el ceño fruncido y un movimiento de cabeza.

—No te estoy preguntando Guille, te dije dámelo.

—Uh...— musitó Javier y Andrés lo codeó para que se callara.

—Nel, no te doy nada.

Después de todo Lionel sí terminó quitándole la bolsa, no sin antes recibir una mentada de madre por parte de Memo para que después el rizado comenzara a llorar.

No sabía cómo es que planeaba volver a aguantar a un Memito chillón panzón si decidían tener más hijos.

—Pues ya a dormir, no hagan mucho ruido nomás. — Javier se dejó caer cómodamente en el sillón.

La fiesta había terminado y él fue el único que quedó en la casa.

—Pinche vulgar marrano. — respondió Ochoa con un gesto de molestia.

—Que conste que yo no dije nada.

—No pinche puerco, pero lo insinuaste.

—Descansá Javi.

—Cámara checito, duerme calientito. — miró a ambos y Memo le mentó la madre haciéndolo reír.

Una vez Lionel y Memo se adentraron a la cama listos para dormir, Messi decidió hablar.

— ¿Aún seguís enojado?

—No, como crees, estoy requeté feliz. — respondió con una obvia sonrisa fingida.

—No se nota.

—Es sarcasmo, Andrés.

—Sólo me llamás así cuando estás molesto.

—Eres muy inteligente, ahora ya cállate y déjame dormir. — se giró con dificultad para darle la espalda a Lionel y el castaño sólo soltó un suspiro.

Messi se escabulló entre las sábanas hasta estar de cucharita con Memo y lo rodeó con sus brazos, acariciando su vientre.

—Sólo quiero cuidarlo ¿De acuerdo?— musitó cerca de su oído. —Sos re necio, pero aún así te amo Guille... Descansá. — besó la mejilla del más alto haciéndolo sonreír un poco.

Sin embargo lo que Memo menos haría en toda la madrugada, sería descansar.

—Lio, despierta... Me duele. — musitó Ochoa a plena madrugada para sacudir a Messi por el hombro.

— ¿Cómo que dolor Guille? Aún no pasás de las 32 semanas.

—No sé Lionel, pero en serio me duele mucho... Tenemos que ir al hospital, por favor.

—Ya va, te ayudo. — de un salto Lionel salió de la cama y ayudó a Memo a levantarse, y así ambos salieron de la habitación rumbo a la sala.

—Ah... No mamen, apaguen la luz. — se quejó Chicha cubriéndose con la cobija.

—Lo siento, pero es urgente. — respondió Lionel haciendo que Hernández se descubriera el rostro y soltara un quejido.

— ¿Qué putas podría ser urgente a las...?— encendió su teléfono y miró la hora. —4 de la mañana.

—Guille se siente mal y vamos a ir al hospital.

—No mames...— eso instantáneamente le quitó el sueño a Javier quien se sentó de golpe. — ¿Ya va a nacer?

—Creemos.

—Pero si todavía le falta.

—Lo sé, yo tampoco lo entiendo.

—Háblale a Andrés y dile que pida un uber, porfa. — soltó Memo entre un quejido.

—Sí, sí, yo le digo. — con rapidez se puso de pie y caminó hasta la puerta de Guardado para comenzar a tocar.

—Wey ¿Qué pasó?— abrió algo adormilado después de unos segundos.

—Pide un uber o algo, creo que Mate ya va a nacer. — Andrés frunció el ceño.

—No hables mierdas.

—Es neta wey, mira. — señaló Chicha y Guardado se asomó a la sala.

El gesto de dolor en el rostro de su amigo mientras se sostenía de la mano de Lionel le hizo saber que hablaban muy enserio.

—No mames, no, aguántate. — habló algo asustado y volvió a su habitación para tomar su teléfono y comenzar a pedir el taxi. — ¡Váyanlo ayudando a bajar, ahorita bajo yo! — exclamó Andrés.

— ¡Simón!— exclamó Javier de vuelta. —Vente Memo, no mames, de haber sabido que iba a pasar esto hubiera preferido regresarme al pedreyork sin importar que me picaran a medio camino... O ya de perdis a la casita de Miguel para yo también dormir calientito. — dijo bajito y con cuidado bajaron del edificio, hasta que estuvieron en la calle.

—Tranqui wey, respira, el uber ya mero llega, cálmate. — pidió Andrés.

—No puedo, neta me duele bien ogete. — se encogió un poco del dolor mientras Lionel lo sostenía de la mano.

Messi aún no procesaba todo, aún era muy pronto para que su Mate llegara a este mundo.

—Mira, vente, ya ahí viene. — entre los tres ayudaron a Ochoa a subir al auto que se estacionaba en la calle frente a ellos.

—Buenas noches ¿Andrés?— preguntó el conductor quien miró a Guardado sentándose en el asiento del copiloto.

—Simón soy yo, sólo conduzca.

— ¿Quiere un agua o...?

— ¡No, puta madre, sólo métale pata por el amor de dios, a menos que quiera limpiar sangre y fluidos de su pinche carro!— contestó exaltado mientras el auto se ponía en marcha.

— ¿Sangre y fluidos?— frunció el ceño para mirar por el espejo retrovisor.

Observando a Memo inhalando y exhalando mientras tomaba a Lionel de la mano, y Javi intentando tranquilizarlo.

— ¡A la mierda!— exclamó girando la vista.

— ¡La vista enfrente, nos vamos a chocar!— indicó Andrés con desesperación debido a toda la situación y el conductor asintió asustado.

—No mames, qué es eso.

—Leche radiactiva. — el conductor ladeó un poco la cabeza y frunció el ceño totalmente confundido por lo que Lionel dijo.

—No le haga caso, mi compa esta medio pendejillo, usted nomas písele y ya. — intervino Javier con nerviosismo.

—Si rebaso el límite de velocidad, nos va a agarrar la tira y su amigo va a terminar teniendo a su chamaco en el torito, así que nel, dudo que quieran eso.

—Lo que sea de cada quien, el don sabe qué pedo. — Hernández asintió.

—Voy a intentar tomar la ruta más cerca, aguanta carnal. — el sujeto miró el teléfono y Memo soltó aire con lentitud para así asentir.

Guillermo ya presentía que sería una noche larga.

Chapter 19: Amor Eterno.

Summary:

Bienvenido a este mundo tan complicado, Mateo.

Chapter Text

—El joven únicamente tiene 2 centímetros de dilatación, le falta mucho para que pueda dar a luz. — habló la enfermera después de revisar a Guillermo. —Le recomiendo que vuelva a las 12 del medio día para revisar la evolución en la dilatación.

—Con todo respeto no mame, venimos casi casi desde el fundillo del diablo ¿Si Memo se vuelve a poner mal piensa que lo vamos a volver a traer?— reprochó Javier con obvia molestia.

—Wey, relájate un chingo. — intentó Guardado.

—Es que que no mame. — susurró mirando a Andrés.

—Escuchen, veré que podemos hacer, no es que no lo queramos atender, simplemente no creemos necesario que el paciente esté aquí ocupando un espacio que una mujer que está a punto de dar a luz sí necesita.

—Debió haber visto cómo se retorcía el wey, hasta me espantó, chéquese mi mano. — Hernández mostró su mano a la enfermera quien sólo levantó ambas cejas en respuesta.

Y aún así el vato meses atrás se quejaba de que por qué ninguna mujer lo pelaba.

—Lo entiendo, insisto, veremos qué podemos hacer.

—A Memo le dijeron que su embarazo era de alto riesgo. — al fin habló Lionel. —No podemos regresar a casa, estando aquí está por así decirlo seguro, pero en casa y con este trío de boludos. — Javier lo miró mal. —No es un lugar seguro ni para él ni para el bebé.

—Comprendo... Evaluaremos el caso del paciente, pero por mientras necesito que me acompañe a llenar algunos papeles ¿Es usted la pareja de Guillermo y el papá del bebé?

—Sí, lo soy.

Aún después de miles de papeleos y malas caras, lo habían logrado, al menos Lionel tenía un peso menos encima al saber que su novio y bebé estaban en un lugar seguro... Y que él podía estar con ellos.

Messi cabeceó un poco en la silla junto a la cama de Memo, moría de sueño, pero más de preocupación.

Escuchó el castañeo de dientes por parte del rizado.

Guillermo estaba temblando.

—Rulitos ¿Qué tenés?— preguntó con preocupación para acercarse a Memo.

—Me... Duele. — musitó con voz ronca.

—Tranquilo, ahora mismo le llamo a una enfermera ¿Sí?— Ochoa no era consiente de absolutamente nada que estuviera ocurriendo a su alrededor, sin embargo asintió.

Lionel estaba sorprendido de lo deficiente que podía llegar a ser el sistema de salud en México.

—Nomás tiene 38.2 grados de temperatura, es normal que por el dolor y todo lo que está ocurriendo ahí adentro le provoque la fiebre. — dijo sin más la mujer mayor de cofia.

—No, esto no es normal, está temblando.

—Con todo respeto ¿Quién de aquí estudió enfermería por cinco años y lleva años de experiencia? Yo sé lo que te digo, muchachito. — la mujer rodó los ojos y salió de la habitación.

Dejando de nueva cuenta a Lionel y Memo solos.

—Tranquilo mi amor... Va a salir bien. — musitó con dolor mientras cubría a Memo con la sábana y acariciaba sus rizos.

Dieron las 6 am, 7 am, 8 am... Cada hora que transcurría era una nueva contracción en Ochoa.

—No mames ¿Por qué chingados se tardan tanto?— mencionó Chicha con preocupación.

—No sé... Pero ya me preocupé y el pinche checito que ni sus luces. — se limitó Andrés a responder.

Sin embargo para Lionel todo esto también era difícil.

Por milésima vez en el transcurso de la madrugada, mañana y parte de la tarde, la ginecóloga había terminado de revisar a Memo.

—Guillermo está tardando mucho en dilatar, apenas va en 7 desde que llegó en la madrugada, en 13 horas sólo ha dilatado 5 centímetros.

— ¿Y eso es malo?— preguntó Lionel con preocupación.

—Para el bebé no ya que Guillermo aún no rompe fuente, puede decirse que aún está protegido ahí adentro. — Messi escuchaba atento lo que la enfermera explicaba. —Pero Memo...— ambos miraron al rizado, con el rostro pálido y simplemente harto, harto de todo, sólo imploraba por tener a Mateo entre sus brazos. —Definitivamente Guillermo está cargando con la peor parte de todo.

Las 6 pm, las 7 pm, 8 pm, 9 pm...

Y al fin Guillermo estaba con la dilatación correcta, el momento tan anhelado por aquellos jóvenes llenos de ilusiones y sueños estaba ocurriendo.

—Por favor, cuando sientas la necesidad de pujar, hazlo, no te detengas. — pidió la ginecóloga en aquella sala de partos en algún hospital público de la ciudad.

Lionel sostenía la mano de Memo.

Ya ni siquiera le importaba que ésta estuviera roja debida al fuerte agarre de Ochoa, lo único que él quería era que su novio y su bebé estuvieran bien.

— ¡Ya no puedo Lionel, me duele!— gritó entre su llanto.

Messi estaba desesperado... Y se sentía tan mal de verlo sufrir así.

Culpable.

—Por favor le voy a pedir que se calme.

— ¡No me quiero calmar, sólo quiero tener a mi bebé y que me pinches deje de doler!— sollozó con desesperación al tiempo que colocaba ambas manos sobre sus ojos, haciendo fuerte presión en ellos.

Después de una minuciosa evaluación a Ochoa se dieron cuenta que algo estaba mal...

—El bebé viene podálico y con el cordón enredado en el cuello, es necesario hacer una cesárea de emergencia, por más que Guillermo lo intenté el bebé no va a salir. — el mundo de Messi se vino abajo al escuchar aquello. —Tenemos que hacer esto rápido o de lo contrario la vida del bebé podría estar en riesgo, voy a pedirle que se retire.

—No... No me podé sacar.

—Lionel, ya hemos hecho suficiente dejando que te quedes con Memo durante éstas horas cuando es algo en contra del protocolo, pero esto no podemos hacerlo ni de chiste.

No es que quisiera despedirse, pero a partir de aquí tanto Memo como Mateo estaban en la cuerda floja.

—Los amo, los amo... — repitió infinidad de veces.

—Y nosotros a tí... Te veremos en una horas ¿Va? Te lo prometo.

—No rulitos, no prometás nada por favor... Odio eso.

—Está bien, te veremos en unas horas, Mateo y yo. — Lionel besó la frente sudorosa de Memo y con algunos rulitos pegados a ella.

Temiendo que aquel fuera su último beso, y sin más, salió del lugar.

Para Andrés y Javier no fue buena señal el ver salir a Messi llorando de la sala de partos.

—No mames ¿Qué pasó?— preguntó Guardado de inmediato levantándose de la silla.

Hernández imitó su acto casi por inercia.

Pero Messi no dijo nada.

— ¿Qué pasó mierda? ¡Habla!— exigió Andrés algo asustado mientras Lionel intentaba respirar.

—Me dijeron que le van a hacer cesárea de emergencia a Guille... Mateo viene en una mala posición y con el cordón enredado en el cuello... Aunque Guille lo intente será imposible que mi Mati nazca por parto natural. — Andrés negó.

Conocía a Memo desde niños, básicamente eran como hermanos... Él no podía morir, y mucho menos su sobrinito.

—Si algo le pasa a él o a Mateo, ojalá caiga sobre tu pinche conciencia. — sí, enojado solía decir muchas mamadas.

—No hables mierdas, no es su culpa wey, cálmate. — Javi lo tomó por el hombro para jalarlo.

Lo miraba con odio, lo miraba exactamente igual que hace unos meses, todo volvió a ser un retroceso enorme.

—Ustedes tres ¿Están conscientes de que están en un hospital, verdad?— regañó la recepcionista. —Si no guardan silencio los vamos a sacar de aquí.

—Perdón. — se disculpó Guardado.

Y sencillamente cuando estaba listo para discutir de nueva cuenta, Messi ya no estaba.

El argentino sólo necesitaba a sus hermanos... Sólo eso.

— ¿Qué pasa che? ¿Cómo estás? Hacía mucho que vos no llamabas.

—Rodri ¿Podés venir? Soledad y vos son lo que más necesito en este momento... Por favor.

—Lionel, por favor no me asustés ¿Qué pasó?

—Guille está con dolores desde la madrugada, lo internaron y cuando por fin estaba preparado para comenzar con el parto nos dijeron que Mateo venía mal y con el cordón enredado en el cuello... Rodri tengo miedo. — sollozó.

—Ya va, pasáme la dirección al WhatsApp y tan pronto salga de la oficina corro por Sol y nos vemos allá, tranquilo pulga, todo va a salir bien. — Lionel dudaba de eso, sólo asintió apretando un poco los labios para así colgar.

Un poco de fe sería su útil y gran compañera, nunca estaba de más.

Sólo eran el silencio y él en la pequeña capilla del hospital.

—Sé que no he sido especialmente la mejor persona del mundo, fui malo con Guille, lo acepto, acepto todo lo malo que me ha pasado últimamente... Pero por favor no me los quités a ellos... Dame la oportunidad de siquiera conocer a mi Mate, por favor. — musitó antes de romper en llanto. —No me quités la dicha, lo poco que vos me diste... No ahora.

Sintió un poco de paz cuando sus hermanos estuvieron finalmente con él.

— ¿Cómo te sentís?— preguntó Rodrigo antes de abrazarlo.

—Como la mierda Rodri... Es mi culpa.

— ¿Pero por qué decís eso Lionel?

—Si me hubiera puesto ese forro de mierda, Guillermo no estaría sufriendo, no hubiera pasado todo lo que pasó.

—Y si vos lo hubieras usado no estarías acá, ni mucho menos el Mate.

—Yo sólo quiero que mi rulitos y Mate estén bien.

—Y lo van a estar...— consoló el mayor frotando la espalda de Messi.

—Le contamos a la nona Celia y no sabés lo feliz que se puso Leo... Dijo que ojalá tuviera las fuerzas para poder volar a México y conocer a Mate; y que seguramente el hombre con el que vos estás es bueno. — Lionel medio sonrió mirando a Sol con el rabillo del ojo.

—Lo es... Es bueno.

—Todo va a estar bien Leo, Memo y mi sobrino van a salir re bien, ya sos padre.

—Y primero que yo eh, mirá la suerte. — intentó animar Rodrigo consiguiéndolo un poco.

Guillermo ya se encontraba listo para la cesárea... Estaba solo, en su primer parto estaba solo y asustado.

Sólo necesitaba que todo terminara y que Mateo y Lionel estuvieran con él.

—No te preocupes Guillermo, estamos haciendo todo lo posible. — escuchó decir a la ginecóloga.

—Simón. — respondió de forma floja.

Tanto la anestesia como el sueño ya estaban haciendo efecto en él.

—Oigan ¿Hay algún pedo si me llego a quedar dormido?

—No, adelante, no hay problema.

—Bueno. — musitó y cerró sus ojitos para poder dormir.

Se perdió en el sueño, sólo fue capaz de abrir los ojos en cuanto escuchó aquel pequeño chillido como si proviniera de muy lejos, acompañado de la música que el anestesiólogo había puesto durante la cesárea.

Amor Eterno de Juan Gabriel... Eso era.

Amor eterno
E inolvidable
Tarde o temprano estaré contigo
Para seguir amándonos.

Al fin Memo sabría lo que era amar tanto a un hijo.

Bienvenido a este mundo tan complicado, Mateo.

Chapter 20: Nueva Vida.

Summary:

Es momento de que Guillermo y Lionel, comience un ciclo de adaptación con la nueva vida que están a punto de formar.

Chapter Text

—El día 14 de Julio de 2023 a las 23:20 horas se dió alumbramiento de un varón de nombre Mateo, con peso de 1 kilo 950 gramos y talla de 43 centímetros. Madre de nombre Francisco Guillermo Ochoa Magaña y padre de nombre Lionel Andrés Messi Cuccittini. El producto fue presentado como vivo, nacido a las 32 semanas de gestación. Felicidades Guillermo, lo hiciste excelente, puedes darle un besito a tu bebé antes de que nos lo llevemos.

—No mamen. — soltó sin pudor y se cubrió la boca. —Verga, verga, verga ¿No estoy dormido?— preguntó incrédulo y la ginecóloga negó intentando guardar la risa.

—No Guillermo, no estás dormido, todo esto es real.

—No mames. — musitó sin poder creerlo.

Tenía justo frente a él a un pequeño bebito de poco cabello, piel de durazno y bien chillón.

—Hola mi amor... Hola. — sonrió incrédulo. —No mames, no puedo creer que estuviste aquí adentro conmigo todo este tiempo, y yo que pensaba regalarte, neta que soy un pendejo. — el bebé lloriqueo haciendo sonreír a Memo quien tenía los ojos llorosos. —Bienvenido Mate, te amo. — susurró antes de besar la cabeza de su bebé y este fue retirado de su pecho.

—Vamos a llevarnos a Mateo a la unidad de cuidados intensivos neonatales para un monitoreo más cercano, y como lo veo, es necesario que esté en incubadora para el óptimo desarrollo de sus pulmones y que pueda mantener su calor corporal.

Fue así como Mateo Messi llegó a este México mágico tercermundista, pero eso sí, mejores tíos y padres no le pudieron haber tocado...

—Hola bonito. — saludó Lionel a través del cristal de la incubadora mientras colocaba uno de sus dedos cerca de la mano de Mateo.

Éste de inmediato se aferró a su dedo índice cubierto por el guante de látex. Lionel soltó una pequeña risita al tiempo que sorbía su nariz.

—No sabés las ganas que tenía de conocerte desde que papá me dijo que estaba esperándote, y mirá lo rápido que se fue el tiempo, vos estás acá y papá está bien. — Mateo se movió un poco antes de soltar un quejido. —Sos más hermoso de lo que te soñé... Y sos re chiquito, mi pulguita.

Lionel no había dejado de agradecerle a la vida que todo estaba bien... No estaba soñando, Mateo ya estaba con ellos.

—No pus... Sí se nota que el Mati es mitad argentino. — murmuró el Javier viendo a través del cristal y Andrés le dió un codazo.

—No seas culero pinche chícharo. — masculló entre dientes mientras negaba.

— ¿Qué? Yo nada más digo la verdad. — murmuró con el ceño fruncido y volvió la vista a Lionel y Mateo.

—Pues nada más que Memo no te oiga o te va a dar en tu madre por meterte con su "querubín". — dijo haciendo comillas con sus dedos.

—Nhe ¿Tú crees?

—Cuando tenía seis meses, le metió un vergazo a Carlos porque le dijo que de seguro su bebé iba a salir bien narizón, tú dirás.

—Ah... No pues sí.

Mateo nació un viernes, pero no fue sino hasta el sábado por la tarde - noche que por fin los nuevos padres volvieron a reunirse.

Lionel con un ramo de margaritas y unas ganas increíbles de tener a Ochoa entre sus brazos.

El mexicano lo había convertido en padre... Y le estaría eternamente agradecido por ello.

Un "gracias" fue lo primero salido de la boca de Messi al ver a Guillermo, postrado en la cama de la sala de recuperación, con aquel catéter conectado al dorso de su mano.

Con esas ojeras reflejando el cansancio y la ligera palidez en su piel canela.

—No sabés lo agradecido que estoy con vos y lo orgulloso que me siento... Sos re valiente, estoy seguro que yo no hubiera podido aguantar algo como eso.

—La mera verdad valió bien cabrón la pena... ¿Ya lo viste?— Lionel asintió antes de tomar la mano de Memo.

—Es tan hermoso como vos... Pero tan pequeñito como yo.

—Mi mayor pesadilla se hizo realidad. — soltó riendo un poco y Lionel fingió un falso enojo. —Se me hizo bien irreal el cómo me pude encariñar de una persona con sólo verla un segundo... Aún ni sé cómo va a ser cuando sea más grande, ni a quién se va a parecer... No sé nada de él, pero lo amo como no tienes una pinche idea.

—Es sorprendente, y te entiendo a la perfección Guille... Me ocurrió exactamente lo mismo. — hubo un corto silencio en la habitación y Memo miró la mano de Lionel acariciando la suya. — ¿Qué pasa? Cambiaste el semblante de repente ¿Te sentís mal? ¿Necesitás que llame a alguien?

—No, no es eso pero... De cierta manera cuando Mateo estaba aquí adentro estaba pues... Protegido por mí, o sea estaba a salvo.

—No entiendo Guille...

—No sientes como... ¿Miedo? Digo, una vida chiquitita ahora depende de un par de pendejos que ni la carrera terminaron; ni mi mamá ni la tuya nos pueden ayudar con esto, básicamente estamos solitos en esta situación. ¿Qué hago si llora? ¿Cómo chingados voy a saber qué necesita? ¿Y si no soy suficiente?

—Guille, Guille, pará ¿Sí?— tranquilizó Lionel al sentir el pánico en Memo.

Él también lo sentía, pero uno de los dos tenía que ser racional para darle apoyo al otro.

—Tal vez no tenemos la gran ayuda ni en tus amigos ni en los míos pero... Seguramente lo logramos, no somos ni seremos los primeros que comienzan así, sin saber nada.

—Sólo quiero que mi Mati, tú y yo tengamos una vida bien chida.

—Y la vamos a tener, te lo prometo. — Lionel sintió la confianza en los ojos de Guillermo.

—Conste, ya estás.

Para el día Lunes, tanto Guillermo como Mateo habían sido dados de alta, a partir de aquí, todo sería diferente.

—Es que wey ¿Por qué es tan bonito?— aunque Andrés había intentado mantenerse firme, simplemente no pudo hacerlo cuando sintió el ligero peso de Mateo sobre sus brazos. —Vete a la verga, se siente bien ligerito, no mames. — sollozó limpiándose los ojos con el dorso de la mano. —Wey, yo le compré una gringa al pastor a tu jefe a las 3 de la mañana ¿Te acuerdas?— preguntó a lo que el bebé únicamente hizo un mínima expresión facial, parecida a una sonrisa. —No mames, sí te acuerdas. — Lionel y Memo sólo sonreían ante la escena.

Sí, ambos estaban agradecidos de las personas tan chingonas que los rodeaban.

Las primeras semanas de vida para los nuevos papás resultaba encantadora.

Fotos lindas, regalos y ropa bonita cortesía de los "tíos" de Mateo...

— ¿Ya viste? ¡Es que sí parece un tamalito!— dijo Carlos con emoción mientras admiraba a Mateo perfectamente envuelto entre las sabanas.

— ¡Mirá que cosa más linda! Bienvenido Mateo, soy la tía Anto, un placer precioso. — saludó Antonela por medio de video llamada mientras Lionel mantenía a Mateo recostado sobre su pecho.

—Tengo tu nariz y me la voy a comer. — jugó Javier antes de que Mateo comenzara a llorar.

—No mames idiota, ya lo hiciste llorar, animal. — regañó Andrés golpeando el hombro de Hernández.

—Pero mirá lo tierno que es, re arrugado y rosita, re lindo el nene. — dijo Kun con un toque de ternura mientras observaba a Mateo dormir.

Noches de sueño con uno que otro despierto a media noche, pero no fue sino hasta que los virus y bacterias comenzaron a atacar el sistema inmunológico del menor, que las desveladas fueron más y más recurrentes.

Desventajas de haber nacido prematuro.

El chillido agudo despertó no sólo a Memo, sino también a Lionel.

—Ya le toca su medicamento ¿Verdad?— preguntó de manera adormilada.

—Sí, creo que sí. — respondió Messi.

Y a pesar de que le habían dado el medicamento, le cambiaron el pañal, le dieron de comer e incluso Messi lo intentó dormir sobre su pecho como siempre hacía, nada pareció funcionar.

—No mames Guillermo, yo amo con toda mi alma al Matty, pero ya cállalo verga, estoy tratando de terminar mi pinche proyecto de literatura universal. — escuchó la voz de Andrés en la habitación de al lado seguido de un golpe en la pared.

—Vos no te preocupés rulitos, yo veo a bebé Mate. — habló Leo y se sentó sobre la cama para tomar al bebé entre sus brazos quien seguía llorando.

—Tienes trabajo y te levantas temprano, yo lo veo.

—Y vos te quedás con él todo el día, no va a pasarme nada si no duermo unas horas, vos debés descansar.

Era momento de comenzar a adaptarse... Pero nuevas y maravillosas cosas venían para la familia Messi Ochoa, ese era un hecho.

Chapter 21: Oportunidades.

Summary:

Cuando una puerta se cierra, una ventana se abre.
Es momento de Guillermo y Lionel para comenzar a retomar esos sueños que creían olvidados.

Chapter Text

Pasaron uno, dos, tres, cuatro...

Cinco meses.

El primer mes de Mateo fue difícil, les costaba adaptarse a una vida y horarios con un bebé de por medio.

Y a veces sus amigos no ayudaban del todo.

—Chispitas. — Javier lanzó el agua que humedecía sus dedos, logrando que ésta cayera directo en el rostro de Mateo.

—Pendejo, le echaste agua en la cara. — el bebé lloro con intensidad mientras Chicha miraba a Memo como perrito regañado.

—Si no tenés nada mejor que hacer, salíte de acá.

—Desde que son papás se volvieron bien aguados. — murmuró antes de salir del baño y Memo soltó un suspiro algo agotado.

—Ya va, yo termino de bañarlo, salí si vos lo necesitás, puedo controlarlo.

De esto Guillermo sacaba que Lionel como padre, definitivamente no era un pendejo, ni un inútil.

Hacía su chamba con madre.

Para el segundo mes, comenzó a ser más lindo todo, y sobre todo gracias a la ayuda de sus amigos...

— ¡Guillermo, no mames!— escuchó el grito desde su cuarto y rápidamente Ochoa dejó su tarea de preparar el biberón de Mateo para correr hacia el lugar.

— ¿Qué? ¿Qué pasó?— preguntó preocupado.

— ¡Mateo me mió la cara!— gritó Vela con asco mientras se limpiaba la cara una y otra vez con la toallita húmeda. —Esto me saco por quererme hacer el niñero, putas mamadas.

En el tercer mes, la convivencia con "tamalito" comenzaba a ser más amena para todos.

—A ver, di tío. — dijo Andrés en silabas mientras Mateo sólo lo miraba. —Tío, a ver repite.

—Que no, dice. — soltó Gio acostándose a un lado de Guardado sobre la cama.

—Tú cállate.

—Brrr. — balbuceó Mateo mientras miraba a Andrés y llevaba ambas manos a su boca.

En el cuarto mes, Lionel se sentía más que feliz de ser padre...

— ¡Upa upa!— Mateo soltó una mínima carcajada contagiando a Lionel que lo sostenía en el aire.

—No le hagas así baboso, le vas a sumir la mollera. — Ochoa regañó a Messi para quitar a Mateo de sus brazos.

— ¡Pa!— balbuceó en un grito y pataleó en los brazos de Memo.

Eso sólo podía significar una cosa.

—Te cargué 8 meses en mi vientre y por poco me muero ¿Y así me pagas?— dijo Ochoa de mala forma mientras devolvía a Mateo a los brazos de Messi.

—Me re ama ¿Verdad que sí Mate?— preguntó Lionel antes de atacar la mejilla de su hijo con un montón de besos.

Era increíble como el tiempo pasaba, Memo sentía que habían pasado tan sólo semanas desde aquella noche tan terrorífica en el hospital en espera de que Mateo naciera... Sin embargo aquello sólo era un recuerdo, un amargo recuerdo convertido en una pequeña personita de ojitos brillantes y risita encantadora.

Así que una pequeñísima reunión para el mes 5 de Mateo no sonaba nada mal.

— ¿Qué acaso vos no pensás comer Francisco Guillermo?— preguntó Lionel con molestia mientras se hacía paso a la cocina.

—Nombre chavo, ya hasta dobleté. — mostró su plato mientras se cubría la boca. —Oye amor ¿Puedes llevar esto al cuarto?— pidió Ochoa tomando la bolsita de regalo sobre la barra de la cocina.

Regalo por supuesto patrocinado por los tíos Hernández y Layún.

—Claro que sí.

—Nomás no vayas a hacer ruido, me costó un pedo que el Mati se durmiera.

—Seré tan silencioso como siempre, vos no te preocupés por eso. — antes de retirarse no perdió la oportunidad de plantar un beso sobre los labios de Ochoa.

Aún veía como un sueño el hecho de que el rizado le hubiera perdonado, y no sólo eso, sino el haberle permitido formar una familia con él.

—Me seguís pareciendo tan bello como aquella noche en la casa de Javi.

—Que no se te olvide que gracias a esa noche estoy sirviéndole molito a los lángaros de nuestros amigos en pleno sábado a las 12:30 pm.

—Y aún así, eso no te quitá lo lindo. — besó la mejilla de Memo para después pasar a su cuello. —Gracias. — agregó al separarse.

No había dia alguno desde hacía 5 meses que Lionel no le agradeciera a Memo, motivos tenía de sobra para agradecerle al rizado.

—Memito. — llamó María Sol del otro lado de la barra de la cocina, interrumpiendo de esa forma el momento meloso entre la pareja.

Algo que por cierto le resultaba fácil, ya hasta se parecía a Andrés.

— ¿Me podés servir más de esa cosa? No sé qué tiene pero sabe re buena, por favor.

—Claro que sí Solecita. — tomó el plato de Sol para poder servir, y Messi antes de salir besó una vez más a Ochoa y revolvió el cabello de su hermana.

— ¿Mato aún seguí dormido?— preguntó la menor. —Es que quiero jugar con él.

—Lamento informarte que aún está dormido, pero en cuanto despierte no dudes que la primera a la que voy a llamar será a tí. — respondió dando un par de golpes sobre la cazuela con la cuchara para dejar caer el mole restante.

Cuando Guillermo conoció a los hermanos de Lionel, quedó encantado con la dulzura y sencillez de la menor de los Messi.

Que sin siquiera conocerlo a él, y mucho menos a Mateo, la pequeña castaña ya los amaba a ambos como si los conociera de toda la vida.

—Piernita de pollo para la más chiqueadota de los Messi. — bromeó Memo poniendo un poquito de mole sobre la punta de la nariz de María sol.

—Ah, sos re bobo Guille. — respondió con una sonrisa mientras se limpiaba.

—Córrele a comer Sol. — la niña asintió para darse la vuelta y volver a la mesa que compartía con Rodrigo.

Y ahora fue Carlos quien se acercó a la barra.

— ¿Tú también viniste por molito?

— ¿Molito? No gracias, si te quedó muy chido y todo pero vine a otra cosa.

— ¿Qué pasó?­— preguntó antes de morderle a su taquito de arroz con mole.

—Un pinche notición espectacular, que neta vas a ser un pendejo si no aprovechas.

— ¿Por qué?— preguntó frunciendo el ceño mientras se cubría la boca.

Vela se recargó sobre la barra para acercare más a Memo.

—Pues resulta que por ahí le dijeron a Javi que en el partido de la próxima semana contra los de la prepa 3 de la UANL, van a estar unos vatos ahí, como visoreando a jugadores chingones para darles la oportunidad.

—Pues, está chido ¿No?— preguntó separándose un poco para morderle nuevamente a su taco. — ¿Chicha, Andrés y tú ya se prepararon machín?

—Como que "está chido" y nada más.

— ¿Pues qué más te puedo decir?

— ¿Cómo que qué? Pues que Messi y tú le entran.

—No, yo la neta no tengo tiempo y Lionel tampoco, con Mateo va a ser un pedo algo así, no.

—Wey, neta es la pinche oportunidad de su vida, mamón, háganlo por el sobrino, cumplan su sueño y de paso le dan un futuro bien chingón a Mate. — Vela señaló. —Dile a Talavera que te tire paro y yo cuido a Mate; lúcete porque puede ser tu oportunidad, y no nada más la tuya sino la de Lionel, ándale.

Desde que Ochoa sostuvo a Mateo en sus brazos por primera vez, no volvió a pensar en separarse de él... Volver al fútbol implicaría aquello.

Sin embargo Carlos tenía razón, era su oportunidad... De cierta forma ese aún era el sueño de Lionel, y eso por supuesto les daría una mejor vida que la que tenían.

La cosa es que entre tanto y tanto, Guillermo terminó aceptando.

—Ese chingón de allá, es tu jefe. — señaló Vela mientras cargaba a Mateo desde las gradas. —Y ese pinche enano rápido como la chingada, es tu otro papá. — señaló a Lionel que jugaba como nunca.

Hoy tenía dos motivos más que lo animaban a luchar por sus sueños.

—No cabe duda Mate, tienes unos papás y una familia bien chingona, hasta me das envidia, cabroncito. — musitó para así besar la mejilla del bebé que sólo sonrió.

Se jugaron el partido de su vida, el que les daría a ambos la oportunidad, una que no podían desperdiciar.

Comenzando el año todo iba a cambiar.

Pero por ahora, navidad estaba cerca.

Era momento de que la familia de Ochoa supiera todo.

Era momento de que Mateo Messi Ochoa fuera oficialmente presentado ante el resto de la familia Ochoa, así como Lionel.

Chapter 22: Mereces Lo Que Sueñas.

Summary:

Una cena navideña en Guadalajara es el escenario perfecto para que Mateo Messi deje mas de ser un secreto para la familia Ochoa Magaña.

Chapter Text

—La primera navidad que llevas a una pareja estable ¿Qué hubo? ¿Emocionado?— preguntó Andrés con un toque de burla mientras se asomaba a los asientos de Messi y Guillermo. —Y no nada más llevas novio, sino también bebé, quién te viera pinche Paco. — Guardado negó mientras su amigo siseaba en un intento de tranquilizar a su bebé y Lionel le mostraba algunos juguetes tratando de llamar su atención. —Estás cabrón.

—Ya cállate el perro hocico y rólame la pañalera. — respondió Ochoa algo irritado.

—Qué modales, mendigo salvaje. — Guardado tomó la pañalera para pasárselas.

—Ya mi niño ¿Qué tienes? ¿Tienes calorcito? ¿Ya te ajetreaste por el viaje?— preguntó Ochoa mientras tomaba de las manitas a Mateo para moverlas un poco.

—Anda chillón porque ya presiente como va a valer madres este pedo. — Guillermo rodó los ojos antes de apretarlos y suspirar.

—No le hagas caso al ojete del tío Andrés, vas a ver que cuando tus abuelitos de vean te van a amar... Y si eso no pasa, acuérdate que ya nos tienes a nosotros ¿Sí? Estás protegido, estás bien y nosotros ya te amamos desde que te vimos la primera vez, es más, desde muchísimo antes. — mientras tanto Messi observaba aquello en silencio.

Lionel deseaba que los padres de Memo aceptaran a Mateo... Si no lo aceptaban a él era lo que menos le importaba, quería que su primer hijo gozara de lo lindo que era tener abuelitos, él no podía imaginarse ni un sólo día de su infancia sin el amor y apoyo de su abuelita Celia, él deseaba que Mateo pudiera vivir lo mismo.

Cada hora que pasaba en el viaje era el sufrir de Guillermo, y es que también pendejo él ¿A quién se le ocurría ocultarle un embarazo a sus padres?

Los 4 se detuvieron frente a la casa de jardín precioso y ventanas iluminadas por la luz interior de la sala y el comedor.

Lionel tomó de la mano a Memo para darle seguridad y ambos miraron a Mateo completamente enrollado cual tamalito en las sábanas.

—Yo la neta me paso hasta que hablen con tus papás, qué pinche incómodo. — soltó Guardado y Memo lo jaló antes de que pudiera retroceder.

—No seas mamón, no puedes dejarme solo.

—Ya traes a tu vato ¿Qué más quieres?

—Ya vamos, chinga. — dió un empujón a Andrés y éste se acercó a la casa de puerta entreabierta.

Andrés y él eran los únicos que faltaban, así que en cuanto la puerta se abrió, ya todos en la casa sabían de quién se trataba.

— ¡Memito! Corazón, no sabes las ganas que tenía de verte, te preparé tus enchiladas favori... Tas. — completó antes de dejar caer el refractario al suelo al ver a su nieto mayor cargando una mantita en brazos, un hombre más bajo que él a su lado portando una pañalera y Andrés detrás de ambos cubriéndose el rostro. —Ay dios santo. — escuchó decir de su abuela.

—Hola abu. — habló antes de tragar saliva.

La mirada de toda la familia sobre ellos lo estaba sobrepasando.

—Ma, pa. — saludó dirigiéndose a la pareja que los veía con sorpresa. —Tenemos que hablar. — su madre sólo asintió algo asustada para señalar a la planta alta de la casa.

— ¿Te puedo encargar a Mateo?— preguntó el rizado y Guardado asintió extendiendo ambos brazos.

El pequeño bultito inquieto y envuelto en una sábana con dibujitos de balones y porterías fue entregado en los brazos de Andrés mientras la familia de Ochoa aún seguía con la mirada curiosa sobre Lionel y el pequeño bebito que ahora Guardado sostenía.

—Vente Lio. — extendió la mano para mirar ésta y luego mirar a su novio.

Algo dudoso el más bajo lo tomó y ambos caminaron hasta la habitación donde conversarían con sus padres.

Todo en la casa de la familia Ochoa era completo silencio.

—Guillermo, ni siquiera tengo idea de cómo chingados comenzar, tengo tantas preguntas que hacer. — apenas pudo decir su madre en un hilo de voz.

No estaba ni molesta ni feliz... Simplemente estaba "sacada de onda".

—Pues yo si hay algo que quiero saber de una vez, ¿Quién es este cabrón? — preguntó su padre con desconcierto.

—Es mi pareja, se llama Lionel... Lio, ellos son mis padres; Natalia y Guillermo.

—Lamento la manera tan inusual en la que Guille nos presentó, no me agradó del todo la idea de que fuera así pero bueno... Acá estamos.

—Ay cabroncito, y el muchacho ni es de aquí. — musitó su padre algo sorprendido al oír el acento de Lionel.

—Es argentino, lo conocí en la escuela.

—Nombre Memo, tú si te tomaste bien literal lo que te dijo tu hermana cuando te bromeaba que había que mejorar la raza.

—Sí, al parecer sí.

—No nos desviemos del tema Guillermo. — regañó Natalia. —Explícanos Francisco ¿Por qué nunca nos dijiste? ¿En qué chingados estabas pensando cuando nos ocultaste por sepa dios cuántos meses a este angelito?

—Sinceramente fueron tiempos algo difíciles y no queríamos involucrarlos.

— ¿Por qué chingados no hablaste Francisco Guillermo? No puede ser. — habló su padre de forma más autoritaria.

—No entendemos si fallamos en algo como padres, Guillermo, ¿Hicimos algo mal para que no tuvieras la confianza de decirnos que ibas a ser papá? — preguntó su madre con lágrimas en los ojos.

—No, no, no; mamá, no es por eso, neta ni Lio ni yo queríamos que las cosas fueran así... Solamente teníamos miedo, estábamos asustados y las cosas no salieron como yo planeaba al inicio. — se detuvo al sentir la mano de Messi tomando la suya. —Pero poco a poco todo se fue acomodando... Con sus altas y bajas, claro, como en todo.

—Mi Memo... En verdad no sabes la sorpresa tan grande que nos diste no sólo a tu padre y a mí sino a toda la familia, no puedo creer que no pudimos estar para tí en todo ese proceso, en tu parto, en el postparto; todo lo enfrentaste tú solito, corazón. — respondió sintiendo culpa.

—En realidad nunca estuve solo, siempre estuvo Lionel, Andrés, y otros amigos de la prepa; siempre estuvieron ahí para mí.

—No cabe duda que te sacaste la lotería con el ángel de amigo que te regaló la vida.

—No mi Naty, y no sólo con Andresito, sino también con este muchacho. — comentó su padre.

—No señor, no diga eso, la verdad es que llegué a ser un completo bobo, pero después de todo intenté hacer las cosas bien, por Memo y por mi Mati.

—Así que se llama Mateo. — musitó la madre de Memo y el rizado asintió. —Mi niño...— sollozó. —Nunca pensé ver a mi bebé siendo papá.

—Nombre mami, imagínate, yo jamás pensé en hacerlos abuelos.

—Bueno muchacho, ¿Y tus papás? ¿Qué te dijeron?— preguntó el padre de Ochoa dirigiéndose a Lionel.

—No sé nada de mis papás desde hace meses que me echaron de casa, sólo saben que iba a tener un hijo y no más, ni siquiera merecen saber que Mateo está bien y nació sano.

—Con todo respeto hijo, qué poca de tus papás, aún con todo y la chingadera que Memo y tú hicieron, nosotros jamás tendríamos tan poco corazón como para abandonarlos así como así. — Lionel desvió la mirada con tristeza.

Por días, semanas, meses o incluso años que pasaran, eso no dejaba ni dejaría de doler.

—Pero no te pongas así mijo, mira, la familia es grande Lio... ¿Lionel?— Messi asintió. —Y pues... A pesar de todo siempre va a haber espacio para quien ame a uno de mis hijo, y más ahora que no sólo lo amas, sino que también eres el padre de nuestro primer nieto.

—Ya eres bienvenido aquí si así lo deseas. — agregó la madre de Memo con un tono de dulzura.

Uno como el que su madre sólo tenía cuando se sentía orgullosa de él.

—Gracias...— Natalia asintió y ahora miró a su hijo.

—Te amo mucho mi niño, a tí y a mi nieto... Quiero que lo sepas y lo tengas presente siempre, y desde ahora no más secretos porque ahora sí me encabrono ¿Oíste?— preguntó antes de reír un poco y Memo asintió.

—Te lo juro, no más secretos.

—Ya habrá tiempo para discutir a fondo todo esto, por ahora la familia espera allá abajo. — Natalia acarició la mejilla de Ochoa quien sonrió. —Me alegra que todo haya salido bien.

Lionel y Mateo ya formaban oficialmente parte de la familia Ochoa.

—Es igualito a mi bebé cuando estaba chiquito ¿Verdad que eres igualito a tu papi Memo, corazón?— preguntó la mujer enternecida mientras acariciaba la mejilla del menor quien le regaló una pequeña sonrisa de encías.

—La verdad es que no lo sabes mujer, no sabemos cómo se veía este muchacho cuando era pequeño. — respondió el padre de Memo.

—En realidad Mateo es una calca exacta de Memo, podría decirse que lo único que sacó de mí fue lo pequeñito que nació.

La cena pasó, y tanto Messi como Mateo no dejaban de ser como una nueva "atracción" para la familia; un poco peculiar el hecho de que fuera Memo, el primer sobrino, hijo, hermano y nieto; el que trajera tanto un novio como un bebé a una cena navideña, y sobre todo por ser tan joven.

—Guuh. — balbuceó mientras en sus grandes ojos cafés se reflejaban los destellos de colores de los fuegos artificiales.

— ¿Te gustan Mati? Vas a verlos todos los años en navidad y año nuevo, son preciosos.

—Los estaba buscando ¿Acaso se ocultán de mí?— llamó Lionel captando la atención de Memo.

—No podríamos aunque quisiéramos. —Guillermo sonrió al sentir el roce de los labios de Lionel cerca de su mejilla.

Le parecía gracioso que el argentino siempre tuviera que ponerse de puntitas para hacer eso.

— ¿Y cómo lo está pasando el bebito de papá, eh? Guadalajara es muy lindo ¿Verdad?— preguntó Messi al tiempo que picaba la punta de la nariz de Mateo.

Ambos se quedaron en silencio mientras Lionel rodeaba la cintura de Memo con su brazo, sujetándolo casi posesivo; los tres sólo miraban los fuegos artificiales mientras Mateo de vez en cuando soltaba un pequeño grito o balbuceo.

—Apenas comience el año vamos a empezar con nuestras prácticas. — al fin habló Lionel con tono poco audible.

—No sé si sea buena idea... No me quiero apartar de mi bebé, que me odie por dejarlo. — respondió Guillermo algo atemorizado.

—Mate jamás podría odiarnos por eso... Lo hacemos para cumplir un sueño y darle una mejor vida. Además tu madre se ofreció a ayudarnos para cuidarlo.

—Pero es mi obligación hacerlo...

—Memito, tráeme a Mate para que tus primos lo conozcan. — llamó su madre desde el jardín y Memo y Messi la miraron desde el balcón.

—Merecés lo que sueñas... Merecemos lo que soñamos y el Mati está en buenas manos.

—Lo está. — respondió para así mirar a su bebé antes de dejar un beso en su mejilla.

—Me alegra haberme cruzado con vos en mi vida, Guille.

— ¿Aún con todo y mi chingadera rara?

—Pues gracias a tu "chingadera rara" tenemos un bebé... Y lo agradezco como no lo imaginás, mi amor. — respondió para tomar a Mateo entre sus brazos. —Por esta y muchas más navidades juntos... Sólo si vos así lo querés.

Y esa sin duda sería la primera de muchas...

Lionel y Guillermo estaban en una parte algo alejada del jardín, Mateo ya dormía y de fondo se escuchaba "Cien años" de "Pedro Infante", era un momento especial que ambos pudieran estar solos después de tanto.

— ¿Recordás que hace unos meses di el primer paso?— preguntó Lionel estando abrazado de Memo mientras se tambaleaban al ritmo de la música.

— ¿Hablas de cuando hiciste tu cartel y me hiciste pasar vergüenza? Sí, lo recuerdo, como no si el pinche Javier castroso hasta lo grabó. — Messi rió por aquello y Memo sonrió.

—Y tal vez vos recordás que te dije que comenzamos todo al revés; primero los hijos, luego ser pareja.

—Sí, lo recuerdo.

—Y eso significa que sólo falta una cosa. — Memo se separó de él un poco para mirarlo. —Ésta vez no me dejé llevar por los pelotudos de Javi y Carlos, después de tanto al fin aprendí la lección. — del bolsillo de su chamarra sacó una pequeña cajita que dentro contenía un anillo. —Rulitos, mi amor... ¿Te querés casar conmigo?

Estaba temblando, el rápido latido en su corazón y sus manos sudorosas... ¿Cómo es que aquel hombre de piel canela y cabello rizado podía provocar tanto en él?

Guillermo sólo lo miró en silencio, Lionel comenzó a pensar que quizás lo iba a rechazar ¿Acaso era muy pronto?

—Sería una mamada que te dijera que no, ya tenemos un hijo. — al fin respondió Ochoa para así extender la mano.

...Y si vivo cien años

Cien años pienso en tí.

A pesar de haber comenzado todo al revés, lograron acomodarlo...

Chapter 23: Deseos.

Summary:

Aquello que Memo y Messi pidieron en sus respectivos cumpleaños, esta cerca de volverse realidad.

Chapter Text

Un nuevo año comenzó, con ello nuevos retos para los Messi-Ochoa comenzaron a llegar. Empezando porque Memo y Messi se separarían temporalmente de su bebé.

—Mira mi niño ¿Quién es ese? ¡Es papá! Papá Memo. — habló la madre de Guillermo a través de la video llamada en la sala de la casa.

Sosteniendo su teléfono con una mano mientras aseguraba con la otra a Mateo en su regazo.

— ¡Mo!— gritó Mateo abriendo y cerrando sus manos frente a la cámara.

Un pequeño puchero se escapó de los labios de Ochoa, sentía que habían pasado años desde que no había visto a su pequeño pambacito; sin embargo apenas habían pasado dos meses.

Mateo contaba ya con 7 meses.

— ¿Me esperas tantito?— preguntó Guillermo antes de tomar una bocanada de aire.

Sin embargo fue inevitable que comenzara a llorar.

—Te extraño un chingo pulguita. — soltó con las manos hundidas en su rostro. —Pinche madre, qué feo que no me veas y cuando lo hagas siempre me agarres chillando. — agregó antes de sorber su nariz.

—Dile "no te preocupes papi, aquí te esperamos". — dijo Natalia con voz chillona mientras movía la mano de Mate simulando que era él quien hablaba.

— ¿Lionel ya lo llamó?

—Por supuesto que sí, y claro que también lloró un poquito.

—Pinche Leo. — dijo con una pequeña risa antes de limpiar sus ojos.

—Te extrañamos mucho mi amor, pero ya en unos días te vamos a visitar ¿Verdad que sí? — preguntó la mujer mientras el bebé intentaba por millonésima vez tomar el teléfono para llevarlo a su boca. —Bueno, aunque no lo parezca te aseguro que te extraña mucho, a tí y a Lionel.

Guillermo tuvo la oportunidad de formar parte en la escuela de futbol del club américa el la sub 18.

Su sueño hecho realidad al fin, para su mala suerte no era posible que Mateo pudiera estar con él, viviendo en Guadalajara con sus padres estaba seguro, él podía confiar que estaría bien.

Y Lionel, bueno, Lionel ahora vivía en España gracias a Rodrigo y su trabajo...

Gracias a él comenzó a practicar en equipos pequeños, y el hecho de haber jugado en el Newell's cuando era pequeño y aún radicaba en argentina le daba la ventaja.

Era prácticamente la oportunidad de su vida.

Pero eso le dolía a Memo.

Tener tanto a su prometido como a su hijo lejos.

— ¿Vos hablaste con el Mati? — preguntó Lionel.

—Sí, hace ratito hablé con él. — respondió con voz apagada.

— ¿Lo extrañás?

—No mames y no sólo a él, también a tí, vives prácticamente del otro lado del mundo y luego nuestros horarios ni coinciden para hablar.

— ¿Si cachás que lo hago para ustedes?

— ¿Seguro que para nosotros o nada más para tí?

—Guillermo, ¿Qué acaso vos te pensás que la boda y el bautizo del Mate se van a pagar solas? Sabés que es una oportunidad de oro, y para vos también. — Ochoa guardó silencio antes de soltar aire violentamente por la nariz.

—Sólo quiero volver a estar contigo y Mateo, como antes... Como en año nuevo, jugando con las chispitas, viendo a nuestro babé riendo y gritándote "¡Pa!" Cada que lo quitaba de tus brazos... Puta madre Lionel, extraño tanto mi vida de antes. — soltó al fin aquel pensamiento que rondaba todo el tiempo por su cabeza.

Y sería una mentira decir que Lionel no pensaba lo mismo todo el tiempo desde tuvo que despedirse de su familia para poder cumplir un sueño.

Lo único que lo mantenía en pie era el hecho de saber que ese sueño ya no era únicamente para él.

Sino para su prometido y su hijo.

—Gille. — llamó captando la apagada mirada de Ochoa. —Te prometo que un día vamos a vivir juntos y no nos vamos a separar nunca, nos vamos a llevar al Mati a todos lados, vamos a comer a lugares increíbles, te juro que vas a pensar que estás soñando.

— ¿Me lo dices acá de neta?— preguntó algo incrédulo.

Formando en sus ojos marrones ese brillito particular del que Messi se había enamorado hacía meses.

—Con mi vida, rulitos... Soy un pibe de palabra.

Y sin más transcurrieron los días...

Las semanas.

Los meses.

Mateo con el paso del tiempo crecía un poquito más cada día.

Llegando de manera encantadora el cumpleaños número 19 de Lionel Messi.

El argentino lo tenía todo.

Una familia, un hogar, amor, cariño... Su carrera al éxito estaba comenzando, y nada le emocionaba más que poder compartir todo eso con las personas que más amaba.

El club donde comenzaba le daba cierto apoyo al saber que tenía un hijo, algo que ningún otro le había dado.

Sabía que era ahí el lugar correcto.

Lionel jugaba con Mateo de tan sólo 11 meses quien portaba una pequeña playera con dos colores, la mitad era de la selección mexicana y la otra mitad de la selección argentina.

Con sus pequeños ricitos despeinados y una sonrisa que dejaba ver dos dientecitos en la parte inferior.

—Se prepara, no tené miedo, él confía en que podrá meter ese gol. — Guillermo rió ante la narración de Lionel y se preparó frente a la portería. —Mateo se posiciona, tira y...- abalanzó a Mateo frente al balón para que diera un pequeño golpe a éste, Guillermo se tiró hacia el lado contrario en dirección al balón y éste entró a la portería. — ¡Gol!— exclamó Messi mientras hacía girar a Mateo en los aires.

El bebé solamente se limitaba a soltar pequeñas carcajadas.

— ¡Y los hinchas se emocionan ante semejante gol de Mateo Messi, la nueva promesa para el fútbol en Europa! ¡Ehhh! Festejá Mati, vos lo lograste. — recostó al bebé sobre la manta extendida en el pasto para comenzar a hacerle cosquillas. — ¿Qué sentís de que tu único hijo te haya metido un gol?

—Normal, me dejé ganar. — respondió hincándose a la altura del bebé sobre el pasto y extendió ambos brazos.

Mateo de inmediato no dudó en girarse para poder gatear hacia Memo que encantado lo tomó en brazos para cargarlo.

—Mateo todavía ni camina y ya quieres que juegue fútbol. — pasó su dedo pulgar por la mejilla de su hijo para limpiar rastro de chocolate que el bebé había comido.

—Oye, con eso se nace, mirános a nosotros, en camino de lograrlo.

—Ay Lionel, aún nos falta tanto. — Mateo comenzó a jugar con los rizos de Ochoa, provocando una pequeña sonrisa en sus labios antes de besar la mejilla de su niño.

—Pero estamos avanzando, ¿Acaso vos imaginaste que algún día estaríamos así? Vos en uno de los clubes más importantes del país y yo en España... Mi rulitos, estamos viviendo el sueño.

Lo estaban haciendo...

—Memo, Leo; ya tráiganse a Mate, ya vamos a partir el pastel. — la voz de Natalia, la madre de Memo llamó desde el interior de la casa.

— ¡Vamos! — gritó Guillermo de vuelta para mirar a su pareja e hijo en brazos.

—Con vos no sólo conseguí una familia, sino también un hogar, gracias Guille. — comentó antes de tomar a Memo para dar un beso sobre sus labios. Claro antes de ser interrumpidos abruptamente por su hijo.

— ¡No! — gritó Mateo con molestia mientras hacía un gesto para negar con la cabeza. —Mi. — agregó antes de recostarse sobre el hombro de Memo.

—La vida me hizo justicia al fin, ahuevo.

—Vos no estés tan seguro, ya veremos en unos años.

—Quisieras, mugres. — respondió Ochoa antes de dar un pequeño golpe sobre la frente de Messi.

— ¿Así es como tratás al cumpleañero y tu futuro esposo?

—No te preocupes, al rato te lo compenso. — guiñó uno de sus ojos y Lionel únicamente comenzó a sentir nervios.

Ahora Guillermo desquitaba todo lo que Lionel provocaba aprovechándose de las hormonas que tuvo durante su embarazo.

—Pero eso será más al rato, ahorita hay que ir que ya nos esperan.

Lionel no podía estar más seguro que sin duda era el mejor cumpleaños que pudo haber tenido a lo largo de toda su vida.

— ¿Son pingüinos?— preguntó Javier para mirar a María Sol quien miró la bandeja que sostenía en manos y después a Hernández.

—Se llama alfajor. — respondió con simpleza.

—Ah.

Comida, familia, amigos... Todo lo que alguna vez soñó estaba ahí.

—Que quede claro que al que lo aviente al pastel o haga alguna de sus típicas chingaderas, lo reviento ¿Oyeron?— preguntó Guillermo de forma amanzánate después de que todos cantaron las mañanitas y Guardado levantó ambas manos.

—No ps ta' bueno. — respondió Chicha cerrando la botella de agua que tenía en la mano.

—Nhe, qué aguado. — agregó Vela cerrando la botella de cátsup para dejarla sobre la mesa y cruzarse de brazos.

—Ahora pide un deseo. — musitó Memo haciendo que Lionel despegara la vista del pastel para pasarla a él.

Su bonito rizado sosteniendo en brazos a su copia exacta de ojitos brillosos.

¿En serio había otra cosa que pudiera desear?

Lionel dió una media sonrisa antes de volver la vista al pastel y cerrar los ojos.

"Deseo que Memito y Mate se queden a mi lado toda la vida." — pensó antes de soplar las velitas y abrir los ojos al mismo tiempo que los aplausos y chiflidos por parte de sus amigos no se hicieron esperar.

Lionel no dejó de pedir aquel deseo año con año por el resto de su vida.

Con la diferencia de que con el paso de los años, más personitas se fueron sumando a ese deseo.

Y aquello que anheló en su cumpleaños número 19, se volvió realidad.

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Chapter 24: Piñata.

Summary:

Durante un partido de Barcelona, Messi deja al descubierto a Ochoa; todo gracias a una idea de Neymar.

Chapter Text

Si a Guillermo y Lionel les hubieran dicho dos o tres años atrás que serían padres y se derretirían de amor por aquel pequeño ser humano; muy probablemente ambos hubieran reído de ello.

Sin embargo las cosas ahora eran diferentes, pues no podían dejar de imaginarse siendo padres ni un sólo día de su vida... Cada día era una nueva experiencia para la familia, y toda una vida por recorrer con su Mato les esperaba.

Desde las primeras palabras de su cachorrito:

—Papá Mo. — dijo entre sílabas.

Lionel no se podía creer que en verdad su futuro esposo había hecho una reunión únicamente para que todos sus amigos y familiares escucharan las palabras de su primogénito.

—Una vez más confirmé que me la pelaste, mi amor. — sonrió Guillermo con orgullo antes de besar a Lionel quien cerró los ojos con suavidad.

—Tenés razón, es natural que nuestro Matito te amé, vos lo tuviste en tu vientre y diste lo mejor de vos para traerlo acá.

—A ver, ahora di tío. — pidió Andrés con esperanza.

—Ño. — soltó el menor sin pena para después negar.

—Cabroncito eh, mendigo enano.

Hasta sus primeros pasos:

—Vení para acá pulguita. — Lionel se sentó sobre el pasto para sonreír a su bebé y extender ambos brazos.

Mateo miró a Lionel y después a Memo.

—Ve mi amor, tú puedes hacerlo.

—Lo está haciendo... Por dios, ¡Lo está haciendo!— exclamó Soledad con incredulidad observando a Mateo tambalearse en dirección hacia Messi mientras Memo lo cuidaba por la parte trasera.

Hasta incluso llegar a sus primeras fiestas de cumpleaños y bautizo.

Cosa que sería historia para otro momento.

Pero una de las cosas más recientes fue el ingreso del menor a un jardín de niños privado, Memo y Messi jamás creyeron lo rápido que sería esto...

— ¿Si alguien me molesta le puedo pegar? — preguntó Mateo mientras tenía el teléfono en la oreja.

—No. — respondió Messi del otro lado.

—Pero...

—Dije no, y hablo en serio Mateo. — el menor hizo un pequeño puchero con molestia y frunció el ceño. — ¿Acaso vos querés ver a tu padre enojado?

— ¿Más?

— ¡Mateo!— Mati soltó una pequeña carcajada inocente ante el regaño de su padre. — ¿Podés pasarme a tu padre?

—No puedo.

— ¿Por qué?

—Otra vez le está saliendo agüita de sus ojos.

— ¿Dónde está? ¿Por qué?

—En el baño, y no sé, le pasa mucho desde que te fuiste.

—Llamálo por favor, necesito hablar con él.

—Bueno, adiós papi, te amo.

—Y yo a vos pulguita. — Mateo despegó el teléfono de su oreja.

— ¡Papá, te habla mi papá!— gritó acercándose a la puerta del baño para empezar a golpearla.

Casi de inmediato Guillermo salió.

—Gracias mi amor, vete a jugar al patio, ahorita voy contigo ¿Va?­­— pidió Memo antes de limpiar sus ojos y Mateo asintió para así dejarlo solo. — ¿Bueno?— carraspeó un poco la garganta en un intento de que Lionel no se diera cuenta que había llorado.

—El Mato me dijo que vos has estado muy llorón últimamente ¿Te sentís bien?

—Es normal que ande chillón, no mames, nuestro bebé ya está en la escuela, está a nada de ser un niño grande.

—Pero si Mato apenas tené 4 años... Aún es nuestro bebito.

—No entiendes nada me cae.

Pero bueno, Lionel siempre solía ser un poquito lento para entender las cosas; no fue sino hasta casi un mes después que todo aquello comenzó a tomar sentido... Y gracias a que Memo se lo dijo, sino por sí solo jamás lo hubiera adivinado.

Spotify Camp Nou, Barcelona España, Febrero 2, 2028...

— ¿Y contra quién va a jugar mi papá?— preguntó una pequeña vocecita que brincoteaba tomado de la mano de Memo mientras caminaban a su palco.

—Contra el Villarreal. — respondió con simpleza mientras se sentaban en sus asientos.

— ¿Y a qué hora sale mi papi Lionel y mi tío Neymar?— preguntó el menor de cabello castaño y rizado.

—En un rato más, sé paciente.

—Es que lo extraño mucho. — murmuró abrazándose a Memo. —Tú si me llevas a tus entrenamientos y a los de mi tío Andrés, pero mi papi no me lleva a los suyos.

—Sabes que por el momento papá vive lejos y nuestros horarios no coinciden, pero siempre estamos para tí. — el pequeño solamente asintió mientras veía el estadio llenándose de gente.

La parte que Mateo más amaba era cuando la gente coreaba el apellido de alguno de sus padres... El apellido que después de todo también era suyo, y soñaba en un futuro poder lograr algo similar.

—"No quiero que te comparés mi niño, sos aún pequeñito para eso, todo a su tiempo." — siempre le decía Lionel cada que Mateo le contaba que soñaba ser como él o su papi Memo cuando fuera más grande.

— ¡Mira, ahí está mi papá!— exclamó Mateo de pronto para señalar en dirección a la cancha.

Y casi inmediatamente Messi miró en dirección en dónde sabía que su esposo y primogénito estarían esperándolo.

Lanzó un beso a ambos y Guillermo se llevó la mano derecha al pecho.

El partido avanzaba de maravilla, Ochoa nunca dejó de admirar la agilidad de su esposo en la cancha, él había prometido en el altar ser su fan número uno y hasta el día de hoy lo cumplía con devoción.

El partido avanzaba mientras Mateo y Memo no perdían detalle de absolutamente nada.

2-2

Faltaban tan sólo unos minuto para que el partido terminara, fue entonces cuando Lionel metió el gol final y el que le daría la victoria al Barcelona.

— ¡Gol!— brincó Mateo con emoción mientras aplaudía. — ¡Mi papito metió gol!

—Lo hizo mi amor, lo hizo. — sonrió con emoción tomando a su pequeño de ambos hombros para darle un beso en la mejilla.

—Oye pa, ¿Qué está haciendo mi papito Leo?— preguntó el menor.

—No lo sé amor. — frunció un poco el ceño observando como al argentino se le era lanzado un balón, al tiempo que colocaba éste bajo su playera. —Verga, no es cierto. — sintió poco a poco la vergüenzas dentro de sí al tiempo que sentía la mirada de la gente sobre él.

— ¿Por qué mi papi hizo eso papá Memo?— preguntó el menor girándose a mirar a su padre.

—Lo que pasa es que...

—Increíble la manera en la que nuestro jugador estrella da a conocer que su esposo y recién debutante del club América está esperando de nueva cuenta un bebé. — escuchó decir a uno de los comentaristas.

—Puta madre.

—Qué maravilla y qué felicidad debe ser para el pequeño Mate que ya no va a estar solo.

—Puta madre, puta madre, puta madre. — murmuró entre dientes.

—Nos informan que padre e hijo nos acompañan desde los palcos ¿Es así? ¿Guillermo Ochoa y su hijo están aquí?

—No puede ser. — murmuró cubriéndose el rostro con vergüenza en cuanto la cámara lo enfocó. —Te juro con mi vida que cuando tu padre salga de la pinche cancha lo voy a matar. — Mateo por otra parte saludó a la cámara.

— ¡Mira papá, estamos saliendo en esa pantallota!

—Sí corazón, lo hacemos. — se descubrió el rostro para fingir una pequeña sonrisa.

Y su teléfono sonó.

10:15 pm

Compadre <3

Tu jetota está en la tele, prepárate porque a partir de hoy no voy a dejar de hacerte burla, después de casi 5 años te volvieron a llenar la piñata

Leyó el mensaje por parte de Guardado acompañado de una foto de su amigo frente al televisor.

El 01 <3

Chinga tu madre

También ví tu cara mientras escribías eso, felicidades perrito, ya me urge verte para felicitarte, mándale un abrazo de mi parte a mi ahijado y un saludo al checito

Eres un mugre señor

¿Por qué?

"Ahijado"

Pues eso es, tú me hiciste compadre con tu boda y en el bautizo

Pero no hay pedo, hay peda... Bueno, aunque en tu caso tendrá que ser con shots de ácido fólico ¡Panzón!

.I.

Yo también te amo!

Guillermo se masajeó el puente de la nariz y soltó aire.

Cuando el partido terminó y hubo acceso a las canchas, Mateo no dudó ni un sólo segundo en salir disparado en dirección a Lionel.

— ¡Mateo Messi, no corras!­— gritó Memo, pero el pequeño de rulos ya estaba un poco lejos.

— ¡Eh, mi príncipe!— exclamó Lionel abriendo ambos brazos mientras se arrodillaba en el pasto y Mateo se abalanzaba a él.

— ¡Papi!

— ¿Qué tal pulguita? ¿Cómo lo hice?

—Bien chido, como siempre. — respondió separándose un poco de su padre quien acomodó los rulitos despeinados de Mateo.

— ¿Y papá?

—Si yo fuera tú ni me le acercaba, está bien enojado.

—Bueno, con mucha más razón. — el sonido de un carraspeo de garganta lo hizo levantar la vista sólo para encontrarse con Ochoa frente a él, cruzado de brazos. —Mirá quien está acá, hola mi amor. — Guillermo no ocultó ni un segundo su molestia, cosa que hizo reír a Lionel.

— ¿Qué putas es tan pinche chistoso?— preguntó y Messi se puso de pie.

—Extrañaba tu salvajismo mexicano. — el gesto de molestia en el rostro de Ochoa se aligeró para convertirse en un mínimo puchero.

—Y yo tu idiotez argentina. — respondió abrazando a su esposo. —Habíamos quedado que se lo contaríamos primero a nuestros familiares.

—Perdón pero en cuanto me hiciste la video llamada mostrándome la prueba, fue imposible resistirme.

—Y déjame adivinar, el de la idea fue Neymar.

— ¿Y quién más si no ese pelotudo?— preguntó acariciando la nariz de Ochoa con la suya, colocando una de sus manos sobre la cintura de este. —Gracias por hacerme papá una vez más. — Memo sonrió para asentir y soltar un poco de aire. —Y vos Mate. — habló Lionel colocándose a la altura del pequeño. — ¿Cómo te sentís de que serás hermanito mayor?— poquito a poco los ojitos cafés de Mateo se iluminaron y miró a Memo quien asintió.

— ¿Voy a tener un hermanito?— preguntó con felicidad y Messi lo cargó.

—Por supuesto que sí, aunque rogá porque sean dos de una. — hizo chonguitos con los dedos y Mateo sonrió cómplice para asentir.

— ¿Sí verdad baboso? Cómo tú no los vas a cargar cabrón.

—Pero tendré que volver a aguantar tu mal humor por los próximos 7 meses, es igual o peor.

Si Guillermo era un poquito más objetivo con su pasado, realmente le agradecía a Andrés esa tonta decisión de estudiar en la UNAM.

Chapter 25: Lucciana.

Summary:

"La princesa del 19 del barca y el 01 del club américa llegó al mundo."

Chapter Text

Con la llegada de marzo, también llegaron los 3 meses del segundo embarazo de Guillermo.

Más visible que cuando Mate, y era obvio, era su segundo hijo.

— ¿Qué tienes acá?— preguntó Mateo con curiosidad para picar el pequeño vientre de Ochoa.

—A tu hermanito.

— ¿Y ya va a salir?

—No, aún falta mucho.

— ¿Eso quiere decir que te vas a ver más gordo?

—Mateo, eso no se dice. — regañó Lionel por lo bajo.

—Pero es la verdad.

—Te juro por dios que en mi vida vuelvo a dejar que te vayas a casa de tu tío Javier, Andrés o Carlos.

—Ah... No se vale. — se quejó Mateo antes de dejarse caer al sillón y cruzarse de brazos.

Y ahora con el nuevo embarazo, era turno de que Lionel viviera aquel proceso desde el inicio, cosa que con Mate no pudo hacer...

—Y tuve que conducir re lejos sólo porque Guille quería comer manguito con chile ¿De dónde chota iba a sacar eso acá? Y todo para que terminara volviendo todo, Guardado esto es demasiado. — contó Messi por llamada.

—Uy no checito, ni aguantas nada, no sabes todo lo que yo me tuve que chutar por tu culpa wey, una vez el pinche puerco me mandó a traerle oreos y mayonesa; y eso lo metió a una torta de milanesa. — Messi se cubrió la boca con desagrado y frunció el ceño.

—Boludo, qué asco.

—Ni modo, te toca aguantar al panzón; eso les pasa por no usar condón, pinches calientes.

Sí, tal vez les volvió a ocurrir lo mismo que con Mateo, pero eso no tenía por qué saberlo nadie.

Y el proceso también resentía al nuevo hermanito mayor.

Haciendo que una noche de Junio abriera con cautela la puerta de la habitación de sus padres para entrar de puntitas y en silencio.

—Papi. — musitó en un susurro antes de mover a Lionel por el hombro.

—Decíme Mate ¿Tuviste una pesadilla?— el menor negó ante la pregunta de su padre.

— ¿Me puedo dormir con ustedes?

—Mi niño, vos ya no dormías con nosotros hace mucho.

—Pero quiero dormir con ustedes. — pidió tallando de manera adormilada sus ojitos.

—Sabés que no te podemos negar nada, vení. — con alegría el menor trepó la cama para acurrucarse en medio Memo y Lionel.

Conforme la noche pasaba, Messi estaba arrepintiéndose de aquella decisión al despertar repetidas veces en la madrugada debido a las patadas que le daba Mate mientras dormía, y las diversas veces que Ochoa le quitaba todas las cobijas para acurrucarse en ellas.

Aunque bueno, eso ya era algo habitual en él, a Ochoa le resultaba más cómodo dormir de esa manera.

—Creo que no fue buena idea. — dijo Lionel a sí mismo para girar la mirada.

Observando a su esposo abrazar todas las almohadas y a su pequeño Mateo abrazando a Memo.

Todas las sábanas estaban de su lado.

—Y aún faltán 3 meses más Lionel, paciencia.

Al final de todo terminó por irse a dormir a la sala, únicamente para volver a la mañana y encontrarse con sus tres amores acurrucaditos en la cama.

— ¿Madrugaste? — preguntó Guillermo viéndolo entrar al cuarto.

—No por gusto, pero si así podés decirle, sí, lo hice. — respondió sentándose en el borde de la cama para acercarse a Memo y dar un beso en sus labios.

Al separarse de su esposo, alborotó los ricitos rebeldes de Mateo y dió un pequeño beso en su cabeza.

—Andá, arriba porque tengo que llevarte al cole antes de irme.

—No quiero ir a la escuela, me quiero quedar aquí acostadito con mi papá Memo. — soltó Mate en un quejido mientras se acurrucaba a un costado de Memo y Ochoa acarició los ricitos de Mate.

—No te podés quedar aquí, tenés responsabilidades. — Mateo negó apretando los ojos. —Mateo Messi. — llamó de forma más autoritaria.

— ¡Te dije que no quiero!— gritó sorprendiendo de cierta manera a Memo y sobre todo a Lionel.

— ¡Mateo!— regañó Ochoa. —Jamás nos habías gritado a ninguno de los dos ¿Qué te pasa?— un mínimo puchero se formó en los labios del menor quien soltó un sollozo.

—No pienso lidiar con berrinches, Mateo; así que te vestís y salís a desayunar, debes aprender que vos tenés responsabilidades al igual que todos.

Aún cuando Messi solía ser una persona tranquila, de vez en cuando tenía sus momentos donde no podía con todo.

Lionel observaba las fotos en su celular, las fotos donde Mateo tenía unos cuantos meses de nacido... A veces le costaba aceptar que su hijo estaba creciendo.

— ¿Qué haces?— pregunto Memo asomándose por el marco de la puerta.

—Nada. — respondió Lionel apagando el teléfono y se levantó del sillón. — ¿Dónde está Mato? Ya es tarde.

—Está bien si no va hoy.

— ¿Vos te pensás permitirle esos berrinches?

—No son berrinches, Lionel; el niño anda chípil.

— ¿Qué chota es "chípil"?

—Así se dice en México cuando un niño anda como bajoneado o quiere atención, específicamente cuando su mamá está embarazada. ¿A tí nunca te pasó cuando tu mamá estaba embarazada de Solecita?

—Bueno, ahora que lo decís sí, quizás me pasó, quería estar pegado a mi vieja como si fuera un parásito, pero jamás les grité a ninguno de los dos.

—De por sí sabes que el carácter de Mate es algo fuertecito.

—Igualito que vos.

—Lionel, estoy hablando en serio. — Messi soltó aire por la nariz antes de acercarse a Memo para tomarlo de las manos.

—Guille, Mate es nuestro primer hijo, y sabés que es extraño, cada día nos enseña cosas nuevas; sólo que no esperé que el nene algún día me fuera a gritar.

—Es un niño, ya no es un bebé; ellos crecen y van desarrollando su propia personalidad, nuestra responsabilidad es formarla por el buen camino... Sólo trata de entenderlo ¿Sí?— pidió Guillermo tomando a Lio por la mejilla y el castaño tomó la mano de Memo para dejar un beso sobre el dorso de ésta. —Está chiquito, comme toi.

— ¿Ya te había dicho lo mucho que amo tu voz cuando hablás francés?

—Oh, vraiment?

—Si seguís así, quizás no logre darle la tercera a Argentina pero sí a vos.

—Pinche atrevido, todavía ni nace y ya estás pensando en otro.

—Sólo vos lográs eso en mí, morochito precioso.

—Te puedes ir tranquilo a entrenar, yo me quedo con el chamaco y hablo con él, mañana de que se va a la escuela, se va, de eso me encargo yo.

—Mejor papá no pude escoger para mis hijos.

—Pero si achú, también te la rifas machín.

Pero aún con lo difícil que podía ser algunas veces, Messi no dejaría de adorar a su familia, y su pequeña familia no dejaría de amarlo, apoyarlo y admirarlo.

— ¡Hola!— saludó Lionel con aquellos ojitos brillantes que únicamente tenía cuando estaba con Ochoa y sus hijos. —Pero mirá qué lindo que lucís rulitos.

—Me lo dices como si no me vieras nunca, hablamos ayer por video llamada también, exagerado.

—Eso no me basta Guille... No imaginás lo mucho que me pesa que vos no estés acá conmigo.

—También a mí, pero ya sabes lo que dijeron, mi embarazo con Mate no fue del todo seguro así que debo de cuidar de este el doble.

— ¡Papá!— escuchó la voz de su hijo mayor quien corría hasta su padre.

—Eh campeón ¿Cómo está el principito de la casa?

—Bien, oye ¿Cuándo vas a venir? Es que mi papá Memo anda más regañón que de costumbre.

—Pero cuéntale por qué.

— ¿Por tus cosas de embarazado?— respondió Mateo con inocencia a la par que miraba a Memo.

—No, Mateo Messi, dile a tu padre por qué te regaño.

—Porque rompí el jarrón de la sala de un balonazo.

— ¿Y por qué más?

—Porque le saqué la lengua a unos boludos que nos estaban sacando fotos.

— ¡Mateo!

— ¡Es que mi papá y mi tío Kun así dicen!— Messi dejó escapar una risa y apretó los labios antes de que su esposo fuera a regañarlo.

Sin embargo fue imposible.

—¿No le vas a decir nada?— Lionel tomó aire para soltarlo lentamente.

—Tenés... Tenés prohibido volver a decir eso ¿Escuchaste?

—Buen intento, tu regaño todo pata.

—Lo siento, es que no puedo. — rió contagiando a Mateo, y logrando también que Memo sonriera un poco.

— ¿Cómo estás papi? ¿Vas a ganar?— preguntó Mate acurrucándose en Ochoa para colocar una de sus manos sobre el vientre de Memo.

—Vos ya sabés que cualquier gol que entre más tarde en la portería serán para papá, para vos y para Lucci.

Lucciana, su anhelada princesa se había vuelto una realidad para Messi.

—Conste. — señaló el menor y Lionel asintió. —Oye papá Memo ¿Ya le enseñaste a mi papá lo que grabamos hace rato?— preguntó de pronto mirando al rizado.

—Cierto, lo olvidé, checa tu chat. — y Messi obedeció.

Al abrir la conversación que tenía con Memo, se percató que el rizado le había enviado un video.

— ¡Vamos vamos, argentina, vamos vamos, a ganar! ¡Que esta barra quilombera, no te deja, no te deja de alentar!— coreaba el pequeño Mateo mientras daba suaves palmaditas sobre el vientre de Ochoa, fingiendo que éste era un tambor. — ¡Vamos argentina, eh!— exclamó haciendo un gesto y de fondo pudo escuchar la risa de Memo quien colocó su mano sobre la de su hijo mayor.

De pronto Mateo soltó un sonido de sorpresa y miró a la cámara.

— ¡Se movió!— exclamó Mateo con emoción haciendo a Guillermo soltar una pequeña risita. — ¿Lo viste? ¡Papi, Lucci se movió!

—Por supuesto que lo ví mi niño, y no sólo lo ví, sino que también lo sentí.

—Mira papi Leo, a Lucci le gusta ¿Ya viste?— señaló antes de dejar un pequeño beso en el vientre de Ochoa para después abrazarlo.

Ahí el video terminó, haciendo dibujar una sonrisita nostálgica en el rostro de Messi.

Jamás pensó que podía amar tanto a alguien en su vida... A una pequeña familia.

—No saben las ganas que tengo de abrazarlos a los tres... Los extraño como no imaginás, rulitos hermoso.

—Y nosotros a tí... Te amamos, van a ganar.

—Tenés que ganar papi, por nosotros. — Lionel moría de ternura cada vez que el pequeño Matu hablaba con acento argentino, no era algo muy común de él; prefería más el acento mexicano.

—Te lo prometo Matito, por vos, por Lucci y por papá.

—Ya dijiste.

Y Lionel no sólo ganó una medalla de oro en los juegos olímpicos aquel día, sino que también ganó otro motivo más por el cual seguir triunfando en el futbol.

La menor de los Messi Ochoa podría presumir de haber nacido un 9 de septiembre en Rosario Argentina; mismo lugar donde su padre habría nacido años atrás; y justamente el mismo día donde Lionel ganó una medalla de oro.

Messi al saber la noticia no dudó ni un segundo en volar a Argentina.

Una foto subida por Ochoa de la pequeñita mano de su bebé rodeando el dedo índice de Messi, fue la confirmación de que Lucciana había llegado al mundo.

Y los periódicos y noticias no se hicieron esperar.

"La princesa del 19 del barca y el 01 del club américa llegó al mundo."

Chapter 26: 1+1=2

Summary:

Donde ante la llegada de su hermana, Mateo también tiene que comenzarse a adaptar.

Chapter Text

Una familia estaba reunida en la habitación de un buen hospital, al menos Guillermo estaba feliz de que esta vez no fue en uno público, en fin, privilegios.

Dos adultos y un pequeño niño observaban con delicadeza al diminuto ser humano entre los brazos de Ochoa, el portero del azulcrema no podía sentirse más afortunado de tener lo que tenía.

—Ay papi, está re fea. — soltó Mateo acurrucándose a un lado de Memo en aquella cama de hospital.

El menor no apartaba aquellos ojos avellana del rostro arrugado y rosado de su hermanita.

—Pinche chamaco irrespetuoso me cae de madre. — negó Javier observando del otro lado de la ventana con brazos cruzados.

—Ah pero qué tal cuando Mate nació le andabas diciendo narizón. — respondió Andrés antes de mirar a Hernández.

—Cállate pendejo, quedamos que íbamos a fingir que eso nunca pasó.

—Yo no pienso que esté fea, mi niño... Es muy preciosa así como tú cuando naciste. — respondió Guillermo dando un pequeño toque en la barbilla de Mateo.

—Pero está toda arrugada y rara... ¿Por qué se ve fea? No parece un bebé.

—Yo opino que es re linda mi princesa. — musitó Lionel con ilusión mientras observaba a su pequeña florecita.

Claramente eso hizo a Mateo fruncir el ceño de inmediato.

—Ya me voy con mi tío Andrés. — soltó Mateo con molestia para bajar de la cama y salir del cuarto.

—Mato. — apenas y alcanzó a decir Lionel antes de que Mateo azotara la puerta.

El fuerte estruendo hizo a la pequeña Lucciana hacer un gesto que significaba que pronto comenzaría a llorar, así que al instante Guillermo siseó para que ésto no ocurriera.

—Bueno, ¿Y éste qué se trae? Pensé que su muina ya le había pasado cuando vió a Lucci en ultrasonido. — dijo en medio del siseo y con cuidado descubrió la carita de la bebé. —Vaya hermanito tan berrinchudo que te fue a tocar mi niña.

—Ora ¿Y éste qué?— musitó Chicha con incertidumbre al ver a Mateo sentarse en las sillas de metal.

Con los pies arriba de éstas, los brazos cruzados y un pequeño puchero formado en sus labios.

— ¿Qué haces? ¿Por qué no estás adentro con tus papás?— preguntó Andrés con cautela mientras se sentaba junto a su sobrino.

—Mis papitos ya no me quieren. — soltó en un hilo de voz y abrazó a Guardado.

— ¿De dónde sacaste eso o qué? No manches. — preguntó Hernández hincándose a la altura de ambos.

—Mi papito Lionel voló desde bien lejos nada más para ver a la bebé y no a mí. — respondió entendiéndose muy apenas lo que dijo debido a que estaba llorando.

—No Mateo, estás pero si bien mal, chaparrín. — Guardado tomó al menor en sus brazos para sentarlo en su regazo. —Yo soy fiel testigo desde el día uno que andabas en la panza de tu apa Memo, que te quieren un chorro.

—No es cierto.

—Mato, te lo digo neta. — Mateo negó y Guardado y Javi se miraron sin saber qué hacer para consolar al niño. —Te lo juro Matito tomatito, es más, que me parta un rayo si no es cierto.

—Uy pues ya mamaste por chismoso, bzzzz. — soltó Chicharito simulando lanzar un rayo y Guardado se retorció haciendo reír a Mateo.

—Mira, al menos ya te hicimos reír, ya es algo ¿Apoco no?— Mateo asintió limpiando sus ojos.

La puerta de la habitación se abrió haciendo que Javier, Andrés y Mateo miraran.

— ¿Me dejan hablar con él?— preguntó Lionel cerrando con cuidado la puerta haciendo a Javi ponerse de pie mientras Guardado bajaba a Mateo de su regazo.

Una vez juntos, tanto Javier como Andrés caminaron con Lionel a una parte donde el niño no pudiera oírlos

— ¿Ahora qué mamada hiciste? — preguntó Hernández.

—Nada, sólo volé desde lejos y quiero hablar con mi hijo. — ambos amigos se miraron y luego miraron a Messi.

—Nada más no la vayas a cagar, ten tacto, es un niño y anda celosito. — Andrés guiñó el ojo y palmeó a Javier para que juntos pudieran irse.

Al encontrarse a solas con Mateo, caminó con cautela hacia él y se sentó a su lado.

—Hola. — Mateo no respondió y Messi soltó un suspiro. —Yo sé lo que vos tenés.

—No es cierto. — se animó a responder muy apenas audible.

—Sí, sí lo sé. — Mateo no dijo más nada y Lionel tomó aire. — ¿Querés que te cuente algo? Es un secreto.

— ¿Secreto?— si algo le había dejado el juntarse con Vela, Guardado y Hernández, era lo chismoso.

Mateo se acomodó en el asiento para así mirar a su padre.

—Cuando conocí a tu papá, me imaginé toda una vida a su lado, pero por razones bobas yo me alejé de él. — Mateo ladeó un poco la cabeza al tiempo que escuchaba a su padre. —Y cuando supe que vos venías en camino, no imaginás lo feliz que me hiciste.

— ¿Por qué?

—Porque sin vos, mi bebito mayor, tal vez yo jamás hubiera estado con Guille... Porque sin vos no hubiera logrado todo lo que soy ahora y todo lo que aún me falta ser, Mate... Si vos no estuvieras acá seguramente Lucci tampoco.

— ¿Volaste desde tan lejos nada más para verla a ella?

— ¿Por qué lo decís?

—Porque desde que llegaste no preguntaste por nadie más, directito fuiste a preguntar por ella. — contó de forma apagada. —Ustedes dijeron que nos iban a querer igual a los dos y no es cierto, no lo cumpliste. — dijo ahora con enfado.

Lionel reflexionó en silencio lo que había hecho, realmente ni siquiera había preguntado nada de Mate.

—Lo sé, me porté como... Esa palabra que a tu papá Memo no le gusta que digas.

— ¿Boludo?

—Sí, pero shhhh. — siseó y Mateo siseó cómplice antes de reír. — ¿Podés decirle a tu tonto padre cómo remediar el daño que causó en vos?— preguntó acariciando con cuidado el suave cabello de Mateo y el menor pensó unos segundos, hasta que algo pareció iluminarse dentro de su cabeza.

—Ya sé, que me lleves a todos tus entrenamientos como mi papito le hacía.

—Veré que se puede hacer y si papá nos da permiso.

—Ojala que sí. — respondió haciendo chonguitos con los dedos.

¿Lionel se hubiera dejado manipular por un niño de 5, años atrás?

No, definitivamente no, pero si se trataba de Mateo, él daba todo.

—Sos un angelito Mate, por favor jamás crezcas.

Pero por más que Lionel y Guillermo no quisieran que sus cachorritos crecieran, era básicamente imposible.

Diciembre.

La casa adornada a la perfección, el árbol enorme y brillante con esferas decoradas con los nombres de cada integrante de la familia.

Después de su tiempo de descanso, Guillermo estaba poniéndose al corriente con lo que ocurría en el América, se había ganado la titularidad en un clásico nacional haciendo que la afición lo amara.

Pero por su embarazo así como debutó, se fue.

Al menos se sentía listo para el inicio del clausura 2029.

—Mateo ¿A dónde llevas a tu hermana?— preguntó Memo al mirar a Mate pasar por la sala con Lucciana de 3 meses en brazos.

—La voy a regresar, es bien aburrida y aparte no sabe jugar FIFA, es más, ni sabe jugar fut. — Guillermo guardó una pequeña carcajada y se levantó para ir con su hijo.

—Mi niño, no es que Lu no sepa, más bien es que no puede, todavía está muy chiquita.

—Pues haz que crezca o yo que sé.

—Mi amor, no puedo hacer eso, es más, quisiera que tú te quedaras chiquitito toda la vida pero no puedo hacerlo.

Un golpe de melancolía inundó el pecho de Ochoa al ver a sus dos bebé juntos, y no dudó ni un sólo segundo en tomarlos a ambos entre sus brazos para poder abrazarlos.

—Me estás aplastando, papi. — escuchó decir a Mateo y se separó de él.

—Perdón, es que a veces me cuesta creer que ambos están creciendo.

Y bueno, tratándose de un niño pequeño que no comprendía aún sobre cariño y las palabras de su padre, su mirada se distrajo en algo más.

—Wow... ¿Desde cuándo tenemos esto?— señaló una parte de la sala donde Ochoa y Messi colocaban medallas y trofeos; Guillermo observó.

—Tu papá lo trajo hoy a casa. — respondió Ochoa volviendo la vista a Mateo.

— ¿Neta netita?— Guillermo asintió. —Qué chido...

— ¿Por qué tenés a Lucci cargando?— preguntó Lionel con preocupación saliendo de la cocina antes de beber de la bombilla.

—Dice que la va a regresar porque no sabe jugar fútbol. — respondió Ochoa poniéndose de pie.

— ¿Regresarla a dónde?— Memo se encogió de hombros mientras se colocaba a un lado de su esposo.

— ¿Oye por qué te dieron esto?— preguntó Mate mirando el balón de oro para luego mirar a su padre.

— ¿Qué cosa?— preguntó sirviendo agua del termo a su mate.

—Esto. — señaló.

—Ah, eso, no sé. — respondió Lionel encogiéndose de hombros antes de darle un sorbo a su mate.

—Tu padre suele ser muy modesto algunas veces, y no es por nada pero, se lo dieron por ser el mejor jugador de la historia.

— ¿Mejor que mi abuelito Maradona?

Así como con Santa Claus, los reyes magos y el ratón de los dientes; Guillermo y Lionel habían decidido echar una pequeña mentira piadosa a sus hijos.

Desde que Lionel salió de esa casa en la condesa donde residía con sus padres, tomó la decisión de que a partir de ese momento no existiría más familia para él más que sus hermanos.

Para su fortuna, y gracias al destino, el vacío que aquella familia había dejado en él fue recompensado con su esposo, sus dos hijos y la familia de Ochoa que lo amaba tanto como a un hijo.

—Pero recordá que no le podés decir a nadie que ese viejo infiel era tu abuelo, no queremos tener problemas ¿Entendés Mate?

—Lo sé papi, lo sé.

—Matito, ¿Qué te parece si me das a Lucci y vos regresás a tu cuarto?— pidió Lionel dejando su termo y mate sobre la mesa para acercarse al niño y tomar a la bebé de sus brazos.

— ¿Pero ahorita podemos jugar FIFA?

— ¿Querés ver que te gano?

—Ya quisieras.

—Andá a prender el play y voy en un minuto. — el menor sonrió antes de salir disparado a su habitación.

—Diosito nos va a castigar por mentirosos. — soltó Guillermo acompañado de una carcajada una vez estaban solos con Lucci.

—Prefiero eso a decirles qué clase de gente son sus abuelos en realidad, si es que puedo llamarlos de esa forma... Después de años aún no puedo olvidar la forma tan horrible en la que se refirieron a vos y mi bebé Mati.

La familia estaba bien, estaban completos y felices; pero bien dicen por ahí que no hay dos sin tres...

Sin embargo para eso se tuvieron que esperar un poquitito más de tiempo.

Chapter 27: Hacer tu Nido.

Summary:

Una copa del mundo, una copia y una carne asada son ¿El comienzo o el fin de una familia?

Chapter Text

Stade de France, Saint-Denis, Francia 2034.

"Argentina campeón del mundo".

Era el encabezado de todos y cada uno de esos periódicos junto con las fotos del capitán de la selección argentina, Lionel Messi, sosteniendo orgulloso la copa con el resto de sus compañeros de equipo.

— ¡Mi papito es campeón del mundo!— se meneaba Lucciana una y otra vez entre los brazos de Lionel quien estaba sentado en el podio, finalizando la ceremonia de cierre del mundial.

—Y lo soy gracias a vos, Mate y a papá.

— ¿No importa que hayas sacado al equipo de mi papito Memo del mundial y hasta hayas hecho chillar a mi tío Javi?— preguntó la menor con inocencia.

—Bueno, en primera quiero aclarar que eso no fue intencional, es una competencia, mi niña.

Mateo se abalanzó a ambos para abrazarlos y luego besar la copa.

—Yo siempre confié en vos.

—Gracias Matito. — abrazó al niño nuevamente y al separarse de él acarició su cabello rizado. — ¿Dónde está papá?

—Dice que no quiere bajar, se quedó en el palco solito. — interrumpió Lucci haciendo a Lionel fruncir el ceño.

— ¿Por?

—Ya sabes cómo es la afición pa, por todo la hacen de emoción. — ahora fue Mateo quien habló.

Mientras en el campo era celebración para los nuevos campeones de la copa del mundo, comenzaban a llegar los ataques por parte de la afición mexicana mentándole la madre a Guillermo Ochoa, alegando que éste se había dejado meter gol a propósito con tal de que su esposo pudiera ganar la copa.

Esas y otras tantas eran las desventajas de que dos jugadores los cuales estaban casados, se enfrentaran en una competencia de esa magnitud.

Ochoa apagó su teléfono antes de suspirar, a pesar de estar completamente solo en el palco para poder llorar decidió no hacerlo; y sobre todo esas ganas se esfumaron al escuchar la voz de su esposo en el televisor del palco.

—La verdad es que, no tengo mucho que decir sinceramente; solamente que éste logro fue gracias a toda la selección argentina, a la afición, a nuestro director técnico que nos ha apoyado día y noche para poder seguir; y sobre todo creo que la mayoría estamos agradecido con nuestras familias por ser motor de cada uno de nosotros. — observó a Lionel en el televisor, con Lucciana sobre sus hombros y Mateo detrás jugando con Benjamín, el hijo de Kun, sólo dos años menos que él.

— ¿Algo más que desee decir el campeón del mundo?

—Sólo quiero decir que me importa una mierda si vos que estás viendo esto, pensás que Guille se dejó ganar; lo que hemos logrado como selección es gracias a nuestro esfuerzo y si Guille y la selección mexicana llegó hasta donde llegó fue por su mérito propio, fueron incluso capaces de eliminar al anfitrión de este mundial y yo los aprecio a todos y cada uno de ellos. Y si vos mirás esto Guille, te necesito acá conmigo, con el Matu y con Lucci, no es lo mismo sin vos.

Aún con ese mensaje por parte del campeón del mundo, Ochoa no se salvó de ser atacado a diestra y siniestra en redes sociales.

Estaba acostumbrado, pero también estaba cansado.

—Pinche gente. — soltó Mateo con molestia para así cambiar de canal.

— ¡Mateo!— regañó Lionel como siempre acostumbraba.

—Perdón, se me salió.

—Tienes 11 y el léxico de un microbusero, cabrón. — dijo Ochoa sentado en la alfombra de la sala.

—Ahora ya sabés a quién lo sacó.

—Nhe, nhe, nhe, cuernos, a mí no me eches la culpa. — negó ligeramente con la cabeza y por accidente Lucciana le jaló el cabello.

—Papá ya deja de moverte que no te puedo poner los brochecitos en el cabello. — regañó Lucciana.

—Perdón princesa.

—Ahora a ver si Galtier no te corre del PSG pa, sino ni lo que se invirtió de mudanza hasta acá.

—No me podén correr por eso, sería una boludez.

—El día de tu boda con mi papito Lio te hubieras visto más guapo con este peinado que te acabo de hacer. — Lucciana rió mientras acomodaba el brochecito de mariposita en el cabello rizado de Guillermo.

—Lamentablemente la princesita de papi se tardó unos cuantos añitos en llegar.

—Y Mateo no es muy ingenioso que digamos. — respondió haciendo reír a Memo. —Listo, ya quedó.

—Déjame ver. — Lucciana extendió el pequeño espejo y Guillermo se observó. —Te quedó precioso corazón, gracias.

—Ahora le toca a Mateo. — el niño la miró y negó.

—No voy a dejar que me toques el cabello.

—Ándale, nada más mi papito Guille y tú tienen un cabello que puedo adornar. — pidió haciendo un pequeño puchero y Mateo rodo los ojos.

—Está bien, pero deja prendo el play para jugar mientras me peinas.

— ¡Sí!— brincó con felicidad y Mateo se levantó del sofá para caminar a la habitación.

—Espera, espera, antes de que te vayas. — detuvo Ochoa a Lucciana. —Besito. —pidió mostrando la mejilla y Lucci correspondió. —Otro. — puso la otra mejilla y Lucciana sonrió divertida antes de dejar otro beso —Listo, te amo.

—Y yo a tí, y a vos también papá.

—Vení para acá. — Messi extendió ambos brazos y la pequeña no dudó ni un segundo en correr a él. —Te quiero.

—Yo también. — Lionel dejó un pequeño beso sobre el cabello castaño de su hija antes de separarse de ella.

—Ahora andá a la recamara con el Mato.

—Sí.

Una vez la niña se fue dejando a ambos adultos en la sala, Messi decidió hablar.

—Y... ¿Ya sabés a quien le vas a firmar?— preguntó haciendo soltar un suspiro a Ochoa. — ¿Pensás volver al América o vas a tomar la propuesta del Ajaccien?

—Si te soy honesto, la neta estoy considerando tomarme la propuesta del Ajaccien; no quiero pisar México en un buen rato, no después de lo que ya sabemos.

—Te entiendo Guille, y sé que es difícil para vos.

—Es que si tan sólo fuera mejor...

—Guille, vos sos el mejor.

—Me lo dices nomás porque soy tu esposo.

—No, te lo digo porque es verdad. — Ochoa lo miró incrédulo y Lionel se levantó de la mesa para sentarse en la alfombra junto a su esposo.

Lo miró con esos ojitos enamorados de siempre, con los que lo miró desde la primera vez en las canchas de la preparatoria.

Sólo que ahora eran diferentes, física y mentalmente.

Y claro, Ochoa tenía los rizos despeinados y llenos de brochecitos de colores.

—Sos una estrella, mirá lo lejos que has llegado a los 29. — habló pasando el cabello de Memo por detrás de su oreja y el moreno le tomó de la mano. —No importa la decisión que vos tomés... Siempre te voy a apoyar.

Guillermo tenía que tomar esa decisión muy pronto, al menos antes del año nuevo.

Pero antes de eso, unas pequeñas vacaciones familiares después del mundial no le vendrían mal.

—Hasta que conocemos una copa y no por medio de fotos. — dijo Natalia mirando la copa puesta en la sala.

— ¿Si saben que de todos modos aunque nosotros nos la hubiéramos ganado quien la tendría es Andrés por ser el capitán, verdad? — respondió Ochoa cruzado de brazos.

—Al menos se quedaría aquí en Jalisco. —dijo Ana Laura, la hermana de Memo.

—Memo se esforzó al igual que todo el equipo, ese es el verdadero orgullo. — intervino Lionel acercándose a su esposo para abrazarlo.

—Igual su esfuerzo no le dió una de éstas. — contestó Mateo haciendo que Ochoa lo mirara mal. —Perdón pa, pero es que del quinto partido no pasan.

Mateo pasó de amar a Guillermo a volverse su mayor hater.

Cría cuervos y te sacaran los ojos.

—Este logro es mío y de Guille, así que no me molestaría compartirlo con ustedes que han sido como mi familia. — Natalia y Guillermo agradecieron con una sonrisa que Lionel correspondió. —Sólo cuídenla, prometí regresarla a la FIFA y de no ser así, Scaloni y Dibu me re matan.

Mientras tanto, algo raro había en Guillermo, y eso tenía varias semanas que Lionel lo había notado... ¿Aún seguía molesto por el partido y el gol que le había anotado?

Tal vez, pero él estaba seguro que había algo más en ese extraño humor.

— ¿Piensas ya mover eso de mi lado de la cama? Pinche presumido. — cuestionó Ochoa al ver a Lionel con la copa recostada a un lado de la cama.

—Es de los dos, Guille.

—Es de los dos, Guille. — arrendó. —Mamadas, quítala ya, me quiero acostar, me duele la espalda. — Lionel movió la copa a un lado no sin antes mirar a Memo mientras este se acostaba.

—Memo.

— ¿Mhm?

—Cuando fue la última vez que...

— ¿La última vez que qué?

—Vos sabés.

—Hace como dos meses, me diste mi premiesote porque le ganamos a Irak 4-0 antes del mundial ¿Por qué?

—No sé vos, pero después de Mati, Lucci y las largas conversaciones que he tenido con tu mamá, puedo asegurar con certeza que te comportás igual que cuando estabas esperando a Lu.

—Nha mames.

—Te lo juro.

—No, en serio, no mames.

Y después de horas sin poder dormir y dos pruebas de embarazo, se confirmó aquello.

—No puede ser, en mi casa van a decir que ya parecemos conejos. — habló el rizado sentado en el suelo de la habitación mientras observaba las dos pruebas marcadas como positivas.

—Bueno, hace unos años vos dijiste que querías tres y acá los tenés. — respondió Lionel sentándose a su lado en el suelo.

Ambos seguían en pijama y algo somnolientos.

—Mugre calenturiento, te vas a operar. — dijo como una orden y Lionel fingió un puchero.

— ¿No querés más?

—No mames, no, estás loco.

—El Mate se va a morir cuando se entere.

—Y Lucciana, ay no mames, ¿Aguantar otro pinche chipil por meses? Entre los tres me van a volver loco.

—Vos no te preocupés por eso, pero eso sí, creo que vas a tener que dejar en claro que no vas a firmar ni con Ajaccien ni con América, al menos en un buen tiempo.

—Igual ni tenía ganas de regresar a México ni de separarme de ustedes. — Guillermo se recostó sobre el hombro de Lionel y Messi colocó su cabeza pegada a la de su esposo.

—Entonces este nuevo Messi te quedó perfecto. — musitó colocando su mano sobre el vientre de Ochoa y el rizado colocó su mano sobre la de su esposo para acariciarla.

Y meses después llegó el tercero, la madrugada del 27 de Junio, en Francia.

—Qué miedo, Ciro es toda tu cara pero con el cabello de Memo. — Andrés sostenía a Ciro mientras el bebé jugueteaba y babeaba sus dedos.

—Y siempre que lo ves, siempre me decís lo mismo.

—Es que ya era hora de que la genética te hiciera justicia, Mateo se parece a madres a Memo y Lucciana igual, hasta parece que lo único que heredaron de tí fue el puro apellido.

Y conforme el tiempo pasaba, se seguía confirmando lo mismo, pero al menos Ciro era una copia exacta de Lionel.

Una copia risueña pero tímida, el perfecto balance entre las personalidades de Lucciana y Mateo; una con la que el tiempo pasaba rápido...

Guadalajara Jalisco, 2036.

El rico sonido de la carnita siendo asada en la parrilla, la música y la risa de los niños era lo más característico en eventos tan importantes como lo era este.

El cumpleaños número 2 de Ciro.

—Oye wey, se te quemó tu cebolla. — dijo Miguel tomando aquella de la parrilla y dándole una mordida; Guillermo lo miró.

—Con esa cebolla limpié el asador, pendejo. — Layún escupió hacia el pasto haciendo reír a Carlos.

—Catalina deja de andarle jalando las greñas a Lucciana. — regañó Guardado a su hija menor mientras se cubría la boca. —Y tú Máximo, regrésale el pinche carro a Ciro, cabrón, es suyo.

—Es un carro, no pasa nada, Ciro es compartido. — alegó Lionel viendo a los niños jugar.

—Sí, pero me caga que siempre le ande quitando las cosas a los demás.

—Qué bueno que no sea compartido, ya ves tú por compartido lo que te pasó. — Guillermo soltó un pequeño "tsss" antes de levantar ambas cejas y mirar a otro lado ante el comentario de Vela.

Tal vez su esposa lo había engañado, pero al menos tenía a los niños.

—Ja, ja, puto gracioso caga palos. — dijo Guardado con sarcasmo.

— ¡Noah Layún Hernández, bájate de ahí! Con una chingada te vas a caer. — Javier regañó caminando hasta el pequeño de 3 años que jugaba a treparse por las mesas junto a sus primos.

Ana Lau Galván, mejor amiga de Miguel en la facultad, se había ofrecido a alquilar su vientre para que la pareja pudiera tener un hijo.

Uno muy lindo con un precioso brillo en sus ojitos y las mismas arruguitas al sonreír que tenía Javier.

El menor abrió los ojos en par y como cachorrito regañado bajó de las mesas.

—Pobrecito wey, lo traes bien ciscado. — negó Ochoa.

—No mames, así como lo ves de "tranquilito" y "ay pobre de mí" es un cabrón, a Miguel y a mí una vez nos sacó un pedo porque lo perdimos en el Cassiobury Park.

—Si te contara la cantidad de veces que se nos han perdido Lucciana y Mateo, te cagas. — respondió Ochoa antes de tomar al pequeño entre sus brazos. — ¿Verdad que tu papá Javi es un grosero?— preguntó Guillermo con un puchero y el niño asintió con una mueca de tristeza para tallar sus pequeños ojitos.

—Pero si yo hacía lo mismo con tus crías me estabas chingando ¿Verdad pendejo?

—Ni pedo. — se limitó a responder el rizado.

Y por otro lado, Carlos se casó con Saioa Cañibano, una mujer sin duda muy bella la cual conoció en la boda de Lionel y Guillermo; concibiendo en su matrimonio a dos pequeños de nombre Romeo e India, de los cuales por supuesto Memo y Lionel eran padrinos de uno de ellos.

Lo consideraban un trato justo con sus amigos.

—Al que se le ocurra aventar a Ciro al pastel, le voy a...— Lionel miró a Ochoa en espera de que de su boca no saliera una mala palabra y el rizado apretó los labios.

— ¿Le vas a qué?— se burló Carlos levantando las cejas.

—...le voy a pegar.

—Ah, menos mal. — Javier y Andrés se miraron y guardaron su risa.

Las mañanitas en versión mariachi comenzaron a sonar y Javier y Noah hicieron un pequeño gesto.

A veces a Miguel le asustaba el parecido enorme entre su esposo y su hijo.

—Oye, pero aunque sea ponle las de cepillin wey, o las de plim plim, pinche ambiente todo lúgubre aguado. — se quejó Hernández sosteniendo a Noah en sus brazos y el pequeño asintió.

—Qué bien chingas cabrón. — respondió Ochoa pausando la música.

— ¡Papá! Eso no se dice. — Lucciana cubrió su boca y Ciro imitó el acto para negar.

—Si volvés a decir eso enfrente de los niños, vos hoy dormís en la sala. — regañó Lionel en voz baja, sin embargo perceptible.

—Uhhh, que te gobierna tu ruco. — mencionó Vela con sarcasmo aguantándose la risa mientras picaba su gelatina.

—Pinche deja vú bien cabron acabo de tener me cae. — soltó Javier dándole un trago a su vaso y Layún asintió.

Mateo, Lucciana y Ciro habían sido producto de un amor fugaz de dos adolescentes con sueños; sueños que cumplieron juntos.

Y al fin el equipo estaba completo.

Hasta Que Te Conocí - mangonadaconchile - Mechoa (2024)

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